1

93 11 6
                                    


Antes de atreverse a abrir los ojos, Neo respiró con fuerza una última vez.

Estaba asustado, con el corazón latiendo a mil por hora y las lágrimas escurriendo sin saber si lo que estaba por hacer era lo correcto. Aún así, Neo sujetó entre temblores la pistola y la dirigió directamente hacia su padre con toda la valentía que era capaz de sostener. El hombre estaba encadenado contra la pared, con los ojos rojos llenos de ira, los dientes tan oscuros como la propia obsidiana y las venas de su cuerpo resaltadas a punto de estallar. Ese de ahí ya no era más su padre, aunque le doliera, sabía que todo rastro de aquel hombre amable que alguna vez había sido su familia ya no estaba. Toda la bondad, toda la alegría, todo aquello que alguna vez recordaba de él se había esfumado como el humo.

El chico dio unos pasos hacia adelante, con ambas piernas firmes y las manos empuñando el arma. El hombre que ya no parecía hombre, rugía como una bestia y se agitaba con toda su fuerza para liberarse de las cadenas. Neo estaba decidido, con el corazón destrozado y un agujero en el pecho, pero sabiendo que quizás era lo mejor, lo correcto. Su padre jamás hubiese querido sufrir de ese modo, nunca en su vida lo habría permitido. Debía acabar con todo de una buena vez y para siempre. Así que, aún con las manos sudorosas y temblorosas, Neo recargó el arma y apuntó justo hacia la cabeza.

Su mente estaba llena de recuerdos, todos y cada uno de ellos con su padre; los momentos que pasaron juntos antes de que se infectara, las veces que reían y se divertían. Sus ojos empezaron a lagrimear y su respiración comenzó a agitarse, ¿cómo pudo suceder esto? ¿cómo era posible? No era justo, nada era justo. Su padre, el hombre que más lo había amado en la vida y toda su existencia, tenía que morir esa misma noche.

—Lo siento, papá, en verdad lo siento mucho—masculló Neo, con las lágrimas cayendo hasta sus mejillas.

Entonces, el chico volvió a cerrar los ojos y respiró una última vez. Se concentró en sus recuerdos, en los más felices, y trató de tranquilizarse mientras sostenía el arma con fuerza y acomodaba uno de sus dedos junto al gatillo. El roce del metal lo asustaba, la mera idea lo asustaba. ¿Estaba listo para una vida sin sus padres? ¿Era lo suficientemente maduro e inteligente para sobrevivir a sea lo que sea que le deparaba allá afuera? No lo sabía, no lo sabía en absoluto. Pero de lo único que tenía cierta certeza, era que su padre, principalmente su padre, no podía quedarse así.

Neo finalmente, con todo el dolor del mundo, tomó fuerza de voluntad y apretó el gatillo. Se escuchó un gran estallido en toda la habitación y de repente, todo quedó en completo silencio.

 Se escuchó un gran estallido en toda la habitación y de repente, todo quedó en completo silencio

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

La casa estaba en llamas a sus espaldas.

Sosteniendo en su hombro nada más que una pequeña mochila con las cosas que creía necesarias, Neo caminaba sin atreverse a mirar hacia atrás. Sus ojos, los cuales habían atestiguado muerte y sufrimiento a lo largo de los últimos meses, ahora mismo permanecían inertes hacia enfrente, tan rojos y húmedos de tanto llorar y tan cansados por la falta de sueño.

You've reached the end of published parts.

⏰ Last updated: Jan 11, 2023 ⏰

Add this story to your Library to get notified about new parts!

Maze Runner: La ciudad infernalWhere stories live. Discover now