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Iba tan tarde que llegar hasta me parecía un descaro. El auto se me había descompuesto. Descompuesto! Se me había pinchado una rueda en la mitad de la autopista Riccheri. Y ahora iba tarde a mi primer trabajo, el cual era nada más y nada menos que ser fotógrafa de la selección Argentina. Justo hace unos meses un fotógrafo se había retirado y había quedado un espacio vacío.

Mi profesor de fotografía en ese entonces, Manuel Gallardo, conocía al Chiqui Tapia desde peques, y cuando este le preguntó si él conocía a alguien que lo pudiera reemplazar me eligió a mi. En clase nunca me callaba del fútbol. De Messi, de la Scaloneta. Era como una plaga que invadía todos mis sistemas a la misma vez.

El día que Argentina ganó la Copa América contra Brasil no me presente a clases. Llegué al día siguiente con media cabeza teñida de azul y la otra de blanco. Era recontra obvio que yo quería trabajar con la selección. Todos mis proyectos los hacía del fútbol. En todas mis fotos había una pelota.

Y ahora, que tenía el trabajo que yo quería, y el puto auto de mierda se me descomponía a dos kilómetros de llegar al predio.

Desesperada, me bajé del auto. No había mucho que pudiera hacer; la llanta delantera estaba completamente pinchada.

- La puta madre - dije entredientes.

Decidida a algún día pisar el mismo piso que Messi, puse el auto en neutro y lo comencé a empujar a un lado de la autopista.

Después de unos sólidos diez minutos, mi bocho Volkswagen se encontraba afuera de la autopista y atrás de unos arbustos. Deseándole lo mejor a mi amado auto, me fui caminando hacia el predio. De donde yo estaba se veían las banderas y los letreros de la entrada; - no es tan lejos - me dije a mi misma.

20 minutos después, me encontraba peleando con un guardia de seguridad del predio de la AFA sobre mi entrada.

- No te puedo dejar pasar linda - me repetía el hombre con un tono machista.

- ¿Pero por qué? Ya te mostré el email del Chiqui, tengo una carta escrita que hoy era mi primer día y por eso no traía credencial. ¡No tengo mi puto auto por que esta descompuesto a dos kilómetros de aquí! - exploté contra el guardia.

- Perdón pero órdenes son órdenes, bonita - dijo y se volvió a dejar pasar un Rolls Royce que se acercaba a la entrada. Las ventanas de este estaban teñidas de negro, por lo cual no podía distinguir a la persona que venía dentro.

Lentamente el auto llegó a donde yo estaba y para mi gran sorpresa alguien abrió la puerta desde adentro. Me acerqué a ver quien era y vi la cara de mi gran amigo.

- ¡Ehhh Wacha! - dijo la voz ronca de Nicolás Otamendi.

- ¿Nico? - pregunté estupefacta. -¿No estabas por allá en Portugal?-

- Si Anto, pero regresé a casa ante' de la copa- me dijo con una gran sonrisa. Después se tomó un momento para analizar la situación en la que yo andaba.

- Por cierto ¿Qué hacés acá guapa? ¿Y tu bocho? - pregunto un poco preocupado. - Vi uno al lado de la autopista cuando venía para acá, pero ¿ese no es el tuyo verdad?

Mi pequeña sonrisa le reveló la respuesta.

- Sos una loca Antonia - me dijo con una risa. - ¿Cómo lo sacaste de la autopista?

- Lo empujé - le respondí.

- Vos me vas a dar un paro cardíaco algún día, ¿oíste?

- Che, se me descompuso y no tenía nada más que hacer - me defendí. - Y además tenía que llegar al predio a tiempo.

LA FOTÓGRAFA (Lionel Scaloni x FEM!)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora