Capítulo II: Pesca

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Lentamente abría sus ojos, viendo un día más la luz del sol. Pensaba que tendría que buscar otro lugar para pasar la noche, porque si no lo hacía tarde o temprano alguien encontraría ese mini refugio que construyó. También debía buscar más comida, pues no podría seguir su camino si no comía nada. 

Muchas preguntas invadían su mente:

¿Qué buscaría de comida hoy? ¿Cómo sobreviviría? ¿Dónde podría ir? 

Pero la pregunta que más le carcomía la cabeza:

¿Por qué sentía un olor a pescado cocinado en ese momento? 

Y otra pregunta más: 

¿Por qué en vez de sentir el frío de la nieve, se sentía cálido? 

Ahora recuerda todo lo que sucedió la noche anterior.

Se podría decir que fue correcto confiar en ese extraño. Eso no se lo esperaba, pues pensaba que ese chico probablemente se lo llevaría para otro sitio o que lo usaría como esclavo, pero por ahora todo está en orden y no se siente para nada mal, y tampoco lo molió a golpes o latigazos ni le dijo ninguna orden. Desde el primer momento lo trató con amabilidad. 

Esos simples hechos le llenó ese vacío de esperanzas que tenía desde hace mucho tiempo.

―Oh, veo que ya despertaste. ―dijo el rubio interrumpiendo sus pensamientos― ¿Tienes hambre? ―le preguntó amable y educadamente mientras dejaba ver una bandeja llena de comida.

―Pescado... ―salió de su boca como la primera palabra que se le cruzó por la mente al sentir el olor mientras observaba el plato.

―Ah, sí, siempre lo preparo ya que es lo más común de conseguir. ―mencionó rascándose la cabeza mientras sonreía― Supongo que desde ahora comerás mucho pescado y sopas. ―lo miró de una manera cálida con una sonrisa en su rostro― Tendrás que acostumbrarte... ―bromeó a la par que soltaba algunas risitas.

Por otro lado, el contrario soltó una pequeña risa al escuchar lo último, acción la cual al rubio le hizo feliz.

―Gracias. ―habló en voz baja con una leve sonrisa. 

Sin embargo, repentinamente le vino un mal pensamiento: 

«¿Y si ponía alguna droga para que durmiese y lo trasladara de lugar? ¿Y si sólo quería que agarrase confianza para hacer algo conmigo?», pensaba con nerviosismo. 

No podía estar así. No podía bajar la guardia, porque si lo hacía podría hacerle daño. No podía caer fácilmente en sus encantos, no podía confiar tan rápidamente. Tiene que ser observador con cada acción y palabra por parte del rubio, o eso es lo que él creía.

No quería repetir el mismo error. 

Por el contrario, el menor lo miraba curioso por el repentino cambio de expresión del pelinegro. De un rostro de comodidad pasó a una sombría mientras se encogía, con los flequillos tapándole los ojos.

Para romper la tensión del ambiente, el menor habló.

―Ahora que lo pienso, no nos hemos dicho nuestros nombres. ―rompió el silencio con un pequeño sobresalto del mayor― Me llamo Felix, Lee Felix. ―se presentó intentando ganar la confianza del contrario― ¿Cómo te llamas tú?

El contrario no sabía si responder a esa pregunta o no, pero como le debía a Felix por todas las cosas que hizo hasta ahora por él se lo diría, al menos su apellido.

―Hwang. ―mencionó dudosamente su nombre.

―Es un bonito apellido. ―admitió el otro con un aura agradable y cálida, pero a la vez curioso por escuchar solamente el apellido saliendo de la boca de Hyunjin― Comamos el desayuno, luego tendremos que salir a pescar ya que se me está acabando la comida. ―dijo con una sonrisa que transmitía calma.

Comían en un ambiente algo incómodo, pues Felix comía su desayuno nerviosamente porque el pelinegro lo estaba mirando. 

¿Acaso hizo algo torpe o tenía algo en la cara? Qué avergonzado estaría si fuera por una de esas opciones, sin saber que en verdad el mayor lo estaba observando para ver algún detalle sospechoso.

―¿S-sucede algo? ―tartamudeó en voz baja, pero no tanto como para que el pelinegro no lo escuche. 

