9. Perro Infiel

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Otra horda de puñetazos y patadas y el cuerpo de este joven alto y fiero salió disparado hacia el pasto. Una bocanada de sangre fue arrojada de su boca, con el dorso de su mano limpió la comisura de los labios.
La piel trigueña comenzaba a hincharse y llenarse de moretones.


Uno de los 10 sujetos que lo golpeaban se arrodilló ligeramente y le habló calmado.


—Vete Nan Yang, en verdad el joven Xuan Zhen no está aquí – su voz era compasiva, sin embargo el castaño se puso de pie y lo empujó.


—Ah, ¡no te creo nada! Seguro ya esta en el dormitorio con tu jefe – se giró y gritó hacia el balcón de Pei Ming – ¡Mu Qing, zorra infeliz! ¡Mas te vale que salgas! – el arquero hacía una escena justo frente a la casa de la hermandad de esgrima. Nuevamente iba a ser jalado por los diez chicos para obligarlo a retirarse cuando la voz de una mujer los detuvo.


—Es cierto lo que dicen, se fue con Pei Ming al centro de la ciudad. Yo los vi – Nan Yang se giró para observar que esta mujer era Xuan Ji: la ex de Pei Ming – Vámonos chico guapo, no hay nada que ver aquí – traía su uniforme de porrista, una coleta alta y una expresión odiosa. Nan Yang creyó en sus palabras. Era bien sabido que Xuan Ji siempre estaba espiando a Pei Ming desde que los dos terminaron, y lo que fuera que ella supiera debía ser cierto. Feng Xin finalmente se acomodó la ropa, miró con furia a los matones a la vez que escupía a los pies de esos últimos a modo de desprecio y entonces siguió a la chica.


Caminaron de vuelta al campus en medio de la mañana mientras este último se limpiaba con un pañuelo ofrecido por Xuan Ji los vestigios de sangre. Finalmente cuando se alejaron lo suficiente Feng Xin le preguntó.


—¿Y bien? ¿Dónde están esos bastardos? – Feng Xin no quería perder más el tiempo. En verdad en el tiempo que pasó corriendo a la hermandad de arqueria no pudo resistir la idea de que ahora jamás podría ver a Mu Qing de nuevo despertar cerca de él, verlo deambular en el apartamento en shorts cortos y bostezando como un gato, el que hiciera el desayuno de mala gana pero siempre supiera delicioso, el hecho de que le dijera "no imbecil, la ropa se separa por colores" antes de que Feng Xin metiera todo en la lavadora. Su cabello suelto al salir de bañarse, sus pies fríos en las noches que compartían juntos. Su esencia dulce en cualquier rincón del apartamento. Cualquier cosa por pequeña que fuese le conmovía. Esta vez realmente se sentía molesto, pero también profundamente herido, frustrado y abandonado.


—No sé qué es lo que sepas pero... Ellos no han tenido sexo, al menos no en la hermandad – Xuan Ji sacó una paleta de caramelo macizo y la metió en su propia boca de camín indeleble. Feng Xin la miró con extrañeza y preguntó.


—¿Cómo sabes eso? – estaba alerta, podía esperar todo de esta loca. Y en efecto, ella rió desquisiadamente.


—Jajajaja, yo sospeché unas semanas antes de ya no le interesaba a Pei Ming. Por mucho sexo que le diera o cosas nuevas que intentaramos en la intimidad, él parecía perder el interés. Así que...no me fie. Quería saber si se estaba viendo con alguien – dejó de caminar, Feng Xin se detuvo de igual manera.


—¿Y?


—Coloqué micrófonos en toda la casa, de manera estratégica. Sé que en estas 3 semanas desde que terminamos se ha revocado con 7 chicas diferentes y dos chicos pero...hasta el momento ninguno de esos dos es tu novio.


—¡Qué! ¡No es mi novio! – le gritó, indignado. Luego se reincorporó con extrañeza – Eso no es posible, ellos tienen algo que ver. ¿No has escuchado los rumores? Tienen sexo dónde sea dentro y fuera del campus.


QUÉDATE LEJOS... O A MI LADODonde viven las historias. Descúbrelo ahora