—¡Jean! —. Ambas habían salido corriendo de la boda, donde el sonido de murmullos se volvía más un grito inquisitivo.
—¡Basta, Lisa! —exclamó Jean como respuesta ante su insistencia.
Frenó en seco, dejando a la bibliotecaria a pocos metros, con la respiración agitada.
—Jean, espera. Entiendo que has de estar conmocionada, pero escúchame —imploraba entre suspiros cortados.
—Lisa, acaba con esto —sentenció.
—¿Qué? No. Antes muerta —respondió con semblante confuso, buscando una respuesta en la mirada que Jean no le devolvía.
—Siempre imaginé el momento donde esto se hiciera público con orgullo, emocionada, feliz, inclusive —. Tomó aire y tragó saliva, intentando desesperadamente frenar a sus lágrimas, que empezaban a hacer a su garganta doler —, pero solo me siento... —. Buscó las palabras correctas en su vocabulario, esperando algo más endulzado de lo que de verdad sentía— avergonzada, Lisa. Estaba avergonzada.
—Tiene sentido, está bien.
—¡No!, no está bien, no tiene sentido. Se supone que te amo, Lisa. Mis labios están llenos de "te amo" vacíos y mentirosos que solo ignoran la realidad que ellos mismos crean —. Llegó el punto donde su voz se rompía en gritos silenciosos, los cuales sonaban con el mismo amargor con el que sus lágrimas caían.
—No, querida, no pienses eso.
—Lo hago porque, probablemente, pienses lo mismo. Probablemente, también te hayas convencido de que cada una de mis palabras ha sido una mentira. Que mi afecto hacia ti y hacia Diluc valen lo mismo. Hice creer a toda una nación de que estoy con él, ¿qué tan difícil sería jugar con tus sentimientos? —. Empezó a alejarse con paso lento hacia un árbol cercano, donde se dejó caer como si fuera empujada por un soplido, el cual la desplomó, quitándole sus fuerzas.
Lisa se acercó, se sentó a su lado, sacándose los tacones y suspirando.
—Perdón —. Lo único que pudo salir de los labios de Lisa fue esa palabra, la cual sonaba más desanimada que todo lo que jamás pudo haber dicho.
—No, soy yo quien se debe disculpar.
—En lo más mínimo. Tuve que haberte ayudado más —. Ahora, quien buscaba la mirada ajena era Jean, mientras que la contraria miraba el cielo con una facción que daba una sensación nostálgica. —Empecemos de nuevo.
El rostro de Jean se volvió incrédulo, más no confuso. Había entendido a la perfección lo que Lisa quería decir, pero ¿por qué?
—Tiremos por la borda estos años de relación —le propuso a la caballera, casi sonriendo y, al fin, devolviéndole la mirada.
—No, Lisa, ¿por qué? —inquirió, buscando respuesta en los ojos contrarios, mientras lo suyos lloraban.
—Mi nombre es Lisa Minci, graduada de la Academia de Sumeru, es un placer conocerla, Gran Maestra Intendente de Mondstadt —. Se levantó y extendió su mano.
—Lisa, no te entiendo —. Seguía buscando, consternada, una respuesta que no parecía aparecer.
—Está bien. Querida, solo quiero tener una promesa tan viva como siempre tuvo que haber estado —. Tomó aire y empezó a verbalizar— Yo, Lisa Minci, no juro por lo que más amo, porque sería jurar por a quién le juro —agregó rápidamente—, pero juro por todo objeto de felicidad que jamás pueda tener, que, mientras esté conmigo, Jean Gunnhildr se sentirá amada —dijo, poniendo su mano derecha en el lado izquierdo de su pecho.
—Lisa, esto es una estupidez —sentenció, frunciendo el ceño y buscando algún resto de realismo en las palabras ajenas.
—¿Y?, ¿no éramos así cuando empezamos a salir?, esos tiempos donde la única boda que nos imaginábamos era la nuestra y todo se sentía como una revelación emocionante, llena de ilusiones e idealizaciones del futuro —irrumpió, casi a la defensiva por las palabras de Jean.
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Hermosa Amante // Lisa×Jean
FanfictionJean está a días de casarse con Diluc y parece que todo marcha genial, especialmente porque nadie sabe de su amorío secreto con la bibliotecaria, Lisa. Al final del día, los grandes momentos son los que revelan grandes verdades y esta podría no ser...