Capítulo 9

7.5K 497 113
                                    

𝐂𝐀𝐏Í𝐓𝐔𝐋𝐎 𝐍𝐔𝐄𝐕𝐄| 𝗠𝗲𝗱𝗮𝗹𝗹𝗮 𝗱𝗲 𝗼𝗿𝗼

Pesadamente abrí mis ojos en cuanto los primeros rayos de la madrugada golpeaba levemente mi cara, no tengo ganas de levantarme de mi monísima cama. La alarma comenzó a sonar y me revolqué por la cama, Hugo abrió la puerta de golpe ya vestido y con nuestro equipo preparado.

—Y te dignas a despertar bella durmiente— caminó a mi cama cogiendo mi móvil.

—Deja eso ahí— lo amenacé sin quitar las mantas de mi cara.

—Joder, te espero en cinco— Hugo dejó el móvil en la mesa de noche para luego cerrar la puerta de mi habitación.

Recordé que jugaba Polonia... Papá ha de estar muy nervioso, mañana juega España.
Me cepillé un poco el cabello y sonó una notificación de mi móvil, pensé si cogerlo o no, pero como me fascina perder tiempo en cosas, lo revisé, Era Gavi...

Camino al entrenamiento —Abrí la fotografía adjunta al texto, Gavi y Pedri se encontraban en el carro y en sus mejillas tenían dibujada la bandera de Polonia.

—Pero que feosos.

—Feosos, pero con media España por detrás...y quién sabe si el mundo.

—¿Ahora quién tiene el ego alto Gaviota? ¿Tú o yo?.

—Claramente tú.

—Aja.

—¡Pero si es verdad!.

—Mejor entrena... por cierto, les queda bonita la bandera de Polonia en sus mejillas.

—Mejor te quedaría a tí.

Cerré el chat rápidamente con una sonrisa en mis labios, el color rojo subía a gran velocidad a mis mejillas, perfectamente me haría pasar por un globo rojo.

[...]

Pisé nuevamente la nieve... Sí, Llegué hace cinco horas a Canadá, la brisa me recibió salvajemente, mi nariz roja por el frío, cogí mis antiparras y observé el horizonte, hermosas montañas cubiertas por la delicada blanca nieve.

—Si no estás preparada, no te obligaremos— la voz de mi mister resonó en mi mente.

—Si puedo...

—¡Perfecto! ¡Confiamos en ti!—Palmeo mi hombro igual que papá... Lo extraño.

Arranque manteniendo mi ritmo, hice todas las rondas aumentando mi velocidad, observé como las personas paraban a descansar, por mi parte no pararía hasta sacar lo último de mí.
Se sentía libre, podía ser yo... Solo yo, o eso creía. Gavi y Pedri se cruzaban por mis pensamientos.

—¡Increíble! Regresaste mejor que nunca— todos me aplaudieron felizmente formando una sonrisa en mí.

—¡Muchas gracias a vosotros!.

Quité mis botas de nieve y guardé mis guantes, alguien me abraza por detrás y elevándome.

—Joder tío, ¡casi me matas del susto!— reí bajándome del abrazo.

𝐐𝐔𝐄𝐕𝐄𝐃𝐎 - Pablo Gavi / Pedri ★Donde viven las historias. Descúbrelo ahora