Capitulo 3

535 43 0
                                    

Narra Chiara.

Le había pedido a Martina que me dejara sola, y le aseguré que no haría nada que tentara contra mi vida. Lo que sea que decidiera hacer, pasaría a manos de profesionales.

Lloraba sin consuelo alguno, necesitaba mi espacio para pensar como había llegado hasta aquí si soy una mujer que se ha cuidado tanto a lo largo de sus veintisiete años. A ver, me considero una mujer de carácter fuerte, que se desenvuelve en un mundo perverso, acostumbrada a ver y oler el alcohol, el dinero y las drogas, no soy ninguna pendeja, por eso traigo conmigo a todas horas buenos guardianes que cuiden de mí, porque papá siempre me dijo que nunca permitiera que me hicieran daño, y me duele y me causa frustración que por más que me protegiera no fue suficiente.

Me molestaba bastante saber que no tuve ninguna relación, un compromiso o matrimonio con uno de los tantos hombres que me pretendían, supuestamente porque estaba enfocada en lograr ser la mujer de mis sueños, que me rompe por dentro y me llena de impotencia salir embarazada de un asqueroso patán, abusador y maldito tipo al que no conozco ni siquiera.

Sumergida en mi almohada todavía llorando, escuché la puerta de mi habitación abrirse y tras unos segundos, cerrarse.

—Te dije que me dejaras sola, Martina — esperaba que se escuchara lo que le había dicho.

— Es imposible, a partir de ahora nunca más estarás sola Chiara — SU VOZ...

¡SU VOZ! ERA ÉL, ERA ÉL.

Me levanté más rápido que un rayo de aquella almohada y destruida, lo miré agradeciendo tenerlo al frente, pero a la misma vez odiando verlo.

—¡Tu! ¿Como entraste? ¿Quién eres? ¿Qué diablos quieres de mí? ¡Te odio!, ¿sabías?— le grité retrocediendo mientras el caminaba hacia el centro de la habitación — ¡NO TE ATREVAS A ACERCARTE! — le grité sintiendo mucho miedo.

—¡AYUDA! AYUDA! ¡GUARDIAS!— Grité con fuerzas sintiendo mi garganta desgarrarse.

— No te esfuerces en gritar, nadie te va a ayudar. Además, yo no te estoy haciendo nada como para que tengas que hacer ese escandalo. Podemos hablar si gustas, de lo contrario haré las cosas a mi manera — me dijo sacando de detrás de su chaqueta de cuero, una pistola. Se sentó en el sillón que adornaba mi cuarto al lado de la ventana y el arma la acomodó entre sus piernas al cruzarlas.

Llevé mis manos a mi boca y la cubrí para que no se escuchara mi llanto. Sollocé entrando en pánico.

—No llores, le hace daño a nuestro bebé — tuvo el descaro de decirme.

¿Nuestro bebé? ¿Cómo sabe qué estoy embarazada? ¿Cómo llegó hasta aquí?

Me armé de valor.

— ¿Nuestro bebé? Eres un hijo de puta que me endrogó y abusó de mi! No voy a tener este bebé! No lo haré! No te conozco ni siquiera, malandro!— no sé como le volé encima. No comprendo como pasé de estar en mi cama a estar encima de él arañándolo e intentando golpear su rostro.

Sujetó mis manos haciéndome quedar como ridícula, apenas llegué a tocarlo.

— ¡¿Estas loca?! No te endrogué ni abusé de ti. Tu cuerpo correspondió al mío como soñé alguna vez. Nunca me dijiste que me detuviera, porque de haber sido así me detengo porque soy un caballero, pero tu te aferraste a mi cuerpo y disfrutaste que te hiciera mía—

— ¡NO SOY TUYA!— le grité logrando zafarme de su agarre, pudiendo golpear su rostro con una buena cachetada que lo hiciera girar su rostro duramente, quedándose inmóvil por unos segundos.

Agitada sentí mucho miedo cuando lo vi mirarme y ponerse de pie. Me sostuvo por el brazo antes que pudiera correr y me lanzó a la cama, haciéndome chocar de espaldas contra el colchón. Acorraló mi cuerpo encarcelándome entre sus piernas encima de mi.

—Que sea la ultima y la primera vez que me pegues. ¿Te quedó claro?— me apuntó con su dedo índice.

Sus palabras salieron de entre sus dientes. Su mandíbula estaba muy apretada, y las líneas de su frente bastante arrugadas.

—Voy a abortar y esto nunca pasó. Pero necesito saber como llegaste a mi —mascullé.

Negó con la cabeza y río irónico. Río con burla, cinismo y sarcasmo.

Me dejó libre, caminó hacia la ventana, la abrió, se sacó del bolsillo un porro, lo encendió muy rápido y se lo llevó a la boca. Seguido tomó asiento en el mismo sofá y el arma la volvió acomodar entre sus piernas.

— Ya veo que no recuerdas nada, ni siquiera como me llamo, pero no importa, estoy para orientarte en todo lo que quieras. Déjame presentarme, que mal educado soy — le dio una calada al porro y lo expulsó tras unos segundos.

—Nicolás Genovese, un verdugo más dentro de la mafia, pero no uno cualquiera. Un verdadero Potro de hombre, a tu disposición, Chiara —

No puede ser.

No puede ser.

No puede ser.

En ese momento sentí frio, calor, dolor de barriga, nauseas, mareos... de todo.

— No te pongas así de pálida, tranquila. Si te portas bien, no pasará nada malo — hablaba suave pero, yo sabia que no lo era.

— He estado durante muchos meses detrás de ti, buscando tan solo aunque fuera una mirada, pero tan creída fuiste que me obligaste a no hacer que me miraras, sino a que llevaras un hijo mío en tu vientre — se río de su mal chiste — Me encantas, me pasan cosas contigo que con nadie más — exhaló humo.

— Eres un enfermo — lloré — Eres un enfermo y te pienso denunciar. No voy a tener este bebé y pediré justicia por lo que has hecho, por el trauma que has causado en mí —

—Anda, ve. Es más, te acompaño. Quiero mirar tu cara cuando sean los mismos policías quienes se pongan a mi disposición, como de costumbre — sonrió cruel.

— Vete de mi casa— le pedí.

— Si muere nuestro bebé mueren todos tus familiares. Sé que tus hermanos son una tecla importante para ti y ante tu presencia es que los voy a matar. Y ni mencionar a Martina, su tumba ya está hecha — hizo una pausa mientras mi corazón se rompía en pedazos. — Esto no es un juego. Ese bebé nace porque nace, o tú decides. Si intentas contra tu vida, si hablas, si pides ayuda, si me desobedeces...no quedará en la tierra un solo ser que lleve tu sangre o tu apellido. Y tus allegados, amigos cercanos o conocidos también pueden tocar de la sopa si entran la cuchara. Así que, convéncete de que de ahora en adelante tendrás una vida conmigo y nuestro bebé nacerá en un ambiente familiar — El frio de su mirada me atravesó el alma, pero sus palabras me mataron en vida.

Tartamudeé ante mi asombro.

— Yo no te conozco, ¿como crees que pueda fingir?— susurré hecha nada.

— Me irás conociendo cada día más, no te preocupes — se puso de pie. — Sécate esas lagrimas y busca una maleta de mano, una cartera o una mochila, lo que quieras. Y recoge lo que creas más necesario. Mi piloto nos espera para volar, nos vamos a Sicilia — me dijo como si fuera su hija.

— Yo no pienso ir contigo a ningún lado — me miró y se río.


— ¿Y acaso mi amor yo te he preguntado? Te dije que te vienes conmigo si o si — 

La incubadora del mafiosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora