capítulo O2

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— Amm... Carson... — hablaba nerviosamente mientras el corazón le palpitaba desenfrenadamente y las manos le sudaban como loco — Lo que pasó antes...

— ¿Qué pasa con lo de antes? — preguntó con una voz profunda y seria, mientras dejaba su valija sobre la cama para prestarle atención a su nuevo compañero, pero este último al ser observado tan fijamente se incomodaba aún más.

— Pues... — intentaba explicar de forma sutil la situación de antes, pero no sabía por dónde comenzar — Los chicos... ellos--

— Sabes qué — le interrumpió — No me importa, lo que ellos hagan no es asunto mío — declaró seriamente asombrando a Simón — A no ser que lo hayan estado violando — agregó dejando de lado lo que estaba haciendo para cruzarse de brazos y mirar firme a McQueen — No lo están haciendo ¿verdad? — preguntó amenazador, a lo que el morocho se apresuró a negar.

— No, no, ellos no harían eso — confesó alterado, moviendo con negación las manos, a la vez que se acercaba aterrorizado hacia el contrario, ya que no quería que este último se hiciera una mala imagen sobre los demás miembros de la facultad.

— De acuerdo — pronunció volviendo a sus asuntos, los cuales consistía en buscar en su maleta algo de ropa para cambiarse, ya que por culpa del calor que había hecho esa misma tarde, causó que su cuerpo sudara y eso ocasionó que ahora estuviera algo pegajoso — ¿Puedo usar el baño? — preguntó dirigiendo su mirada hacia el morocho, quien asintió con la cabeza.

— Si, claro. Esta es tu casa ahora — comentó observando cada movimiento del contrario, sin darse cuenta de que se estaba dejando llevar por su imaginación, mientras analizaba con la mirada el físico del nuevo inquilino.

A pesar de que Simón se consideraba alguien alto, Ivanosky tenía una altura prominente, se podría decir que tal vez media 1.88, pero no estaba seguro, tambien tenia una estructura corporal robusta, pero no tanto como alguien que va siempre al gimnasio, y su apariencia albina resaltaba demasiado, mucho más aquellos ojos color turquesa, los cuales tenían un don para poner nervioso a todo aquel que los viera.

— Bueno — carraspeó — Te dejo para que puedas ponerte cómodo — exclamó McQueen cuando se dio cuenta de que había estado mucho tiempo embobado mientras miraba a Carson — Cualquier cosa que necesites, puedes llamarme — aclaró abriendo la puerta, ya que la había cerrado para tener algo de privacidad.

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