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Taehyung mantenía sus ojos cerrados, tumbado en la cama de su habitación, rememorando en su memoria una y otra vez esa imagen del pelinegro a apenas unos centímetros de su rostro. Se tocó los labios con la yema de los dedos, convenciéndose a sí mismo de que aún podía sentir lo suaves y carnosos labios de Jungkook sobre los suyos. Su rostro enrojeció de nuevo y se le dibujó una sonrisa casi inconsciente. Nunca antes se había sentido tan feliz, tan pleno, tan esperanzador. 

— TaeTae, la cena ya está— escuchó a su madre llamarlo desde el salón. 

Se sintó frustrado por el hecho de que le hubieran interrumpido el escenario en su mente, por lo que, gruñó y se levantó del duro colchón con desánimo. 

No tardó ni dos minutos en reconocer el olor a pizza que provenía del comedor y, como no, nada más y nada menos que su comida favorita fue motivo suficiente como para alegrar el mal humor que traía segundos atrás. 

— PIZZA— exclamó con emoción, acelerando su paso hacía la mesa. 

— Hoy te he visto llegar de muy buen humor del instituto, así que me sentí motivada en hacerla para ti— su madre le sonrió emotiva, dejando la bandeja recién salida del horno sobre la mesa. 

— ¿La has hecho tú?— preguntó boquiabierto. Mirando el gran tamaño de la asimétrica pizza. 

No solían comerla muy a menudo, pero cuando o hacían solía ser de las congeladas o, como mucho, quizás una o dos veces, la pidieron a domicilio a una pizzería próxima. 

— Así es. Es casera casera— remarcó toda orgullosa, troceando las triangulares porciones lo mejor posible. 

— No sabía que supieras hacerlas. Tiene muy buena pinta— los ojos de Taehyung parecían resplandecer mientras miraba el queso deshacerse. 

— La verdad es que me he estado un buen rato para conseguir hacerla— confesó— Tuve que mirarme como cinco tutoriales en YouTube sólo para poder hacer la masa, así que espero que al menos haya salido bien— rió avergonzada, dejando el cortador a un lado. 

— Seguro que sí— el chico se frotó las manos, deseando poder agarrar el pedazo más grande que sus ojos pudieron localizar. 

Después de la maravillosa cena que tuvieron, los dos estuvieron conversando y jugando a juegos de mesa. A Taehyung le encantaban en secreto, pero no lo quería admitir. 

No tardaron mucho en ir a dormir, al día siguiente tenía que volver al instituto y su madre debía trabajar, así que, al poco rato ya estaban cada uno en su respectiva cama, dispuestos a descansar. Excepto por el mero detalle de que el castañito no conseguía conciliar el sueño. Cada vez que cerraba sus ojos la imagen de Jungkook besándolo se le venía a la mente. 

— Vas a llegar tarde si no te levantas ya— replicó la voz de su madre desde el otro lado de la puerta. 

Él asintió medio dormido y se quitó las sábanas de encima, sintiendo como el frío viento invernal que pasaba por la pequeña rendija de la ventana le azotaba de golpe, despertándolo de inmediato. Su madre había entrado en la habitación y ahora tenía la ventana parcialmente abierta.

— Yo ya me voy a trabajar. Tienes el desayuno en la mesa y el almuerzo en la mochila. Luego nos vemos, cariño— la mujer, que parecía ir con prisa, se despidió de su hijo con un beso en la mejilla. 

— Vale, gracias— murmuró a la vez que se rascaba la nuca, ignorando el hecho de que estuviera totalmente despeinado. 

Su madre salió de casa como un rayo y él miró su reloj segundos después. 06:50. Apenas había dormido dos horas y no estaba muy seguro de si podría mantenerse despierto durante las clases. 

Schizophrenia | TAEKOOKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora