ESCRIBÍ ESTE ESPERANDO QUE SONARA COMO "IRIS" DE GOO GOO DOLLS ASÍ QUE SI QUIEREN OIRLA MIENTRAS LEEN CREO QUE SERÍA UNA BUENA IDEA.
En medio de la que podría haber parecido una noche cualquiera, Jake y Amy volvían de su catastrófica, increíblemente divertida primera cita. Si les pedían ser honestos, la verdad era que les había costado acostumbrarse en un inicio, pero ninguno quería despedirse ahora que estaba tan cerca de terminar.
Jake se había ofrecido a llevar a Amy hasta su apartamento, porque era un caballero (y porque necesitaba una excusa para pasar más tiempo con ella) y mientras conducía por las calles de una ciudad que nunca duerme, se dio cuenta con gozo que las luces de esta eran suficientes para alumbrar la sonrisa de Santiago. Mejor aun, alumbraban el rubor en sus mejillas, el que había sido causado por el frío, el alcohol y la forma en la que Jake la miraba.
Era posible que esa última tuviera un poco más que ver, considerando que la cena casi había acabado con todo rastro de los cuatro shots que Amy pidió. Ella no lo admitiría en voz alta pero lo prefería así, sólo porque de ese modo podría recordarlo por completo en la mañana.-Así que, fue una buena cita, ¿no te parece?-dijo un sonriente Jake cuando llegaron a su destino.
Amy asintió.
-Muy buena. Especialmente cuando dejé de intentar hablar en japones.
Ambos rieron mientras Jake detenía el auto y en el instante en el que se giró para verla y la descubrió mirándolo también, soltaron otra carcajada. Habían tenido una gran noche, lo que no era raro en lo absoluto. Siempre lo pasaban bien cuando estaban juntos.
Poco a poco el silencio regresó al vehiculo, aunque no de manera incómoda. Era en realidad justo lo que Jake necesitaba: un minuto, sólo un minuto, para sentarse y procesarlo. Pero ahí donde estaba, con Amy frente a él, no tenía cabeza para pensar en nada más que no fuera la chispa en sus ojos.
Era como si Jake no pudiera dejar de mirarla. Sabía que debía parar y sabía que debía despedirse pero no estaba seguro de tener ganas de hacerlo.
Para alivio suyo, Amy tampoco parecía tenerlas.Sin embargo después de un momento la misma suspiró, y con una sonrisa, le agradeció por haberla llevado al tiempo que estiraba la mano para abrir la puerta del auto.
-Aunque para ser sincera... no sé si realmente quiero ir a casa justo ahora.
Su voz había salido como el susurro de una mecha encendiendose justo antes de dejar que un par de fuegos artificiales estallaran en el cielo.
Jake lo supo. No podía sólo escucharla despedirse y tomar el beso que le había dejado en la mejilla como tregua en una noche tan llena de estrellas como esa.
Y que la vida acabase con él en ese mismo instante si no hacía algo para detenerla.-Ames.-la llamó de pronto, mas Amy se giró como si lo hubiera estado esperando-No vayas.
Pudo pasar un minuto o una hora, ninguno lo sabía con exactitud, lo único que les interesaba era abrir la puerta del departamento de Jake al que repentinamente habían llegado tras decidir que habían tenido suficiente del viejo Brooklyn que estaban recorriendo y del que ya conocían cada rincón.
Porque ¿qué más daba si algo de él había cambiado? Si otra tienda había abierto en la Quinta Avenida o si se había ido a la quiebra.
¿A quién le importaba nada de eso cuando las manos de Amy finalmente habían hallado el camino hasta las de Jake?
Peralta luchaba con sus llaves intentando que giraran correctamente en el cerrojo mientras besaba a la chica en medio de una urgencia creciente con sabor a sorpresa y a todo aquello que era nuevo. Pero era muy curioso, el hecho de que en el fondo, supiera también a amor.
A la clase de amor que tienes por alguien con quien has compartido todas tus mañanas durante una eternidad, el amor del momento en el que descubres que quieres seguir haciéndolo.
Sabía a primeras veces, y a darte cuenta de que no querrías tenerlas con nadie más.
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No Le Cuentes Al Precinto // (Peraltiago One-Shots)
FanfictionJake y Amy se conocían desde hacía años. A veces sólo hacía falta que se miraran para saber lo que el otro estaba pensando y en casos como este, era bastante obvio: no le cuentes al precinto. Todas las historias que nuestra pareja favorita nunca le...