Esta es la cuarta temporada de esta historia, donde ocurrirán el principio de lo que puede desembocar en la destrucción de diferentes mitologías del mundo sobrenatural.
¿Cómo hará Sasuke para evitarlo?
Antes de comenzar quiero informarles que modifiqué un poco los capítulos que ya había estipulado. Pero el contenido va a ser el mismo que ya tenía planeado.
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Ahora, comencemos con el capítulo.
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El sol estaba comenzando a ocultarse. La ciudad de Tokio era bastante conocida mundialmente debido a que era la capital de Japón, además de poseer una arquitectura bastante fascinante, y el poseer el título de la ciudad más poblada del mundo le daba bastante mérito. Solo había que recorrer un par de cuadras de la ciudad para entender que no tiene dicho título en vano. Apenas se podía caminar libremente por la ciudad, y los lugares donde más se podía estar libremente era a las afueras de la ciudad, aunque este lugar no era tan escogido por los pobladores, debido a que eso te dejaría bastante alejado de los posibles trabajos con mejor remuneración.
La estación de trenes de la ciudad era particularmente grande como lo esperarías de una urbe tan inmensa como esa. La arquitectura es bastante moderna, y Sasuke conocía la estación de antemano, tal vez no en su totalidad, pero sí lo suficiente como para salir de ella al lugar que le fue indicado. Al salir de la estación logró visualizar a la persona que solicitó su presencia.
Parada junto a un auto estaba Tsukuyomi, quien en ese momento se encontraba portando un vestido azul, mientras usaba un par de zapatillas negras junto con su cabello suelto acompañado con un pequeño listón para adornar su cabellera.
Llegaste más temprano de lo esperado – le dijo la peli blanca a Sasuke mientras este se acercaba caminando.
Ambos sabemos que lo mejor es no hacerte esperar – respondió el pelinegro mientras se paraba a un lado de la diosa.
Me alegra que sigas tan puntual como siempre, pero será mejor que nos apresuremos – dijo la diosa abriendo la puerta del auto que tenía al lado antes de entrar y dejar que el pelinegro abordara a su costado.
Una vez que la pareja se hallaba dentro del vehículo el chofer comenzó a conducir rumbo al destino que le había indicado previamente la peli blanca. El auto se dirigía a las afueras de la ciudad mientras recorría las distintas calles de la gran urbe japonesa.
