3. Juramento de Navidad - Lost

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- Mira, Inti, mira lo que me regaló papá.

Zoro se encontraba riendo mientras veía al viejo tigre regañar con el pequeño cachorro que su primogénita sostenía. A lo que se sumaba la pequeña Khuyana quien con sus balbuceos se acercaba a donde estaba el animal, como si lo regañara por estar gruñendole al cachorro; a lo que Inti respondió levantando su pata y empujando suavemente a la pequeña de dos años que cayó sentada en el suelo riendo.

- Eres un manso - expresó el peliverde ganándose un leve rugido de parte de él.

- ¡Inti, no se insulta a papá! - regañó Quilla al animal, que solo bufó mientras se recostaba en la alfombra.

El entidimiento de su Luna con el animal hasta ahora se le hacía tan surrealista al espadachín, el hecho de que pueda entender con claridad no solo a Inti, si no a cualquier ser viviente; lo hacía tener fe de lo que en su momento, se había descubierto.

Descendientes de una Diosa.

Claro que lo creía, pensó mientras sonreía; pues era inevitable sentirse orgulloso no solo de su descendencia, sino de la mujer con la que ahora estaba casado.

"Solo una Diosa podría tenerme de esta manera", pensó.

Mientras sus pensamientos se iban desviando hacia el recordatorio de las caricicas de su mujer, unos pequeños pasos y gritos lo sacaron de su paraíso mental.

- ¡Papi, queremos ir a la playa! - dijo emocionada la pequeña peliverde quebrantando su paríso mental - Khuyana también quiere ir.

- ¿Segura? - miró inquisidoramente - ¿Khuyana te dijo eso? 

Su pequeña mentirosa asentía freneticamente, mientras Khuyana solo se encontraba metiendo sus juguetes nuevos a la boca.

- Que llegue mamá y veremos - sentenció mientras se recostaba en el sofá - recuerda que fue por la cena de navidad.

- ¡Esta bien, papi! - regresó su hija hacia el pequeño juego que tenía con su hermana, dejando un poco en paz a ambos niñeros que ya se sentían agotados de ambas niñas.

No supo en qué momento se durmió, solo que unas caricias en sus hombros lo estaban despertando de una manera relajada; y sonrió ampliamente cuando un beso se depositó en su mejilla.

- ¿Descansaste? - susurró en su oído, a lo que el espadachín cogió suavemente su cuello y la acercó a sus labios para fundirse en un beso suave.

- ¡Las niñas! - se separó desesperadamente al no escuchar ni un ruido cerca.

- Están bañándose - rió (Tn)________ - ¿Cómo quieres tener otra hija si te duermes cuidándolas? - se cruzó de brazos.

- También está el gato - Zoro señaló al espacio en donde Inti se encontraba placidamente durmiendo ajeno también a la ausencia de las dos demonios - que irresponsable.

- ¡Roronoa! - regañó a su marido, que entre risas salió del sofá para aprisionarla en sus brazos y robarle besos - ¡Ya basta! - lo apartó entre risas - Ya es hora de la cena.

El peliverde asintió sonriente, antes de soltarla; y verla como se encaminaba a dónde estaba su gran amigo descansando.

- Inti... - lo llamó suavemente, mientras acariciaba su pelaje - amigo... perdón por levantarte, pero recuerda que tienes que comer para tomar tus medicinas - un ronroneo salió del animal asintiendo - bien - besó su cabeza - haré agua de manzanilla para limpiar tus lagañas ¿Sí, amigo?

Zoro sabía lo que le dolía a su mujer ver al tigre así.

Ya desde hace meses, la vejez del tigre se hacía más notoria al paso del tiempo, desde la aparición de las lagañas que dificultaban su vista haciendo que se tropezara regularmente, hasta el cansancio crónico que presentaba el animal.

Especial: ¡Felices Fiestas!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora