Capítulo III. El octavo mes del año

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Han notado que ninguna palabra de ira, odio o rencor he podido escribir sobre ella, en todo lo que ustedes hasta ahora han podido leer.

Es inútil, lo intenté una y otra vez al tener menos de un mes de haber terminado y fallé.

Ahora los dejare con un capítulo donde, yo si era realmente feliz...

Era el octavo mes del año, mes en el que la zozobra predominaba en mi corazón no recuerdo cual era la razón de porque este mes de alegría para todos, era tristeza, dolor y oscuridad para mi.

Me imagino que era por la falta de cariño y amor que sentía dentro de mi, y no no se engañen vivía bien, tenía cuatro hermanos pendientes a mi, una madre y un padre que trabajaban para yo poder ser feliz y era un chico con buenas notas en mi escuela o colegio, no quiero sonar mal agradecido pero pensaba que todo esas cosas materiales no llenaban lo que en mi corazon a diario yo llegaba a sentir (Miedo, ira, dolor, tristeza, etc).

Todo aquello que yo deseaba pedir, me lo daban en este octavo mes cuando yo llegaba a cumplir pero lo material nunca me llenaba, yo quería un beso, un abrazo o que me cantarán cumpleaños feliz tan alto que me hiciera llorar pero de lo feliz que me sentía dentro de mi, y eso sucedió pero hasta que los veinte años yo cumplí.

Ese vacío y dolor al cumplir cambió en ese año que la conocí, un mes después de poderle pedir que fuera mi novia, mis oscuridades se disiparon, la soledad encontró compañía y la felicidad se convirtió en plena. Y todo esto se debía a ella, a ella con su corazon inconmensurable, melifluo e inefable que agarro el mio y lo pintó de colores como cualquier artista desea transformar una obra gris.

Ese primer cumpleaños junto a ella, todo fue sencillo, austero pero lleno de amor, tranquilidad y detalles, que me sentía como cuando un niño pedía algo y se lo regalaban aunque se llegara a portar mal, estaba realizado con los detalles y los buenos deseos de las personas que estaban alrededor de mi pero solo algo me hizo sentir importante y fue compartir con ella muchas horas de mi cumpleaños (pueden creer que mis lágrimas se escapan, al escribir esto por acá).

Fueron muchas horas junto a ella, donde pudimos ver la tv, comer cupcakes que con sus manos ella preparó, sonreír, soñar, llorar y el momento más valioso para mi fue cuando en la tarde en mi pecho llegó a descansar, porque llevaba semanas planificando mi cumpleaños sin que yo me llegara a enterar.

Eran veinte años los que yo llegaba a cumplir, era de suma importancia para mí, porque había crecido tanto que no sabía que iba a ser de mi, no tenia aun un futuro construido como mis amistades, mi familia por más buena que era, siempre han sido inestables y era me generaba estrés a mi pero esos miedos y otros que se llegaron a asomar, desaparecía cuando junto a ella yo llegaba a hablar y disfrutar.

Ella era inefable en ese momento, no porque estuviera conmigo sino porque tenía unos papás grandiosos que la supieron criar para ser esa mujer de la cual yo me pude enamorar, hoy en dia no se si sera igual o mejor, no creo que peor, se que la lastimé y por eso me dejo cuatro años después pero sin embargo eso no quita las ganas de seguir escribiendo las grandes hazañas que hizo a mi corazón.

Este capítulo es algo corto porque preferí dividirlo para goce y disfrute de usted, que se toma el tiempo de leer la gratitud que le tengo a una mujer que hizo de mi, la mejor versión de mi, la proxima parte tratará de cómo este desdichado hombre logró conseguir algo que nunca pensó conseguir y ella no estuvo ahí junto a mi para celebrarlo y eso aun duele dentro de mi.

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