Cap 2.

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Por indicación del médico, Dick debía permanecer, por lo menos, cuatro días más para ser evaluado. Le aseguraban tener amnesia temporal como resultado de una conmoción cerebral y era necesario seguirle el paso un par de días para comprobar que cosas como su equilibrio o concentración estuvieran bien. Para él, todas eran patrañas compradas por su tutor. No se necesitaba ser el mejor detective de Gotham para saber que tu hijo mayor buscaría pistas por su cuenta, así como no se necesitaba ser el hijo del mejor detective para saber que era un desesperado plan para frenarlo.

El amo Bruce teme perder a otro de nuestros muchachos. —Le había dicho Alfred en una visita por la mañana.

Sin embargo, no daba crédito a las palabras del mayordomo. A sus ojos Bruce jamás le vio como un igual y entre más le minimizase, más comenzaba a creer que ni siquiera lo llegó a considerar un compañero, incluso se percibía más cercano a un perro fiel que debía seguir al dueño sin cuestionar sus métodos. Dick debía quedarse siempre al margen de la situación y ver una y otra y otra vez como los mayores criminales de Gotham entraban y salían de Arkham como si este fuese un motel de puertas giratorias; fue esta ruptura entre la moral de ambos la causante de que decidiese, en un principio alejarse de Batman y el mundo oscuro que lo rodea, aun si eso lo alejaba también del joven Robin. No fue fácil acostumbrarse a una nueva ciudad con nuevas caras, tampoco fue sencillo abandonar su vida de superhéroe después de reiteradas aventuras con los Titanes y mudarse nuevamente, pero logró ser un buen detective de policía sin necesidad de involucrarse más de primera mano con justicieros. Ahora que se sentía forzado a volver, parecía que Batman y Robin no querían a Nigthwing involucrado en los asuntos de Gotham.

Esa tarde pasó lenta con el duo custodiando a expensas de saber que era la única salida del ex- Robin, pero, por la noche, la batiseñal hizo acto de presencia y, por más que quisieron quedarse hasta la llegada de Alfred, la ciudad maldita no espera a nadie y una pierna herida no era más importante que los monstruos que esconde la noche.

Era verdad que no estaba en condiciones de brincar techos con el duo justiciero, pero no se consideraba alguien de quedarse a esperar sentado y estaba dispuesto a llamar un taxi, dirigirse hasta el muelle Miller y entrevistar civiles bajo su placa policial. No era su fuerte planear sobre la marcha, más bien tenía el alma de un improvisador nato y confiaba que su habilidad y astucia para actuar bajo presión podían salvarle el pellejo en caso de que necesitara escapar.

Salió del dormitorio bajo la excusa de dar una vuelta por los pasillos del hospital después de haber descansado en la tarde lo suficiente para contraer insomnio, mas, en el momento en que nadie observaba aprovecho para robar la ropa que Bruce llevó el día anterior y salir por la puerta del frente, haciéndose pasar por un visitante. Un plan bastante cliché, pero extrañamente funcional.

Después de caminar unas cuadras sin éxito en su plan de conseguir un taxi, Dick reparó en el parque central; parecía ser que nadie estaba lo suficientemente loco como para atreverse a pisar los barrios bajos después de las once y con justa razón: Ahí parados en medio del parque se encontraban dos sujetos delgados observando desde las sombras.

Oye, oye, imbécil —Palmeó uno de los extraños a su acompañante. —¿no es el hijo de Wayne?

El otro sujeto comenzó a reír, en un intento de infundir miedo que pasó desapercibido para el ex-Robin, quien suspiró con hastío sabiendo lo que se acercaba. ¿Cómo es que no notó al par de tarados? Probablemente se debía a que no representaban un problema mayor, así que su cerebro simplemente los ignoró.

Some Rotten Man. // JayDickDonde viven las historias. Descúbrelo ahora