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Hace mucho que el viejo sistema de hacer que los menores comieran en una mesa aparte había caído. Si bien prevaleció pese al intento de rebelión de Lincoln cuando tenía once años, este se mantuvo hasta el año pasado cuando las gemelas cumplieron la misma edad, no viéndole caso el dejar únicamente a Lisa y a Lily comer solas, esperando que por lo menos la mayor tuviese la suficiente madurez para comportarse debidamente, mientras que Lily, al ser ya una niña de siete años, consiguiera guardar el suficiente decoro. A todo eso sumarle que, a esas alturas en casa, contando a los padres, sólo quedaban ocho integrantes en total, por supuesto en su mayoría la mitad de los hijos del matrimonio Loud.
Lincoln con cierto nerviosismo escuchaba a Lucy, su hermana adolescente gótica de catorce años, contar en la cena unos problemas que la secundaria atravesaba a causa de un recorte en los fondos escolares, aunque apenas y le hacía caso, pues dándole pequeñas e indoloras patadas por debajo de la mesa, Lana a su lado demandaba su atención.
Al verla incómodo, la jovencita le mandó miradas traviesas y risueñas, a la vez que jugaba con su comida, poniéndose dos mini zanahorias dentro de la boca fingiendo que eran colmillos con los que pretendía imitar de forma burlona a Lucy, lo que muy a su pesar le causó gracia al chico de diecisiete años.
—Basta, Lana —su madre la amonestó ligeramente—. No juegues con la comida. Eso se ve mal.
—Sólo me divertía, mamá. No recuerdo que a Luan le llamaras así la atención, incluso antes de que se fuera a la Universidad.
Rita suspiró.
—Es diferente. Con tu hermana me rendí, pero contigo todavía tengo esperanzas.
Lola, al lado contrario de Lincoln, se rió como si eso fuese un genuino chiste.
—Es conmovedor tu optimismo, mamá. Pero creo que más fácil te hubiera resultado cambiar a Luan con el tiempo.
Fingiendo sentirse indignada, con una sonrisa socarrona Lana le mostró la lengua a su hermana, quien le devolvió el gesto imitándola, ocasionando que Lincoln se riera.
—Y por supuesto esta es tu manera de responder con madurez.
Lana le sonrió a Lincoln por la manera en que él le contestó a su gemela, mientras que Lola, aparentemente ofendida, regresó su atención a la comida.
El chico sintió una delicada caricia en la pierna derecha que comenzó desde el talón y fue subiendo hasta quedar por encima de su rodilla. Se volvió hacia Lana divertido por la forma en que interpretó le estaba agradeciendo el ponerse de su lado. Sin emitir palabra, pero moviendo los labios, le murmuró temiendo que alguien en la mesa se diese cuenta de lo que trataba de decirle: "Basta".
Lana extrañada le preguntó del mismo modo: "¿Qué?"
Y la caricia con el pie que tanto estaba disfrutando, concluyó bajando y propinándole una buena patada en la espinilla que lo obligó a apretar los dientes para evitar gritar teniendo que soportar el dolor.
Consternado, se asomó brevemente por debajo de la mesa, alcanzando a notar el pie de Lola regresar a su lugar. Al mirarla con sorpresa y temor, la diva con tranquilidad le dirigió una sonrisa altanera.
—¿Te pasa algo, Linky? —Lily le preguntó preocupada, pues aburrida de lo que Lucy seguía contándoles, prefirió mirar a su hermano, entretenida por los divertidos gestos que hacía cuando hablaba con las gemelas.
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El secreto de nuestro corazón
FanfictionHay tres cosas importantes que Lincoln y Lana saben muy bien. Nacieron para estar juntos. Nadie puede enterarse de lo suyo. Y que algún día conseguirán continuar juntos por siempre. "Por comisión".