Capítulo Diez

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Dina y Max no se encontraban en su refugio, la puerta estaba cerrada firmemente, aún se podían ver los golpes y raspones de la pelea que Badir había tenido con Dina el día que la conoció. Las cosas habían cambiado mucho en estos últimos días, su paranoia inicial tras el regreso de la Genio había pasado a convertirse en una apremiante sensación de éxito prematuro al pensar en aquellos jóvenes. Conectados por el mismo origen y motivación para seguir adelante, sus vidas se habían cruzado y si algo había aprendido Badir en todos sus años siendo invisible era que las personas que llegan a tu vida y no se quieren ir por las malas, seguramente tienen una razón de estar aún ahí.

Durante los últimos años Badir había estado solo, vagando de un lado a otro sin destino específico. Las circunstancias comenzaron a guiarlo de regreso hacia su pueblo natal, donde se cruzó con aquel terrible incendio a varios kilómetros de su hogar. Debí haberlo sospechado desde que lo encontré, pensó Badir, refiriéndose a la pequeña criatura. Él sabía que esa criatura estaría conectada de alguna forma, directa o indirecta, con Hermana Sociedad o su familia, sabía que mantenerlo cerca atraería problemas o algún riesgo. No imaginó que traería a tres personas más a su vida, mucho menos que se reencontrará con la Genio. Una parte de él odiaba estar en constante contacto con otros humanos, había prendido a no odiarlos por ser lo que son, pero prefería mantenerse lejos de ellos y tratarlos lo menos posible. Aunque Tusk, Dina y Max no eran exactamente humanos,  a Badir le costaba diferenciarlos. Los tres eran inmaduros para sus respectivas edades, uno era un hombre mitad lobo que vivió toda su vida en un bosque y los otros dos llevan siendo humanos solo unos años, no podía exigir mucho de ellos. De una forma u otra eran niños aún, o tal vez era Badir el que había madurado demasiado tras sus años de libertinaje en la vida y ahora estaba atrapado en un bucle de pensamientos pesimistas hacia la existencia y la vida, tanto que pequeñas muestras de inocencia le parecían absurdas y estúpidas. Tenía que relajarse un poco, aunque la situación fuera apremiante, no tenía las mejores cartas del mazo en la mano.

Tusk intentó abrir nuevamente la puerta, tirando y empujando de ella tal como lo había hecho varias veces en los minutos que habían estado examinando el refugio de Max y Dina. Era claro que ellos no estaban en el interior, pero tenían dos opciones: salir a buscarlos o esperarlos. Tanto si querían salir a buscarlos o esperarlos tenían que entrar de una forma u otra, por pistas para saber donde se encontraban o por comodidad para la espera.

Tras examinarlo por un buen rato Badir había llegado a una conclusión: el refugio estaba hecho de diferentes materiales que Dina y Max encontraron por ahí, no debería tener una estructura tan firme, podría tirar la puerta (o las paredes) si la golpeaba con fuerza. Desde que habían llegado al refugio las personas sin hogar de alrededor los habían estado mirando con curiosidad y cautela, ya era demasiado difícil pasar desapercibido siendo invisible, empezar a golpear el refugio más grande y mejor construido de la zona no haría que eso mejorara.

-¡Oigan, chicos! -llamó la voz de Max detrás de ellos, segundos antes de que Badir pusiera en marcha su plan de derribar el refugio-. ¿Dónde han estado? Los buscamos toda la mañana.

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