𝐋𝐎𝐕𝐄 𝐎𝐍 𝐓𝐇𝐄 𝐁𝐑𝐀𝐈𝐍 | ❝Pero no se desanimen, queridos; no se desanimen. No dejen que eso los amargue. Traten de entender. Traten de entender. El mundo ya es lo suficientemente amargo, tenemos que tratar de ser mejores que el mundo.❞
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ACOSTUMBRARSE AL CLIMA EN SEATTLE FUE PROBABLEMENTE UNA DE LAS COSAS MÁS DIFÍCILES DE HACER EN MI NUEVA EXPERIENCIA. Odiaba la lluvia. La lluvia era triste y fría.
Por otro lado, era un lugar tranquilo. Todo lo contrario de Nueva York. Esa ciudad era maloliente y pésima. ¿Seattle? Seattle era tranquilo. O eso es lo que pensé antes de mudarme.
Vi a Meredith salir del ascensor cuando entré.
—Hey.— Sonreí.
—¡Hey!— Se fue y miro a mi hermano que parecía un desastre y todavía estaba dentro del ascensor.
—Por favor, no digas nada.
—Huele a pis.— Me burlé de él con una sonrisa. —Necesitas ducharte antes de ir a la sala de emergencias. Pero realmente no creo que este olor vaya a desaparecer nunca.
—¡Oh, cállate, Cora!— Dijo, pero se rió.
—Eso sucede cuando infringes la ley, hermano mayor.
—¿Lo sabes?
—Meredith me lo dijo.
—¿Por qué hablas más con ella que conmigo?
—Ella es agradable.— Las puertas se abren. —Deberíamos planear una cena en tu casa, Der, para que pueda conocerla mejor. Pero ahora date una ducha, por favor.
Salí del ascensor.
—¡Te odio!
—¡Lo que sea!— Le grité con una dulce sonrisa y me dirigí a Mark. —Vale, ¿qué tenemos?
—Un rayo como todo un equipo de fútbol. En su mayoría son quemaduras repentinas, por lo que probablemente golpearon a uno de ellos, y luego se dirigió al resto.
—Dios mío, y a mi que empezaba a gustarme Seattle.— Miré los papeles. —Quiero hacer una tomografía computarizada para asegurarnos de que no hay nada de qué preocuparse por los rayos que dañen sus cerebros y causen hemorragias.
