La luz de la mañana se colaba por la ventana, acariciando los cuerpos desnudos que yacían entrelazados sobre las sábanas desordenadas. Saki fue la primera en despertar. Su mirada se posó sobre Kano, aún profundamente dormida, con una expresión de serenidad que contrastaba con la intensidad de la noche anterior.
Esa noche no solo había sido amorosa, sino una explosión de lujuria que consumió cada rincón de sus cuerpos. Los suspiros sofocados, los gemidos que buscaban no romper el hechizo de intimidad, el calor incesante de piel contra piel... todo aquello había dejado marcas invisibles pero imborrables.
En apenas unas horas, su relación había dado un giro que ambas habían deseado durante años, aunque nunca se atrevieron a admitirlo. Lo que empezó como una típica salida de amigas terminó en confesiones entrecortadas, en un beso cargado de deseo contenido, y finalmente, en la entrega absoluta bajo la luz tenue de la habitación.
Saki, siendo la mayor, tenía más experiencia en las artes de amar. Sin embargo, esa noche descubrió que Kano, su pequeña y dulce kohai, poseía una sensualidad innata y una pasión desbordante que la habían dejado completamente desarmada. La forma en que Kano la tocó, la besó y la hizo suya... Saki nunca había experimentado algo así.
Mientras observaba a la menor, un pensamiento invadió su mente. "¿Cuánto tiempo llevaste amándome y deseándome en silencio, Kano-chan? ¿Tanto como yo a ti, verdad?". La respuesta estaba en el brillo que había visto en los ojos de su amiga la noche anterior, en cada caricia que había sentido como una confesión muda.
A pesar de su cercanía, Kano siempre había sido reservada sobre sus relaciones amorosas. Saki solo sabía de su breve romance con Soyo, y eso porque la propia Soyo, otra amiga cercana, lo mencionó casualmente durante una tarde de compras. En contraste, Saki no tenía filtros cuando se trataba de hablar de sus conquistas.
Había perdido la cuenta de cuántas veces presumió frente a Kano sobre sus aventuras. Cuántas veces relató con lujo de detalles cada encuentro casual, cada noche de pasión, sin notar cómo eso podía herir a la única persona cuya opinión realmente le importaba.
"Soy una idiota. Nunca debí jactarme de esas cosas, y menos frente a ti," pensó Saki, apretando ligeramente los labios mientras se vestía. Cada historia que compartió con Kano, cada nombre que mencionó, probablemente fue una pequeña puñalada en el corazón de su kohai.
Sin embargo, Kano nunca mostró descontento. Siempre la escuchó con una sonrisa inquebrantable, incluso la animaba a seguir adelante con sus romances de turno.
—Eres fuerte, Kano-chan. Eres mucho más fuerte y valiente que yo, mi niña hermosa —susurró Saki, sus ojos llenos de una mezcla de amor y arrepentimiento. Se inclinó hacia ella y depositó un beso suave y prolongado en su frente, permitiéndose unos segundos más de contacto antes de levantarse de la cama.
Mientras se ajustaba la ropa, la mayor seguía reflexionando. Todo lo que había hecho, todas esas noches que buscó amor en brazos ajenos, ahora le parecían absurdas. Porque el amor, el verdadero amor, había estado siempre frente a ella, en la sonrisa cálida de Kano, en la paciencia infinita que le dedicaba, en esa conexión que ninguna otra mujer pudo ofrecerle.
Kano se movió ligeramente, murmurando algo entre sueños, y Saki no pudo evitar sonreír. Su kohai era hermosa, con su cabello desordenado cayendo en mechones oscuros sobre la almohada y la piel aún brillando con el leve sudor que quedó como testigo de su pasión compartida.
"Nunca volveré a herirte, Kano-chan. Te lo prometo
—Oh, buen día, hermosa —murmuró la dueña de casa con una sonrisa al ver que Kano despertaba.
—Buen día, Saki —respondió Kano con una voz suave, sus ojos todavía cargados de sueño.
—Perdona si te desperté. No quería hacer ruido.
—No te preocupes. —Kano se incorporó lentamente, observando cómo Saki se alistaba—. ¿Vas a algún lado?
—Sí, tengo un recado pendiente...
—Déjame vestirme y te acompaño.
—No es necesario, puedes quedarte aquí. Vuelvo en un rato.
—Ok... pero dime algo. ¿Estás muy apurada, Baby-chan? —preguntó Kano, con una sonrisa traviesa curvándose en sus labios.
Saki frunció ligeramente el ceño, pero no tardó en captar el significado detrás de la pregunta.
—A decir verdad, no... tengo un poco de tiempo.
Kano no respondió. Simplemente, deslizó la sábana que cubría su cuerpo con un movimiento lento y deliberado, dejando que la tela revelara cada curva de su figura desnuda. Sus pechos, firmes y perfectamente proporcionados, subían y bajaban al ritmo de su respiración. Su cintura, esbelta, se estrechaba antes de dar paso a sus caderas suaves y redondeadas. La luz que se filtraba por la ventana parecía acentuar la perfección de cada centímetro de su piel.
La más joven se estiró con elegancia, arqueando ligeramente la espalda, lo que acentuó aún más su silueta, mientras miraba a Saki con una mezcla de inocencia y provocación que resultaba completamente irresistible.
—¿Vienes? —preguntó en un tono que parecía más una orden disfrazada de invitación.
Saki tragó saliva. Su cuerpo respondió antes de que su mente pudiera procesarlo. "Dios, esta chica es realmente un demonio", pensó mientras dejaba caer la chaqueta que acababa de ponerse y avanzaba hacia la cama.
Kano la tomó de la mano, atrayéndola hacia sí con un tirón suave pero firme. Cuando Saki cayó sobre su cuerpo, la menor deslizó sus manos por la espalda de su senpai, acercándola más mientras sus labios se encontraban en un beso ardiente que prometía mucho más que palabras.
La habitación volvió a llenarse de suspiros entrecortados y caricias que hablaban un lenguaje solo entendible para ellas. Kano, aún con el cuerpo cálido y relajado de la noche anterior, se mostró impaciente y apasionada, llevando a Saki al límite una vez más.
Cuando todo terminó, Saki volvió a levantarse, esta vez con una sonrisa satisfecha en los labios y el cabello ligeramente alborotado. Mientras se vestía de nuevo, miró a Kano, que dormía profundamente en la cama, agotada pero con una expresión de felicidad que hacía que todo valiera la pena.
Saki tomó sus llaves, su cartera y su teléfono. Al revisarlo, notó una avalancha de mensajes sin leer. Frunció el ceño al ver que todos eran de la misma persona.
Los primeros mensajes eran dulces:
"Amor, ¿dónde estás? Te estoy esperando."
"¿Todo bien, bebé?"Pero pronto el tono cambió:
"¿DÓNDE ESTÁS?"
"¿Por qué no contestas? ¿Qué mierda está pasando, Ooga?"Saki suspiró, saliendo de la habitación con cuidado de no hacer ruido. Cerró la puerta tras de sí antes de devolver la llamada.
—Hola, soy yo.
—¡Mi amor! ¡Por fin respondes! Te estoy esperando en donde acordamos.
—Lo sé. Lo siento, se me complicaron unas cosas. Voy para allá ahora.
—Te espero, preciosa. No tardes.
Colgó, guardando el celular en su bolso mientras bajaba las escaleras. La sonrisa que había tenido al despertar junto a Kano desapareció, reemplazada por una expresión seria.
"¿Qué diablos estoy haciendo?", pensó mientras salía al frío de la mañana, dejando atrás a la persona que realmente amaba, para enfrentar una situación que sabía que no podía seguir ignorando.
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Salida de amigas
FanfictionLas bellas Kano y Saki, tienen una típica salida de amigas de Navidad que desembocará en lo que ellas tanto han esperado durante años. 🌸 Fanfic de Sakura Gakuin/Babymetal 🌸 Amistad, ternura, amor 🌸 Si no pertenecen al fandom, hice una pequeña guí...