Hyunjin abrió la boca pero luego la cerró rápidamente, tenía pensado decir algo pero decidió no hacerlo, empezando a comer del desayuno e ignorando épicamente la pregunta del castaño. 

Por el otro lado, el de menor estatura solo se dedicó a poner un rostro de confusión decidiendo ignorar el hecho de que él lo había ignorado, haciendo la misma acción que hizo el rubio. 

«Qué persona más extraña...», se dijo a sí mismo mentalmente. «¿Qué habré hecho para que empiece a observarme tanto?», dejó salir un suspiro, cosa que el mayor como reacción paró de comer y levantó levemente la mirada.

El castaño no hacía casi nada sospechoso. No le preguntaba tanto, no hizo ningún tipo de reacción sospechosa cuando lo miró por primera vez y tampoco es que sintiera que su forma de actuar sea falsa. Aunque él actuó bastante extraño el día anterior, ya que casi nunca se ponía sentimental con las cosas del pasado, y estaba más distraído de lo normal. 

Tal vez su mente estaba tan cansada que no podía pensar claramente. 

...

―Woow, has pescado cinco. ―lo miró sorprendido― Yo sólo he pescado uno... ―dijo desanimado viendo lo único que consiguió― Qué suerte tienes, Hwang ―miró con envidia los pescados que llevaba el pelinegro.

―Tal vez fue solo suerte. ―mencionó Hyunjin mirando su futura cena.

―Es injusto. ―dijo el contrario cruzándose de brazos― Ojalá tener tu suerte también. ―añadió, mirando el suelo y haciendo un puchero.

Hyunjin lo miró por el rabillo del ojo. Le daba gracia cómo se enojaba Felix sólo por la pesca, como si fuese un niño competitivo. Pero luego recordó que aún no podía bajar la guardia. 

Joder, este chico lo desconcentraba bastante de sus planes.

Pasaron unos minutos de silencio, en los cuales solo se escuchaba la nieve crujiendo por las pisadas de los jóvenes. Como Felix era de los que no le gustaba que el ambiente estuviese silencioso, inició una nueva conversación para saber un poco más del de ojos color marrón.

―¿Tienes algo que te guste hacer? ―preguntó mirando hacia pelinegro mientras caminaban. Hyunjin, por el contrario, solo miró el suelo dudosamente de si contestar con una mentira o no. Luego pensó que no debía preocuparse de que alguien sepa sus gustos, pues ¿a quién le interesa?

―Supongo que antes me gustaba mucho hablar con mi madre. ―respondió― Éramos muy unidos porque a los dos nos gustaba el arte. ―dijo recordando con una pequeña sonrisa los momentos y el rostro de su madre, sintiendo nostalgia a la par que esta vez miraba el cielo.

― Qué divertido suena eso. ―mencionó el rubio mientras se sentía bien que el joven sonriese― Yo también solía ser muy unido a mi familia.

―¿Y qué sucedió con tu familia? ―preguntó curioso.

―Pues... ―pensó en cómo explicarlo― Ellos están protegiéndome. ―respondió sonriente.

―¿Están protegiéndote? ―cuestionó confundido.

Nunca había oído acerca de ello. Pensaba que sería algún tipo de creencia de esa zona, pero él nunca tuvo alguna creencia espiritual, pues no fue criado con esos pensamientos y no le veía tanta lógica. 

Igualmente, crea o no crea en eso, decidió continuar la conversación por pura curiosidad.

―Sí. Cuando tus ancestros mueren, ellos estarán ahí para protegerte. ―explicó, con una leve sonrisa cálida, pensando en que ahora mismo sus ancestros lo están viendo y protegiendo de todo mal― Eso es lo que creemos que sucede. ―agregó, así dando como afirmativa la suposición de Hyunjin― Si nosotros los recordamos y los cuidamos, ellos nos protegerán.

―Oh... Entiendo. ―respondió, ya a la puerta de la casa del menor. 

«Puede ser esa razón aún esté vivo...», se dijo a sí mientras se reía de su desgracia, pero esto no lo notó el contrario.

―Bueno, hemos llegado. ―dijo emocionado de al fin haber llegado a su casa― Entremos. ―sugirió abriendo la puerta y dando paso al mayor.

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⏰ Última actualización: Jan 23, 2023 ⏰

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