Capítulo I: adán

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La noche de un jueves Adán y sus amigos celebraban a lo grande en un antro-bar a las afueras de Ciudad Guzmán, todo era alegría y diversión, pero comenzaba a hacerse tarde ya, por lo que la multitud que abarrotaba aquel lugar comenzaba a retirarse poco a poco.

El ambiente era tan bueno que Andrea no quería que la noche terminara ya, sin embargo, los demás de sus amigos creían pertinente el irse ya.

Adán no quería dejar sola a Andrea por lo que le pidió a Elena que, si podía quedarse un momento más, hasta que esta viera un poco más vacío el lugar y accediera a marcharse ya.

Siendo así, Adán y los demás se marcharon de aquel lugar en el auto que Kevin manejaba, todos ambientados cantaban y celebraban mientras que a su destino llegaban. Las calles de Ciudad Guzmán se alejaban, mientras más a la carretera se adentraban.

Una neblina espesa comenzó a devorar el camino, Kevin bajo un poco la música para poder concentrarse más al manejar, los demás amigos se molestaron pues ellos seguían en el mood de celebrar, Kevin insistía en que era para concentrarse más en el camino, por lo que Adán en modo burlesco decía:

– Ay Kevin jaja, estuvo buena la fiesta, invítame de lo que te metiste para ver las canciones con todo y sus letras.

Kevin – No seas tonto, solo me quiero concentrar porque no se ve nada y no quiero que nada malo vaya a pasar.

Adán no entendió y a la música le subió. Siguieron avanzando cada vez más, hasta que en el camino unas grandes luces comenzaron a brillar. Muy intensamente lo hacían, sin titilar. Todos quedaron vislumbrados y Kevin hizo una gran maniobra para no colisionar con aquello en ese lugar.

Ah pero que buen susto se acaban de llevar, pues un gran camión acababan de esquivar. El ambiente de fiesta se desmorono y pobres chicos hasta el moco se les salió.

Lo bueno que no faltaba tanto para llegar.

Unos minutos después Adán arribo hasta su hogar, los chicos se despidieron y siguieron así sin más, Adán se sentía un poco entumecido y con mucho frio.

Sus manos temblaban, no podía casi sostener las llaves para a su casa entrar, pero pobre chico no era para menos pues el susto de su vida se acababa de llevar.

El viento soplaba y soplaba muy fuertemente, mientras arrastraba la suave brisa que traía consigo la neblina, la cual cubría de a poco su piel y parecía que al oído le susurraba. Adán se apuraba a tratar de abrir aquella puerta, pero sus manos temblaban tanto que parecía una misión imposible. La suave brisa se volvía cada vez más fría, el ambiente era cada vez más hostil y parecía que Adán comenzaba a alucinar, pues pegado a su oído escuchaba hablar, una voz de una chica que le susurraba "aquí estoy" Adán se espantaba cada vez más y pensaba que se había pasado de copas, pues esto ya no era normal, él simplemente quería despertar.

Finalmente, aquella puerta accedía, parecía destrabarse después de tantos intentos de aquel desesperado muchacho. Sin embargo, parecía que el frío había hecho que la puerta se atrancara, pues, aunque la empujara con todas sus fuerzas la inmensa puerta no se movía, ni un milímetro siquiera. Adán cada vez se apanicaba más y quería que esté mal viaje terminara ya.

De nuevo la brisa le susurraba al oído diciéndole "me escuchas" Adán asustado sin pensarlo más, pateo la puerta con toda su fuerza en 4 ocasiones, en la última esta por fin se abrió y el muchacho finalmente entró.

Rápido la cerró y para pronto se derrumbó, al piso rápido cayó, él creyó que ya todo terminó y que por fin a salvo quedó.

Pero la oscuridad en un instante del lugar se apoderó, el vacío de aquella habitación era inmenso y Adán más mal se sintió. Derrotado en el suelo frío, pronto en su madre pensó.

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