Verdadera razón

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John Deacon; joven de 19 años, cabello corto castaño, alto, de piel pálida, ojos color verde grisáceo y estudiante en el Imperial Collage. Sí, ese era él. Por lo general, un chico muy tranquilo que siempre procuraba no meterse en líos o problemas. Es por eso que siempre pasaba desapercibido por sus demás compañeros, a excepción de sus profesores ya que sacaba muy buenas calificaciones y le daban su respectivo reconocimiento.

En el aspecto social no había mucho qué decir. El castaño así como solo llegaba a la universidad, solo se iba de esta. No solía hablar con sus compañeros a excepción que se sienta en la necesidad para hacerlo, especialmente cuando se tratan de trabajos o proyectos que entregar.

Su única amiga era Verónica, su vecina, y podía decir que le tenía una gran confianza. Después de todo, si no tienes con quién hablar en todo el día, siempre es bueno terminar contándole cómo te sientes o expresarle tus pensamientos a alguien; a pesar de que en la mayoría de las veces que se han juntado, la fémina haya sido quien más hablara.

El joven Deacon podía ser el hijo perfecto; se centraba en sus estudios, no salía a fiestas, era tranquilo y no hacía escándalos en casa. Sin embargo, ocultaba un pequeño gran secreto; y eso era su orientación sexual. A John le gustaban los chicos y se dio cuenta de ello a sus 16 años. Al principio le costó aceptar su gusto por las personas de su mismo sexo, pero con ayuda de Verónica pudo aceptarse tal y como es. ¿El problema? Era que ella era la única que sabía su secreto. O por lo menos antes de aquel incidente.



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Un día común de estudio como cualquier otro en el Imperial Collage. Acababan de salir de jugar baloncesto él y unos compañeros. El director hacía unos días atrás había implementado el deporte necesario en sus estudiantes, por lo que todos los alumnos de aquella universidad estaban obligados a escoger algún deporte para rendir.

El castaño como era costumbre esperaba a que sus compañeros salieran de las duchas y de por sí de los baños para que él luego pudiera entrar. No le gustaba la idea de que todas las duchas sean compartidas y todos se puedan ver entre todos, aunque el problema residía más en él mismo; no le gustaba y no quería que otros vean su delgado y pálido cuerpo, sus inseguridades una vez más hacían de las suyas.

Una vez había visto que una cantidad de chicos salieran de los baños creyó en que esos serían todos y se dispuso a entrar. Ya dentro, como siempre solían dejar los demás hombres, los baños estaban empañados por un vapor que no le permitía ver bien. John acostumbrado a esa poca visibilidad caminó sin problema por el lugar y se comenzó a desvestir para de una vez por todas ducharse.

Se percibía en el ambiente una temperatura alta debido al vapor del agua caliente con el que se ducharon sus compañeros. Así que se apresuró por llegar a las duchas para quitarse aquel bochorno que comenzaba a incrementar. Pero de repente escuchó un sonido familiar.

Hasta ese momento John no se había dado cuenta que la llave de una de las duchas estaba abierta. Con la toalla amarrada en sus caderas se dirigió rápido al lugar pensando en que quizá uno de sus compañeros había dejado la llave abierta. Con total tranquilidad llega hasta dónde provenía el sonido... y ahí lo ve.

Uno de sus compañeros aún se seguía bañando. Deacon se quedó estático y sintió como se le cortó la respiración tras lo que estaba viendo. Se trataba de un joven de su misma edad pero con el cuerpo mucho más trabajado que el suyo. Vio detenidamente como cada gota escurría por sus algo marcados abdominales. Pasaba su mano por sus brazos y por su cuello disfrutando del chorro de agua que caía sobre su pálida piel. Le dio luego una buena vista de su trabajada espalda y sus glúteos blanquecinos.

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⏰ Última actualización: Jan 12, 2023 ⏰

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