❄️𝒬𝓊𝒾𝓃𝓉𝒶 𝓅𝒶𝓇𝓉𝑒❄️

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Aun si sus alas fuesen las de un dragón, no tendrían mayor fuerza de la que Emerald estaba empleando en ir contra la ventisca; y aún si fuesen las alas de un colibrí, no aletearían más rápido de lo que lo estaba haciendo, con tal de llegar lo ante...

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Aun si sus alas fuesen las de un dragón, no tendrían mayor fuerza de la que Emerald estaba empleando en ir contra la ventisca; y aún si fuesen las alas de un colibrí, no aletearían más rápido de lo que lo estaba haciendo, con tal de llegar lo antes posible al lugar en el que había dejado a Chuncho y a Jack; afortunadamente, el frío viento menguaba su fuerza, de modo que no era tan difícil avanzar, aún así Emerald sintió un nudo en el estómago al divisar a Chuncho, durmiendo solo, sin un solo rastro del pirata.

Apenas puso sus pies descalzos sobre la nieve, miró frenéticamente a su alrededor, pero Jack no se encontraba por ningún lado, el miedo aturdió tanto a Emerald, que se le cayó al suelo la pesada capa de lana que tenía en sus brazos.

El errante no pudo evitar soltar un estruendoso berrinche digno de un niño pequeño, a la vez que, entre gritos, pateaba con fuerza la nieve y tiraba de sus propios cabellos.

No le quedaba más que resignarse, aunque la frustración y el enojo lo invadan. Sabía que esa sabandija otoñal no iba a quedarse quieta, ¿Por qué tuvo que confiar en él?

El título de "príncipe del Otoño" volvió a golpear su mente con la misma intensidad que la primera vez que lo escuchó, enojandolo aún más.

"¿Por qué mentía tanto" Emerald conocía bien lo que era mantener secretos, por eso elegía simplemente dejar en claro que hay cosas con las cuales no se sentía cómodo develando y ya, ¿Por que Jack en vez de eso, tenía que mentir? Se sentía tan decepcionado...

Chuncho se removió en su lugar, comenzaba a despertarse, lo que hizo a Emerald cuestionar internamente si ya era momento de irse y dejar a Jack por su cuenta; no llegó a tomar una decisión, cuando la hermosa imagen de una cabellera de los colores de atardecer, con un largo abrigo rojo que revoloteaban en la blanca y fría nieve, como un pequeño bastión de luz y calidez en medio del invierno, le nubló la mente por un instante, sin dejarle pensar en otra cosa.

El rostro de Jack estaba pálido, sus ojos apagados y perdidos, como lo estaba en la celebración de Jalie, no obstante, apenas sus ojos se cruzaron con los de Emerald, pareció devolverle el alma al cuerpo, sonriendo cálidamente.

— ¿Y esa cara? — preguntó, al ver el mortuorio y serio rostro del errante, como si su propia cara no hubiese estado peor momentos atrás.

— Me diste tu palabra. —exclamó Emerald, lanzándole la capa que traía en manos, con brusquedad. — ¿Dónde te habías metido?

— ¿Dije textualmente la frase "Te doy mi palabra de que me quedaré quieto y no iré a ninguna parte", o juré que lo haría? —Respondió Jack, encogiendo sus hombros con una sonrisa, como si fuese una obviedad.

Emerald intentó rememorar la conversación, pero no estaba del todo seguro.

— No lo hice, porque no juro por algo que no cumpliré, deberías saberlo. —Concluyó Jack, soltando una carcajada. — Te dije que me quedaría aquí, en esta zona, sin volver a Otoño, ni seguirte al pueblo, tenlo en cuenta, se más especifico con tus órdenes la próxima vez.

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