Capitulo IV: Verónica

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Y aquel día lluvioso de verano del 2016, sin saberlo mi vida para siempre cambio.

De estar divagando en otra dimensión, ella ante mis ojos se atravesó, radiante como el gran sol, sin conocerla tocó mi frío y destrozado corazón, el cual con sus pequeñas y delicadas manos moldeó.

Con tan solo verla en un segundo me transporto a esta tierra, donde por las noches brillan miles de estrellas y de a poco en poco ella me demostró que este mundo a su lado era mejor.

Sus ojos color miel deslumbran a todos aquellos que los ven, su ternura e inocencia hacen en ella la diferencia.

Mi errante y decadente ser, que como vagabundo por el universo fue librando mil y un batallas sin encontrar esa sensación de la gran llama que el tanto anhelaba.

Viajero del tiempo y de dimensiones, buscando siempre su razón, por todo el universo se trasladó, haciendo siempre de las suyas en las vidas de tantas criaturas quedando en ocasiones como el bueno o como el malo, como el héroe o el gran villano.

Los milenios vio pasar sin su razón encontrar y nunca iba a imaginar que cuando su último momento casi iba a llegar, encontraría a una delicada criatura que con peculiar hermosura a su alma hacía vibrar.

La observo con preciso cuidado en aquella tarde lluviosa de verano y transformándose en un extraño a ella se acercó y con una pequeña sombrilla a ella cubrió.

Con su carita empapada ella sonrió y a mí por dentro me estremeció.

Pronto ella preguntó si yo también esperaba aquel tren y así comenzó aquella plática que me llevo a conocerla un poco mejor.

Al momento su tren llegó y ella rápido se trepó, por las vías de mí se alejó.

Desconcertado yo quede pues de mis peculiaridades y rarezas no se quejó, aunque fuera un desconocido ella conmigo platicó.

Día con día me la encontraba en aquella parada y junto a ella aquel tren siempre esperaba, el tiempo de espera yo disfrutaba pues con ella platicaba y una gran amistad entablaba.

Inteligente, talentosa y habilidosa, aquella chica de noble corazón a mí me enseñaba todo lo bonito que la vida nos daba, sin embargo, por los milenios yo caminé y sabía que cosas malas, aunque fuera feo decirlo también pasaban.

Por lo que con mi último aliento me juré que mientras estuviera vivo a ella protegeré, pues la malicia no es parte de su corazón y el mundo se la podría comer, sin ser justo perder a tan peculiar ser.

Día tras día con ella platicaba aquellos escasos minutos en aquella lejana parada, al conocerla comprendía que quizá había desperdiciado mi vida.

Pero yo me alegraría pues finalmente dentro de mi aquella llama ardía, aunque fuera en mis últimos días logré vivir esa peculiar sensación de haber encontrado mi razón y quién lo diría que la encontraría en este pequeño mundo que en su momento lo dejaría, por vivir las aventuras que constituyen la historia de mi vida y que un día regresaría a terminar feliz el último capítulo de mi vida.

Aquel maldito día desde lo lejos yo te veía como contenta corrías por aquel trozo de papel que ustedes los humanos llaman dinero, el cual se encontraba tirado al lado del andén y aquel mal nacido ser a ti no te vería y sin querer te empujaría a aquellas vías del tren.

Yo pronto correría, pero tarde llegaría y mi corazón se partía al ver lo que pasaría, sin embargo, recordaría que a la consciencia mayor yo acudiría y ante ella me presentaría para cambiar tu linda alma por la mía.

El viejo sabio acepto y los hechos cambió, yacía ya mi cuerpo tirado sobre aquellas grandes vías, sin embargo, tú desde lo lejos sonreías, así como siempre lo hacías y yo mi promesa cumpliría de protegerte del mundo, aunque me costara mi vida, así mi última página termino y por fin el gran ciclo se cumplió y el tren sobre mi paso.

"Respira", anda no debes morir, que por fin la vida después de siglos la comenzaste a vivir.

Pero mi corazón ya no pudo resistir y por fin ha dejado de latir, aunque aún no me quiero yo ir, antes yo me quisiese despedir de ti. Lastimosamente tú a mí no me pudiste ver, pero ahí estuve esperando a tu lado como a diario lo hago en aquella lejana parada de tren y como siempre me cerciore de que tú lo tomaras con bien.

De pronto en el espacio me comienzo a desvanecer y estoy triste de no volverte a ver, sin embargo, tus bonitos recuerdos me llevare y en forma de brillantes estrellas los verás crecer.

Y desde lo alto, aunque consciente ya no esté, ten por seguro que encontraré la manera y de ti por siempre protegeré.

RespiraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora