Parte 8

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En el momento en que Jung-kook detuvo el coche delante de la casa, el mayordomo, salió a recibirlos con una expresión de preocupación en la cara.

—¡Gracias a Dios que ha vuelto monsieur! Madame Josephine sufrió una caída después de comer.

—¡Dios mío! ¿Le ha visto el médico?

—Oui, monsieur.

—¿Y que ha dicho? ¿Hace falta llevarla al hospital?

—Madame se negó a ir al hospital y el doctor Flourth dijo que podía recuperarse en casa. Ahora está descansando y me ha pedido que en cuanto usted y el joven Park volvieran les dijera que fueran a verla. Me temo que está bastante nerviosa y monsieur Kim está muy preocupado.

—Me lo imagino —dijo Jung-kook muy serio—. Subiremos inmediatamente —mientras atravesaba el patio interior y se dirigía a las escaleras se giró para mirar a Jimin—. Sígueme.

Namjoon, bastante afectado y tembloroso, les abrió la puerta de un espacio amplio y elegante con sala de estar, un pequeño comedor y un estudio. En cuanto entraron les condujo hasta el dormitorio.

Josephine estaba recostada en la cama rodeada de cojines como si fuera Cleopatra.

—Así no es como yo pensaba pasar los próximos días —dijo la enferma mientras invitaba a Jimin a sentarse en la cama junto a ella—. Me he torcido el tobillo y me temo que es algo bastante desafortunado teniendo en cuenta todo lo que tenemos que organizar durante los próximos días.

—No te preocupes por eso, nos las arreglaremos —le dijo Jung-kook con cariño desde un lado de la cama—. ¿Cómo te caíste? Supongo que tenías prisa como siempre y no miraste dónde pisabas.

—¡No me eches la culpa a mí! —le replicó Josephine enfadada—. Fue culpa del endiablado perrito. Desde que Wolsig le ha tomado cariño siempre está en medio, es un milagro que no me haya roto el cuello.

El ceño de Jung-kook se convirtió en sonrisa.

—Eres una mujer indestructible, ma tante y no sé por qué estamos aquí consolándote. Si alguien necesita consuelo, seguramente será el perrito.

—El perro está perfectamente —dijo Josephine con tono irascible—. Y tú tienes cosas más importantes de las que preocuparte. ¿O acaso se te ha olvidado que la gente de French Trade Envoy y sus acompañantes vienen hoy a cenar y se quedarán aquí hasta mañana?

—¡Maldita sea! Sí, se me había olvidado.

—Ya lo sabía yo. Bueno, tienes suerte de que Jimin esté aquí para reemplazarme como anfitrión o tendrías que enfrentarte a monsieur Pelletier y su insaciable mujer tú solo.

—¿Yo? —intervino Jimin—. ¿No lo decís en serio, no? Es Taehyung el que debería ocuparse de esto.

—¡Por Dios, querido! —replicó Josephine—. Taehyung y Yongui están demasiado pendientes el uno del otro como para poder ocuparse de otras cosas. Los invitados podrían atragantarse y desmayarse en la mesa y ellos no se darían cuenta. No, tú eres nuestra única alternativa.

—Me temo que mi tía tiene razón —dijo Jung-kook—. Taehyung no puede encargarse de esto, ahora no. Está demasiado nervioso con la boda.

—Efectivamente —dijo Josephine con una sonrisa victoriosa—. Y ahora que estamos todos de acuerdo, Jung-kook, dile a Namu que te acompañe hasta la puerta. Creo que la cocinera quería que dieras el visto bueno a unos cambios en el menú. No, querido, tú no —le dijo a Jimin cuando este también comenzó a levantarse—. Tú quédate y hazme compañía un rato.

Antes de irse, Jung-kook le tocó suavemente el hombro a Jimin, lo que hizo que el pulso de esté se acelerara.

—¿Jimin, puedes venir a la casa media hora antes de la cena para recibir a los invitados juntos?

SEGUNDAS OPORTUNIDADESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora