Después de la caída del segundo imperio +18

431 29 2
                                    

—Estás dudando.

La voz de Estados Unidos reprochó. México sabía que estaba en lo correcto. Ya se encontraba sentado sobre el rubio pero el bajar para penetrarse con el pene del hombre se sentía como comprometerse aún más. Se sentía como aceptar que se rendía y sometía ante Estados Unidos.

Pero ya había dicho que lo haría, y no había manera de arrepentirse. Dejó salir aire por su nariz y trató de prepararse.

Su mente seguía regresando al segundo imperio, aún cuando trataba de detenerse. Esos ojos azules no lo ayudaban. Le recordaban a alguien más, aunque los ojos que lo veían eran todo menos gentiles. Tenía que mantener ese pensamiento en su cabeza: deja de pensar en él. Él está en una cripta en Viena ahora. No volverá a ti.

El estadounidense perdió la paciencia y lo tomó con fuerza de las caderas, seguramente dejaría moretones. Y dijo:

—Déjame recordarte a donde perteneces.

Jaló a México completamente a su regazo, negándole cualquier oportunidad de hacerlo con lentitud. El moreno dejó salir un quejido con la sensación de el rubio penetrándolo tan profundamente tan rápido.

Trató de encontrar las palabras, pero su mente era un caos. Pero al parecer Estados Unidos quería seguir hablando.

—Eso es, mucho mejor.

México decidió que lo mejor sería subir su ego, por lo que dijo:

—Estás muy adentro. Necesito un momento.

Necesitaba una pausa para acostumbrarse y sentía que el rubio era lo suficientemente impaciente como para comenzar a moverse de inmediato.

—Que sorpresa, con lo mucho que has estado prostituyendote, yo pensaba que estarías acostumbrado a que te cojan.

Eso estadounidense rió como si lo que acababa de decir fuera entretenido y no extremadamente ofensivo. El gringo añadió:

—Pero aún estás tan apretado.

Enfatizó la oración con un beso en el cuello de México con un poco de dientes rozando contra su piel. Se sintió como una advertencia de que su intención era dejar todas las marcas posesivas que pudiera.

México sabía que era lo que tenía que hacer y tratar de evitarlo solo haría que la situación se volviera más tensa. Comenzó a moverse, tratando de hacer que la primera embestida durara lo más posible. Aún no se sentía bien, pero la manera en la que Estados Unidos inhaló le decía que se sentía bien para él.

Estados Unidos soltó sus caderas y el moreno lo tomó como una señal de aprobación. Se movió lentamente, sus caderas moviéndose, penetrándose unas cuantas veces más mientras el estadounidense utilizaba la oportunidad para besar su pecho y clavículas, dejando marcas por donde pasaba. Pequeñas marcas que marcaban su propiedad.

Pero su paciencia con el ritmo lento del mexicano se acabó rápidamente y dijo entre dientes:

—Ve más rápido.

Era una orden y una muy seria. México dudó, sentía que si aumentaba el ritmo le dolería. Su momento de duda fue suficiente para molestar al gringo.

Las manos se apretaron dolorosamente en sus caderas y México vió los ojos del estadounidense volverse gélidos.

—Dije que fueras más rápido.

Estados Unidos marcó un paso salvaje, utilizando el agarre que en el mexicano para moverlo con facilidad. Era dolorosamente rápido y México estaba seguro de que las manos del estadounidense quedarían marcadas por un largo tiempo en sus caderas.

Pero Estados Unidos estaba logrando golpear un punto que hacía a México gemir contra su voluntad. El moreno encontró su voz y trató de rogar por un ritmo más tolerable.

—Alfie, por favor-

Sus propios gemidos lo interrumpieron mientras el más alto golpeaba el punto perfecto dentro de él una vez más.

—Jaja ¿Te estás escuchando?— rió el gringo con crueldad— Please.

El estadounidense continuó burlándose. Dejando salir otra cruel risa, riéndose de algo que solo él encontraba gracioso.

—Eres tan ridículo. ¿Crees que suenas como un imperio?— las uñas del rubio se enterraron en la piel del mexicano, posesivo y doloroso— ¿Crees que te ves como uno?

El americano se contestó a sí mismo, ya que estaba esforzándose por dejar a México sin aire con la manera en la que golpeaba su próstata.

—No, te ves como una puta barata. Nadie podría creer que tú podrías ser un imperio. Estás hecho para montar mi pene.

México quería decirle que estaba equivocado, pero decidió cerrar la boca. Se suponía que tenía que mantener a Estados Unidos feliz, y lo haría aunque significara tragarse cada palabra de odio. Mordió su labio para mantenerse callado y hacer que la situación empeorara. Pudo saborear la sangre.

Sintió un horrible escalofrío bajar por su espalda cuando el rubio susurró en su oído:

— Y voy a enseñarte a quedarte en el lugar a donde perteneces. Penetrándote a ti mismo con mi pene, gimiendo mi nombre.

———————————————————
Este es para @PilarMendosa
Espero que te guste! A mi me dieron nauseas de lo mal que me sentí por Mex 🥺🥺

USMex a través de la historia. 🇺🇸x🇲🇽Donde viven las historias. Descúbrelo ahora