(3) One last time.

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I need to be the one who takes you home.

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TW: SEXOOOOO triste e Infidelidad. Muy mal.

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Sus ojos conectaron nuevamente.

Después de tanto, allí la tenía otra vez, con esos hermosos ojos azules que habían sido los protagonistas de cada uno de sus tortuosos recuerdos desde su partida. Y ahora, por fin, volvían a mirarla.

¿Con el mismo sentimiento?

—Yo... Creo que no debería estar aquí, Merlina —su mirada comenzó a perderse en otras direcciones—. Me he pasado de copas y no quiero... Hacer algo de lo que me arrepentiré.

Pero la pelinegra ya no podía soportar un minuto más sin Enid. No podía soportar un solo minuto más sin el gran amor de su vida. Se acercó y le puso su fría mano en el rostro, acariciando con suavidad su mejilla.

Sus ojos oscuros que parecían saber dar nada más que miradas frívolas y amenazantes, denotaban súplica. Le comunicaban a Enid que, por favor, se quedara.

—Por favor... —confirmó para la ojiazul.

—Merlina... —apretó sus puños con fuerza—Es que no puedo.

Enid estaba ciertamente sorprendida ante aquella súplica, en todos los años que fue su pareja, jamás la escuchó pedir por favor, jamás la vio tan desesperada. Sin embargo, ya era tarde para eso.

—Si que puedes —repuso. Colocó su otra mano en la otra mejilla de la contraria—. Solo... Esta vez.

—¿Por qué no pudiste pedirme eso antes? —sus preciosos ojos azules se cristalizaron y de inmediato agachó la cabeza para no mirarla más.

Merlina sintió una punzada en el pecho. Apretó la mandíbula, intentando no soltar alguna lágrima, pero la culpabilidad era inmensa, porque Enid tenía razón. Por lo que, al final, una lágrima descendió por su rostro.

—No quería... —intentó explicar. Era costoso expresar sus sentimientos—. No quería admitir que te necesitaba, que de hecho, te necesito, Enid.

La rubia rió amargamente mientras lloraba.

—¿Por qué ahora, Merlina? —negó con la cabeza. Mantenía la mirada fija en el suelo y las gotas de agua pertenecientes a sus ojos lo mojaban—. Yo no puedo hacerle eso a él...

«Él...» resonó en la cabeza de la pelinegra. Él era la razón por la que todo se había complicado, la razón por la que sus planes se habían frustrado. Pero no tenía derecho a decir algo sobre el hombre que había cuidado bien a Enid mientras ella fue estúpida.

One-Shots | WenclairDonde viven las historias. Descúbrelo ahora