O4. ⌇ Yo quiero perrearte y fumarme un blunt.

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Pedro se encontraba sentado en la barra de bebidas junto a Nico, habían tomado varias cervezas pero no las suficientes como para no ser consciente de ellos mismos, platicaban animadamente sobre cosas íntimas de sus vidas fuera de sus carreras como futbolistas.

Con el paso del rato algunas chicas se habían acercado a ambos con intenciones de ligar y para su sorpresa parecía que nadie los reconocía realmente.

Seguía un poco preocupado por Pablo pero ya no estaba tan abrumado por esto, trataba de disfrutar la noche y tal vez conocer nuevas personas.

El ambiente era tranquilo hasta que su nombre siendo gritado a lo lejos lo sacó de su burbujita de felicidad, fijó su mirada en diferentes puntos del lugar hasta que encontró a Ferran a lo lejos haciéndolo señas para que fuera, se levantó de su lugar no sin antes avisarle a Williams a donde iría.

Una vez llegó a donde Ferran pudo ver a Gavi sentando en un sillón negro de cuero y a Ansu echándole aire en la cara.

– ¿Qué pasa aquí? – Se acercó preocupadamente a Pablo, tomó el rostro del menor tratando de identificar alguna otra señal sobre su estado actual.

– Pedro, n-nosotros pensamos que sería divertido pero jamás pensamos lo que realmente pasaría... – Tartamudeó Fati, lucía nervioso, aún más cuando Pablo se aferró al recién llegado y empezó a irse debilmente contra él.

– ¿Qué hicieron, idiotas? – Preguntó molesto Pedro, no sabía exactamente que traía Pablo pero podía notarlo sudado y caliente del cuerpo, además estaba todo rojo y parecía no estar muy consciente de la situación.

– Nosotros... le dimos de tomar viagra. – Habló en voz baja Ferran, pensó que Pedro no alcanzaría a escucharlos hasta que oyó el grito del canario.

– ¿¡QUE HICIERON QUÉ!? ¿¡PORQUÉ!? – Pedri se alejó del menor del grupo, dirigiéndose a Ferran.

– ¡P-Pensamos que sería chistoso, jamás se nos ocurrió que fuera tan fuerte! – Ferran cerró sus ojos fuertemente, esperando un golpe en la cara por parte de Pedro.

– ¿¡Y qué esperaban hacer después de eso!? ¿¡Dejarlo acostarse con cualquier desconocido y que cogiera clamidia o una de esas mierdas!? – Reclamó.

– Pedro... Pedro yo... – Pablo llamó la atención del grupo, su voz era débil y parecía no poder siquiera abrir bien los ojos.

– Shh, no necesitas hablar ¿sí? – Pedri volvió a acercarse al menor, levantandolo del sillón y recargando el peso de este sobre el suyo para poder caminar con él.

Ni siquiera se despidió de sus amigos, le molestaba que fueran tan idiotas como para no medir las consecuencias de sus actos. Por Dios, eran adultos ¿A quién se le ocurriría hacer esa clase de "bromas"?

Salió del establecimiento y se dirigió a su auto, metió al menor en el lugar del copiloto y le puso el cinturón de seguridad, se dirigió a la puerta del piloto y entró repitiendo las mismas acciones en si mismo.

Prendió el auto y antes de que este pudiera poner en marcha el vehículo Pablo habló.

– No te enojes con Ferran, yo me siento bien... muy bien. – Se removió incomodamente en su asiento, se quitó la sudadera para después tratar de quitarse la camisa cuando Pedro lo detuvo.

– Wow, wow, wow, ¿Qué haces? Mantén la ropa en tu cuerpo, por favor. – El conductor apartó la mirada del menor, tratando de ignorar como este seguía batallando con su ropa.

– ¿Por qué? Pedro yo lo quiero, por favor, de verdad lo anhelo. – Suplicó Pablo, forzando al mayor a que lo viera.

– No sabes lo que dices, solo estás bajo el efecto de... esa sustancia. – Pablo ya se encontraba sin camisa, tratando de bajar su pantalón. – ¡Dios Pablo, no! No hagas esto ¿sí? – Pedro detuvo la mano del menor haciendo que este dejara de tratar de bajarse la prenda inferior.

– Por favor Pedri, yo te quiero... yo te quiero aquí. – Pablo señaló su vientre.

¿Qué clase de propuesta indicente era esa?

– Yo también te quiero Pablo, no ahí exactamente. No es correcto aprovecharme de esta situación, por eso te prometo que cuando no estes bajo el efecto de alguna sustancia y quieras hacerlo... te lo daré, porque joder llevó deseando esto desde hace un rato. – Se encontraba sonrojado, nunca pensó en decir aquello en voz alta.

– Pero yo lo quiero ahora Pepi, lo necesito... por favor. – Y sin tomar previo aviso Pablo se lanzó a los labios del mayor.

Pablo estaba besando a Pedro.

Y vaya que se sentía bien, la mañana siguiente no se quedaría callado, claro que le diría a Pablo lo sucedido entre ellos.

Pedro se separó lentamente del beso y volvió a poner al menor en su lugar, le puso la camisa otra vez y abrochó el cinturón de seguridad dirigiéndose a su departamento.

Una vez llegaron bajó al menor del auto y lo metió a su departamento, al parecer el jóven y delgado cuerpo de Gavi no había resistido más y se quedó profundamente dormido. Lo acostó en su cama para después acostarse él y tratar de dormir.

A la mañana siguiente un adolorido Pablo abría sus ojos poco a poco, sentía que un camión lo había arrollado no solo una sino tres veces seguidas, se sentó en la cama y observo el lugar en el que se encontraba, conocía perfectamente esa habitación.

Se levantó de la cama dirigiéndose a la cocina, alcanzaba a escuchar ruido en esa habitación así que suponía que Pedro estaría ahí, una vez entró al lugar su mejor amigo notó inmediatamente su presencia.

– ¿Cómo estás? ¿Dormiste bien? – Pablo conocía lo suficiente a Pedro como para saber que este se traía algo entre manos, apesar de que el mayor estaba de espaldas a él mientras parecía cocinar algo Gavi pudo notar algo extraño.

– Joder, siento que me he caído de un quinto piso, por cierto, ¿Qué pasó anoche? No recuerdo nadita. – El miedo invadió al más joven cuando Pedro se rio ante la pregunta.

¿Qué carajo había hecho ayer?

El mayor finalmente se volteó a ver a Pablo, tenía una sonrisa burlona y se había recargado en el gabinete de la estufa (ya apagada).

– Pues... Ferran y Ansu te dieron a tomar viagra, cuando me avisaron estabas como drogado así que preferí traerte a casa. – Pedro elevó sus hombros para después dejarlos caer en un gesto simpleza.

– ¿De verdad? No es tan grave, por un momento pensé que había... – Pablo fue bruscamente interrumpido por la voz de su mayor.

– ¡Ah! Y cuando te subí al auto te quitaste la ropa y me rogaste que te follara, dijiste que necesitabas tenerme en tu vientre y que lo anhelabas para después besarme. – Pedro volvió a voltear su cuerpo dándole la espalda al menor.

Pablo estaba seguro que su cara tenía el mismo tono de rojo que el de un tomate, ni siquiera podía pronunciar una sola palabra, estaba muy avergonzado.

– Yo... lo siento si te incómodo, no volveré a hacerlo, te lo juro. – La voz del menor sonaba frágil y entrecortada, sentía vergüenza de sí mismo y miedo de perder la amistad de Pedro por aquello.

– Ey... yo jamás dije que no me haya gustado. – Pedro volvió a darse la vuelta y camino hasta el menor provocando en este mariposas en el estómago del contrario. – Pero no es correcto, Xavi y Luis Enrique nos matarían si se enteran, sobre todo ahora con lo de Qatar así que mantengamoslo en secreto. – El mayor besó la mejilla del castaño recibiendo un asentimiento como respuesta a lo dicho.

Después de todo, todas las personas ocultan algo ¿no?

Mientras mantuvieran el secreto bien escondido no tendrían porque haber problemas ¿cierto?

safaera 𖥻 pedri x gaviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora