SEIS

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—¿Quién te crees que eres?— Minju me llamó la atención una vez que estábamos solos en su habitación. —¡Bebiendo champán con él! ¡Sentado a la mesa, como si fueras su igual!

—Él me invitó.

—¡Es patético! —Ella prácticamente me escupió la palabra. —Aquí en la posada, donde sólo hay guardias alrededor, puedes tratarlo como un amigo, pero una vez que estés en el palacio, te olvidaras de él y luego te voy a enviar a casa.

Sus palabras me cortaron porque había una posibilidad de que ella tuviera razón. En el palacio, probablemente tenía amigos... otros hombres que realmente eran sus iguales en todos los sentidos. Pero no había ninguna razón para preocuparse por ello, y mucho menos para hablar.

No hice caso de todo lo que dijo después. Mantuve mi cabeza baja e hice mi trabajo. Ella me criticó y lanzó dardos, diciendo que era un idiota, que no era nada. Yo no dije ni una palabra, y finalmente renunció a insultarme.

Cuando el baño hubo terminado, me aparté de la bañera, le di las buenas noches y me volví para ir.

—No he dicho que te puedas ir. No permitiré que salgas corriendo a contarle al príncipe mentiras acerca de mí.

Tenía la mano en la manija de la puerta y apretó los dedos hasta que se me pusieron los nudillos blancos.

—Yo sé dónde estoy, —dijo con los dientes apretados. — Has dejado las cosas muy claras hoy en el carruaje.

—Todavía no confío en ti.

—No hay mucho más que puedas hacer al respecto.

— Podría pedirte que te quedes.

Mi paciencia llegó a su fin. Sí, trabajaba para ella, pero ella no me dominaba. Me volví hacia ella.

—Me voy. Seguiré adelante y grita si quieres. Deja que la posada entera te oiga rugir. ¿De verdad crees que eso va a ayudar, crees que el príncipe va a pensar mejor de ti cuando lo hagas?

Abrió la boca para hablar, pero no salió ningún sonido. Parecía que por fin cayó en su discurso. Hice todo lo posible por no regodearme mientras salía por la puerta.

Me quedé de pie fuera de su puerta durante mucho tiempo, tratando de que mi corazón dejara de disparar. Tratando de reunir el suficiente valor para llamar.

Pero cuando levanté la mano, la puerta se abrió.

—Jaemin, ¿qué estás haciendo aquí de pie en el pasillo? ¡Entra por el amor de Dios! —Me agarró la mano y me llevó dentro, cerrando la puerta detrás de mí. —Me he acabado el champán sin ti. Es de mala educación, lo sé, pero me pareció la mejor manera de matar el tiempo.

—Está bien, realmente no estoy acostumbrado a beber de todos modos.

—¿Finalmente te permitió venir?

No exactamente, pero no valía la pena ir en esa dirección.

—Creo que se fue a la cama.

Negó con la cabeza y me miró con recelo, como si tuviera miedo de lo que podría ver.

—¿Crees que estoy loco?

—¿Por qué piensas eso?

—¿Por qué voy a casarme con ella?

ある夜の呪文 [Nomin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora