Capítulo 5: El arete.

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En la mañana despertaron a todos los campantes para comenzar las actividades, era muy temprano y Quiana, al no estar acostumbrada a pararse temprano, se quedó en su cama durante unos minutos más que los demás, y al final, fue la última en salir a de la cabaña.

Al salir pudo divisar a lo lejos a aquella chica, no apartó su mirada de ella mientras los cuidadores explicaban las instrucciones.

Quiana no sabía que había pasado, cuando se dio cuenta, un cuidador le entregó una cámara (una desechable) para tomar fotos de lo que quisiera, para expresarse y demás.

No sabía a que tomarle fotos, veia a los demás niños, en parejas o grupos, incluso solos tomando fotos, no se quedaban parados debido a que sabían que querían, mientras que ella solo se quedó parada con la cámara en una mano.

-Tampoco sabes a que tomarle fotos, ¿Eh?

Quiana se sobresalto, no fue exagerado pero si se espanto, volteó a ver quien le hablaba, y no fue nada más ni nada menos que Elicia, no dijo nada, se le quedó mirando con sus ojos impresionados, realmente no se esperaba que le hablará.

-Oh... No, en realidad no.

-Yo tampoco -Respondió- No soy buena para esto.

Y Quiana no le creyó, en realidad sabía que era posible pero no creía que en ella hubiera un defecto, no podía verlo (o tal vez no quería) porque veia en ella solo perfección.

-Creo que deberíamos tomar algo o tal vez nos regañen.

Dijo Elicia, tan tranquila como siempre cada vez que hablaban.

-Deberíamos.

Le respondió Quiana.

Entonces fueron juntas a caminar, a ver que podían tomarle foto, Elicia le tomo foto a plantas y a las personas caminado, Quiana por el contrario solo quería tomarle fotos a ella, a admirar su belleza y su simpleza, ver una vez más esos ojos absorbidos de su brillo único y tan llenos de vida, se sentaron a tomar un pequeño descanso; "Al diablo" dijo en su mente y luego rápidamente le tomo una foto a Elicia, esta la sintió moverse y obviamente oyó el ruido de la cámara al hacer click y la volteó a mirar.

-¿Enserio?

Dijo, tan calmada, tan suave, sin rastro de enojo o algo negativo en su voz, solo tranquilidad, sus ojos, llenos de ese destello peculiar que atrapó a Quiana al momento de conocerse, aquel que la volvió a atrapar cuando volteo a verla al tomarle la foto, sus ojos demostrando ese cariño hacia ella, demostrando que no sentía desprecio hacia ella por tomarle la foto, demostrando algo más, algo que Quiana nunca podría describir, pero algo que vio con tanta claridad.

Al final del día todos pegaron sus fotos en el mural de el salón principal, esa actividad tomó más tiempo del que planeaban y se dejó que tomaran fotos todo el día, allí se encontraban los ganadores de aquella actividad, Elicia no estaba en el primer puesto, ni en el segundo, o en el tercero siquiera.

Quiana la vio, la vio y la acompañó en todo el día, vio su esfuerzo y aún así no estaba entre los primeros lugares, pero mientras los premiaban a los demás, a ella la vio alegre, aplaudiendo como si fueran unos conocidos logrando su mayor meta y ella fuera su madre, orgullosa de ellos, los miro con alegría y cariño, y Quiana solo pudo pensar en que ella es todo lo bueno en ese campamento, ella brillaba sola como un sol, mientras que Quiana pensaba que ella era la luna, obteniendo su luz gracias a personas como Elicia.

Dirigió su vista al muro de las fotos y vio su única foto que tomo en todo el día en el mural, una foto que quería grabarsela en su mente durante toda su vida, y luego vio las de Elicia, unas fotos con ángulos raros, con imagenes borrosas y algo desordenadas y pensó "Realmente se esforzó mucho".

Se fue a su cabaña y aquella foto, de un arete, de uno con forma de hello kitty en la oreja de una chica, con el cabello sujetado por su oreja se quedó en aquel mural durante un tiempo y Quiana, mientras tomaba sus comidas, siempre lo veía. Solo podía ver esa foto.

AmadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora