Por alguna razón Quiana se encontraba en el bosque durante la noche, tenía esa manera de siempre guiarse por su impulso y hacer lo que este le decía. Esta vez su impulso le dijo que fuera al bosque a explorar por la noche.
Se tropezo varias veces con raíces de arboles sobresalidas y agujeros en el suelo porque no llevaba linterna pero eso no la detuvo.
Al llegar a su límite se sintio fatigada, cansada y aburrida, no encontró nada hasta donde llevaba así que se dio la vuelta, o bueno, se la hubiera dado si no fuera porque escucho agua.
Hay un río afirmo ella en su mente, y pronto se encontraba corriendo hacia la dirección en donde escuchaba el agua, pero correr no es la descripción adecuada a lo que estaba haciendo Quiana, se veía como un anciano con bastón intentando hacer tap.
Se que quedo embelesada cuando descubrió el río al llegar. Sus aguas cristalinas reflejando la tenue luz de la luna. Sonidos de tranquilas y suaves corrientes se escuchaban como música.
-Ah... Es tan lindo.
Dijo para si misma.
-A que si, lo más lindo de este lugar.
Quiana se espanto, se quedó inmóvil, pero sus ojos estaban muy abiertos, no quiso voltear a ver de quien era esa voz.
-Oh.
-¿Oh...?
-Te asuste ¿Cierto?
-Uh...
-¡Lo hice! Lo siento tanto, no fue mi intención.
Y al fin Quiana se dio la vuelta, no pudo ver muy bien. Aquella persona prendio un cerillo y se acercó a Quiana.
-Hola.
Dijo Elicia sonriendo de manera tierna.
-Um...
Quiana se sentía nerviosa, Elicia estaba muy cerca, el cerillo iluminaba su cara, su piel parecia porcelana con la luz del fuego, sus ojos grandes y cafés con aquella luz que Quiana aún no podía descifrar (aparte de la luz del cerillo).
El fuego quedó justo en medio de las dos caras. La única cosa que las separaba era un pequeño cerillo que iluminaba un poco aquella oscura noche.
-Lamento asustarte.
Elicia volvió a disculparse.
-No.
-¿No?
-Es decir, está bien, yo no te vi.
-Es lógico, es de noche y está oscuro.
En otro tono de voz habría sido una burla, en otra situación Quiana se habría sentido tonta por haber dicho eso, en otra ocasión habría sido incómodo pero aquí no pasó nada de eso, aquí, en la oscuridad, una frente a la otra se sentían bien juntas, aunque no lo sabían aún.
-Si.
Dijo Quiana.
Se quedaron en silencio, mirandose una a la otra, directamente a los ojos.
Y entonces una rama trono. Ambas voltearon a ver el causante del sonido: un animal que no se podía distinguir muy bien. Suspiraron aliviadas.
-Es hora de irnos- dijo Elicia.
-Si.
Contesto Quiana, y se fueron juntas al campamento.
ESTÁS LEYENDO
Amada
FanfictionUna pequeña historia que comencé hace mucho, pero muchísimo tiempo. La pondré aquí debido a que ya no hay espacio en mi bloc de notas y le agarré cariño, por eso no la he borrado.