Prólogo

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No entendía a Bruce, quien, en todo momento, dijo tener la situación bajo control. Supuso, sus palabras eran una máscara contra la preocupación, mas no encontraba una justificación suficientemente válida para ocultar algo tan importante. Desde el primer momento lo supo, que aunque todo parecía bien, nada estaba bien en realidad, aun así le dio su voto de confianza dejándose guiar por la sinceridad que desprendía la voz del caballero de la noche. Desistió de aquella corazonada pensando en que no había razón para que Bruce oculte algo, ¡oh! Gran error, sí que había una y, un año después de aquel evento, al llegar a Gotham se encontró con la verdad que celosamente se ocultaba de su pena, la más profunda de sus pesadillas vuelta realidad: Jason Todd descansaba tres metros bajo tierra.

"Jason Todd está muerto", no había modo delicado de decir esas palabras por llamada, estaba consciente de ello y agradecía que no lo haya hecho, pues en ese momento tenía su propia lucha con los titanes, pero, nadie tuvo una pizca de decencia para informarle cuando las aguas aminoraron.

-Casi es hora, amo Grayson. - Pronunció Alfred con apenas un deje de fuerza, temeroso de la reacción de Richard, pues, desde que se enteró, se mostraba tan despreocupado y distante de su entorno, que temía de pronto despertara de ese letargo de dolor para abalanzarse sobre Bruce.

Limitándose a asentir con la cabeza, prefirió concentrarse en arreglar su corbata frente al espejo mientras trataba de esquivar abiertamente la mirada del mayordomo. Habían pasado al menos dos semanas desde que arribó en la ciudad y en todo momento parecía encontrarse bien; sin embargo, Alfred sabia que lo que se escondía detrás de esa fachada madura era una gran aflicción por lo sucedido. Podía notarlo en sus ojos enrojecidos y la sutil muestra de desesperación al no conseguir anudarse la corbata.

-Hay una corbata de moño en el cajón izquierdo de su cómoda, amo Grayson. - comentó antes de salir, dejándolo solo, parado en medio de la habitación, que en momentos parecía volverse diminuta y después tan amplia como el océano.

Una vez cerrada la puerta detrás de él, fue que por fin dejó escapar un sonido de frustración después de arrancarse la corbata. A fuertes pisotones caminó hasta la cómoda anteriormente mencionada por el mayordomo. Dentro de ella se encontraba la pajarita, pero su atención la captó un cuaderno viejo del que se escapaba una fotografía polaroid.

Dick tomó el cuaderno y comenzó a hojearlo con vago interés. Eran algunas anotaciones con una letra ilegible que en el instante supo eran de cuando Jason recién llegó a la mansión Wayne. Estaba por guardarlo cuando la fotografía cayó mostrando a ambos chicos sonriendo dentro de un auto. Dick se agachó a recogerla y un deje de gracia escapó de sus labios al recordar aquel día en el que robaron el auto de Bruce en su primer visita a México.

Él y Jason condujeron por una carretera en medio del desierto gracias a un capricho del menor por un restaurante de carretera que juraba haber visto de camino al rancho Wayne.

Hacía como ciento noventa y cinco kilómetros para Dick que la civilización había desaparecido y aún no encontraban el local del que Jason tanto alardeaba, por lo que Dick había comenzado a considerarlo una mentira para huir de la responsabilidad de ayudar a cargar el heno y cuando lo confrontó no lo negó, pero siguió insistiendo en la veracidad de sus palabras.

"- Eres un demente, cabello de zanahoria, mira que hacerme conducir por horas para esto.

-Estoy seguro de que aparecerá en los próximos minutos. Dejaré de llamarme Jason si no."

Some Rotten Man. // JayDickDonde viven las historias. Descúbrelo ahora