ᵕ̈ Todos los créditos a; @Sharlito
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— Te dije, no ser fácil volver.— le susurró Jungwon al azabache apretando un poco más su mano. Jay no podía decir nada, todos esos extraterrestres lo estaban mirando como si quisieran matarlo.
Algunos tenían pelo azul, más todo su cuerpo pintando en una tonalidad similar, otras de amarillo, naranja y entre colores que jamás había imaginado en una persona. Claro que existían los tintes pero ya le quedaba claro que era natural en ellos. Supo que diferenciar entre mujeres y hombres seguía siendo fácil al ver los senos de las mujeres y al nombre no, al menos eso no cambiaba porque si descubría a mujeres con tres senos iba a enloquecer verdaderamente.
Aún no lloraba o reía de miedo porque pensaba que todo era un simple sueño, pero en el fondo sabía que era realidad y que quería comenzar desde cero, quizás olvidar un poco su sufrimiento en la tierra.
Jungwon alzó el brazo, haciendo una seña con los dedos, algunos de ellos se tranquilizaron y bajaron sus defensas pero algunos todavía no confiaban en él. Y era para esperarse, muy justificable, era un ser humano, tan extraño para ellos como viceversa. Jungwon era el único que parecía saber de donde venía y quien era.
El pelirosa habló en un idioma ininteligible para él, aquellos que lo examinaban con la mirada posaron sus ojos en las vendas de su cuerpo, que estaban manchadas de sangre roja. Jungwon siguió hablando, suponía él que explicando.
Luego de minutos un chico con cabellos largos rojos lo interrumpió alzando su idioma y el tono de voz, Jungwon bajo la cabeza y se arrodillo cuando más atrás de ese chico apareció un ser todavía más aterrador y grande que ellos.
Era flaco, sus cabellos y todo en él desprendían pureza de un color dorado brillante, verlo era increíble. Le dijo algo a Jungwon y éste se levanto sin soltar su mano entonces le dijo.
— Arodillarte junto a mí, e imitar mis movimientos, si no hacerlo ellos sacrificarte para el God-ofort.— susurró en voz baja de nuevo. Jay quiso negarse pero al ver los lindos ojos del pelorosa acató ordenes. Entonces Jungwon hizo una seña con la mano y él la imito, así seguidamente todas las que hizo después.
Cuando pareció que terminó, el rubio beso su frente uniendo sus narices en un beso esquimal.— Imitarlo, Jay.
Jay suspiro, besó su frente suave y luego junto sus narices en un beso esquimal, Jungwon sonrió, con la tierra que tenían debajo de los pies tomó un puñado y lo arrojo al cielo, Jay lo imitó sin que se lo repitiera.
Todo le parecía tan extraño, pero de alguna forma bonito.
El chico dorado alzo el brazo e hizo una seña, todos los demás lo imitaron, Jungwon sonrió un poco suspirando de alivio. El chico dorado de acerco a Jay y beso su frente, como dando la bendición. Así mismo se retiró con el chico rojo, haciendo que la gente se dispersara.
Jungwon lo guió de vuelta a la casa y lo miro con pena y algo de miedo.
— ¿Qué fue eso?—. Preguntó frunciendo el ceño. Jungwon se mordió sus uñas rosas, angustiado— Dime, Jungwon.
— No poderte ir nunca, nunca, nunca.— se agachó a sus pies y los besó, pidiendo perdón de esa manera. Jay se asustó agachándose con él, no tenía porque hacerle eso.
— ¿Por qué? ¿Por qué no puedo irme?
— Eso de afuera... fue nuestro casamiento... si no hacerlo, tu muerto por god-ofort...— explicó en un susurro. El azabache se quedó estático, mirándolo con ojos grandes, esta vez no sabiendo que sentir— Ser una criatura gustosa de sangre roja, como tú. Si no hacerlo, sacrificarte y tu hubieran incurtido.
Jay se imaginó en un tuvo lleno de agua con diferentes cosas mientras se moría ahogado por se incurtido. Se estremeció negando.
Quería gritar, patalear, molestarse y llorar pero nada de eso ocurrió, en su mente llegó la voz de su mujer muerta diciéndole que era una nueva oportunidad de vida. Entonces atrajo al pelorosa y lo abrazo.
— Esta bien, gracias por salvarme, esposo.— bromeó un poco, acariciando su espalda suavemente. Jungwon se estremeció de risa abrazándolo de regreso― ¿Ya no me pasará nada? ¿Ahora que debo hacer?
— No, ya estar bien. ¡Ahora, tener crías y crear casa más linda!—. Respondió suave y eufórico. Jay rió suavemente dejándolo ir un poco.
Esto le parecía irreal, pero de buena manera, eso, un nuevo comienzo. ¿Por qué no quedarse y tener a este lindo extraterrestre? ¿Por qué no tener crías con él y crear un casa más grande? ¿Por qué no... amarlo?
— ¿Y cómo vamos a tener crías? Y ¿qué usas para hacer una casa más grande? —. Preguntó interesado.
No había pasado dos días y estaba olvidando la tierra, y a todo lo que eso se tratara. Sentía que tenía que ser parte de este mundo rosa y fantástico. No sabía y suponía que jamás sabría donde estaba, pero no importaba porque ahora tenía a Jungwon a su lado.
— ¡Hay muchas cosas que enseñarte! ¡Ven, ven!—. Así agarrados de la mano lo saco de nuevo, corriendo por la arena rosa persiguiéndolo con las atentas miradas de los demás sobre ellos.
Para ellos también era irreal ver a alguien tan diferente a ellos ahí, pero al ver la felicidad que desbordaba hacía Jungwon inmediatamente lo quisieron como a uno más de los suyos. Porque desde que el rey lo aceptó, ellos también.
Y Jay iba a valorar esto como nunca antes, porque se prometió a si mismo no volver a descuidar lo que amaba de verdad.
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Pinkly Fantastic World ⋆ ˚。 JayWon
Aléatoire⋅┊ೃ⋅┊ೃ⋅┊ೃ⋅┊ೃ⋅┊ೃ Por hares del destino, Park Jongseong un bien conocido astronauta es mandado por quinta vez a las alturas con la única diferencia de que en está no estará preparado para caer en un mundo mágico y completamente nuevo para él, luego de...