El porfiriato

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—Se que Francia estuvo aquí hace una semana.

El estadounidense dijo a la mitad de la cena, retando a México a decir algo en contra de la acusación. Se le quedó mirando al rubio un momento, analizando el comentario detenidamente, tratando de comprender lo que Estados Unidos trataba de lograr al mencionarlo.

Había un tono acusativo en su voz, pero eso era una constante hace tiempo ya. Parecía hambriento por algo de lo que acusar al mexicano, algún error, por más pequeño que fuera.

Pero, si sabía algo de la visita de Francia ya hubiera dicho algo. El estadounidense no era alguien que fuera penoso o delicado si sentía que ya tenía una hipótesis. Por lo que Mexico dijo:

—¿Y qué importa? Porfirio lo invitó.

No era completamente verdad. El presidente había sido el que extendió la invitación, pero él no se había opuesto a ella. Las visitas del francés eran una de las pocas cosas que le traían felicidad. Aún así, en frente del rubio, necesitaba ser estoico. Podía pretender que el francés no significaba nada para él. La idea era del presidente, nada más, aunque pudiera todavía sentir un pequeño punto en su cuello que decía lo contrario.

Lo podía sentir contra el cuello de su camisa, un discreto recuerdo de su pequeño secreto. Estaba lo suficientemente desvanecido que, a menos que Estados Unidos lo estuviera buscando detenidamente, no podría notarlo. Y esa era la intención, ya que cualquier sospecha destruiría la poca felicidad que el moreno todavía tenía. Si el más alto lograba forzarlo a tener sexo de nuevo, no notaría nada.

—¿Esperas que crea que tu presidente ha estado invitando a tu ex amante solo como amigos? — contestó el estadounidense, hundiendo su tenedor el su comida.

Hizo una pausa, y se formó una pequeña sonrisa presumida en sus labios. Fue lo suficiente para revolver el estómago del mexicano. Estados Unidos continuó hablando, con el tono de un hombre que acababa de ganar una discusión.

—En especial varías visitas.

México sentía su mano formar un puño donde descansaba sobre su muslo, debajo de la mesa. Qué no daría para poder meterle un puñetazo y tirarle todos los dientes, borrando esa estúpida sonrisa.

Solo pudo pensar con ira: "espero que te ahogues con la comida que te prepare, maldito imperialista hijo de puta."

El sentimiento de odio era intoxicante. Se sentía como tomar un trago de vino que no había probado desde que abandonó Madrid. Era familiar estar tan cerca de alguien a quien odiaba tan profundamente.

Los ojos de Estados Unidos lo observaban, esperando una respuesta para lo que era un punto maravilloso.

—No se que es lo que piensas, Alfred. Pero te digo que Porfirio ama todo lo que es francés y le encanta tener a Francis aquí.— finalmente contestó el moreno, sin permitirse sonar nervioso.

Sabía que no era una mentira. Él nunca le había pedido a Francia que lo visitara, pero nunca había sido necesario. Su presidente lo ofrecía lo suficiente y Francia nunca se había negado.

Pensó amargamente que el francés era el único que parecía genuinamente querer verlo, y probablemente sólo era para usar su cuerpo. Pero la manera en la que Francia lo abrazaba y acariciaba su cabello hasta que se durmiera, se sentía más amoroso que solo sexo. Era fácil sentirse amado cuando comprabas eso con las forzadas demandas del estadounidense.

— ¿Qué demonios le gusta tanto de los franceses?— Estados Unidos dijo, enfadado—¿Se le olvida que te invadió?

México se mordió el labio, tratando de parar la respuesta que deseaba darle al rubio. Eran muy groseras las palabras que querían salir de su boca:

"Tú también me atacaste y le caías bien a Juárez"

Quería gritar lo hipócrita que el estadounidense era, pero se forzó a tragarse sus palabras. Con una falsa sonrisa le contestó al más alto:

—¿Puedes realmente explicar cualquier cosa que hacen los presidentes? Porfirio dice que los franceses son la cumbre de la civilización y si tú quieres cambiar su opinión puedes intentarlo.

Estados Unidos se mantuvo en silencio por un momento, mientras devoraba con gusto su comida. México había perdido el apetito por completo, por lo que tomó su copa de vino y le dió un trago.

Una de las gruesas y rubias cejas del estadounidense se alzó de una manera presumida y frustrante.

—¿Y disfrutas de sus visitas?— preguntó el más alto— ¿Las disfrutas como disfrutaste su imperio?

El tono de su voz era acusatorio y era claro lo que trataba de decir. No había parado de echárselo en cara a México desde que se había enterado. Parecía obsesionado con la idea de que Francia era su gran rival, y que los encuentros sexuales durante el imperio habían estado llenos de significado y cariño. El moreno había empezado a sospechar que Estados Unidos le tenía miedo a un hombre que realmente era mejor que él en la cama.

México dejó salir un largo suspiro, tratando de calmarse antes de contestar, aunque su tono traicionó su molestia.

—¿Por qué no sólo eres honesto, Alfred? Dime lo que crees que estoy haciendo con Francis.

Sabía lo que el rubio iba a responder, pero quería que lo dijera. Quería escuchar la acusación de manera explícita y rechazarla.

—Dime que nada está pasando entre tú y ese francés.—la mirada del rubio se posó en él, molesto— Quiero escucharte decir que no estás teniendo sexo con él cada vez que viene.

México sentía el pulso de una vena en su frente. Sabía las palabras que quería decir. Las sabía perfectamente bien.

"Quisiera que supieras lo que hice y que tuvieras que ver todas las marcas. Quisiera que pudiera ver tu estúpida cara y decirte que eres un cornudo de mierda."

Pero el moreno se tragó sus palabras. No podía anunciar su odio en voz alta, aunque lo sintiera arder en sus venas. Solo dijo:

—¿En serio piensas que duermo con él durante sus visitas diplomáticas? ¿Vas a estar celoso de toda visita porque los besé una vez?

Era fácil pretender que la sugerencia de una infidelidad era insultante e improbable, aunque no lo fuera. Tenía una cantidad de enojo para regalar, y odio a montones.

Pero la actuación no hizo que nada cambiara en la mente del estadounidense.

—Solo dilo.—repitió con firmeza— Di que nada está pasando entre ustedes.

México apretó su mandíbula en respuesta a la orden. Pero si eso era lo que haría a Estados Unidos feliz, entonces puede decirlo. No importaba que fuera una vil mentira.

—Perfecto.—el mexicano contestó entre dientes— No está pasando nada.

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Notitas:
Espero que les haya gustado. He tratado de traducir de una manera constante los one shots y los capítulos, tratando de decidir qué traducir después.
No se si vaya a seguir actualizando tan constantemente en los próximos días. Ando sad :v
Muy sad
Tonces pues si, tal vez sea la ultima actualización en un rato.

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USMex a través de la historia. 🇺🇸x🇲🇽Donde viven las historias. Descúbrelo ahora