Capítulo 28

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Narra Alai.

Llegué a casa de Emilia, donde ya estaban las demás y enseguida fui a darle un beso a la pancita de Alba.

—¿Alguien sabe algo de Benja? —Pregunté cuándo me senté y Julia me pasó un mate —. Hace días que no me contesta el teléfono ni se mete al WhatsApp. Sé que está Delfina pero no da señales de vida.
—A mí tampoco me contesta. —me contó Euge.
—Deben estar recuperando el tiempo perdido —. Añadió Emilia y soltó una carcajada —. Pero igualmente le voy a decir a Samu que vaya a la casa para decirle que venga hoy a la noche a la despedida de Hugo.
—¿Ya se va a España? —Pregunté algo perdida, no sabía muy bien qué pasaba a mi alrededor.
—En dos días —. Me contestó —. Se adelantó porque encima le subieron el sueldo para que se vaya antes.
—¿De qué carajo trabaja Hugo? —Preguntó Eugenia confusa.
—Nadie lo tiene muy claro —. Reí.
—Se hace el misterioso pero trabaja para un banco, aunque no sé que función cumple —. Contó Julia.

Samu entró con mala cara, se aflojó la corbata, le dio un beso a Emilia y nos saludó a todas.

—Nunca estudien derecho, no hay nada peor que trabajar en un juzgado en este país —. Suspiró y se tomó un mate —. Me voy a ir a duchar y a descansar un poco, porque sino me duermo.
—Amor, tenés que ir a buscar a Benja, está desaparecido en combate.
—Me matás, no doy más —. Le dio un pico.
—Voy yo, total tengo que ir a buscar unas cosas que todavía me quedaron en su casa —. Les avisé.
—No me quiero ni imaginar lo que vas a ver en esa casa —. Bromeó Alba y me dio un golpe en el hombro.
—Samu, puedo hablar con vos un segundo.
—Claro —fuimos hacia la cocina —No tuve oportunidad de disculpame con vos por contarle a Blanca lo de Lucas. Me llegó un mensaje suyo a Facebook y no podía ignorarlo...
—Lo entiendo... ¿Vos sabías...?
—Me enteré la primera vez que se vieron y nos peleamos así que después no me contó más. Hugo y Benja no tenían ni idea de nada...
—Es que se lo ocultó a sus amigos porque sabía que estaba haciendo algo mal...
—Lo siento mucho Alai... Yo solo te puedo decir que no entiendo como iba a pedirte matrimonio. Lucas es un gran amigo pero creo que fue un asco como pareja. No sufras por la relación...
—Gracias, Samu —nos dimos un abrazo.

Me subí al coche y fui directa para el taller. Toqué el timbre pero no atendía así que usé mi llave. Cuando subí las escaleras y llegué a la puerta, volví a tocar el timbre, varias veces, pero nada… Me estaba preocupando así que entré.
La casa era un caos, había botellas de cerveza tiradas por todos lados, el fregadero lleno y ropa tirada encima del sofá.

—¿Benja? ¿Estás por acá? —Pregunté mientras me iba acercando a la habitación.

Abrí la puerta y lo vi tirado en la cama, boca abajo, estaba en calzoncillos y todo sudado.

—Benja… —Lo empecé a mover para despertarlo —. Estás volando de fiebre —. Dije mientras le tocaba la frente.
—¿Alai? —Abrió un ojo —. ¿Estás acá o estoy soñando?
—Estoy acá, dale, hacé un esfuerzo para levantarte y vamos a meterte en la ducha para bajar la fiebre —. Intenté moverlo pero me agarró las manos.
—Te quiero… Soy tan boludo —. Estaba con los ojos cerrados
—Apestás a alcohol y volás de fiebre, estás delirando.
—Hago todo mal y nunca me voy a perdonar… —Abrió los ojos —. Sos tan linda... Ojalá me hubieras dado a mi tu número de teléfono.
—Te vas a arrepentir de lo que estás diciendo —. Reí e intenté volver a levantarlo.
—Quédate acá conmigo —. Tiró de mi brazo para que me ponga a su lado en la cama pero me resistí.
—¡Estás hecho un asco, vamos a la ducha!
—¿Te vas a bañar conmigo? —Se levantó un poco y se quedó muy cerca de mí cara.
—La fiebre te pega muy mal, no soy Delfina, soy Alai.
—Lo sé… y también sé que te quiero.
—No sabés lo que estás diciendo.
—O vos no querés creerlo.

Lo ayudé a meterse en la ducha pero no paraba de quejarse por el agua fría.

—Me estás viendo en pelotas —. Se empezó a reír como un quinceañero.
—No tenés nada que no haya visto ya —. Le contesté sin quitarle la mirada de los ojos, no quería ver de más.
—Deberías meterte conmigo —. Tiró de mi brazo y me caí dentro de la ducha.
—¡Benjamín, te voy a matar! —Me queje mientras intentaba salir.
—Así estás más linda.
—Vamos —conseguí levantarme y lo ayudé a él.

Después de llevarlo al sofá, me puse un pijama suyo y luego comencé a preparar café. Le di una botella de agua y empecé a buscar su botiquín para ponerle el termómetro y ver si tenía algo para bajar la fiebre.

Luego de dos horas horribles en las que no paraba de quejarse, empezó a espabilar y la fiebre le había bajado.

—¿Me vas a contar que pasó? —Le pregunté cuando me senté en la otra punta del sofá.
—Delfina llegó hace unos días, estuvimos genial… sin salir de acá pero al final discutimos, se fue enojada y llevo tres días en la mierda —. Contestó con los ojos cerrados y se intentó sentar pero enseguida volvió a tumbarse.
—¿Qué le hiciste?
—Yo nada —. Abrió los ojos como platos y se sentó despacio —¿Si o si tuve que hacerle algo yo?
—Probablemente —. Reí —. Si me contás te puedo ayudar.
—A Delfi el viaje le hizo querer otras cosas que yo no puedo darle.
—Pero…  Ella te gusta mucho, se nota ¿Cuál es el problema?
—No puedo ser su novio, no puedo irme con ella a España y dejar mi vida… Obviamente tampoco quiero que ella deje sus sueños por mi.
—Deberías arriesgarte si la amás.
—No la amo, Alai ¿Qué día es hoy?
—El día de la despedida de de Hugo pero estando así no creo que puedas ir.
—Me voy a dar otra ducha y estoy, en serio. No puedo faltar —. Se levantó y se estiró —. Perdón si te dije muchas tonterías, tengo las cosas algo borrosas pero de meterte en la bañera no me arrepiento —. Sonrió.
—No dijiste nada tranquilo y esa ya me la cobraré —. Me reí.

Mientras él se duchaba le mandé un mensaje a Delfina.

Alai: Tenemos la despedida de Hugo, en casa de Alba y Jaime. Deberías pasarte. Benja está mal, le gustás mucho.
Delfi: Gracias Alai pero no creo que le guste tanto.
Alai: Tiene miedo al amor. Es algo nuevo para él pero te necesita y le importás.
Delfi: Lo voy a pensar... Gracias.

Cuando salió de la ducha estaba como nuevo, así que nos fuimos en mi coche hasta casa de los chicos.

Esta noche tocaba pizzas caseras de Alba y no conocía unas más ricas.

—A lo mejor viene Delfina —. Le avisé a las chicas por lo bajito —. Parece que se pelearon con Benja, pero a él le gusta mucho y me dio pena verlo así…
—No deberías meterte… —Suspiró Eugenia —. Tal vez no estaba mal, concretamente, por ella.
—Si que estaba mal por ella, yo lo vi y me lo dijo él.

Después de la cena, llegó Delfina. Benja abrió los ojos como platos al verla y después de que saludara a todos la llevó hacia el jardín. Yo les veía desde dentro, no sé que hablaban pero se los veía bien. Se abrazaron, se besaron y enseguida Benja empezó a sonreír.

—¡Vamos a brindar! —Nos llamó Hugo y todos agarramos una copa de vino.
—Yo con agua, perdón —. Avisó Benja.
—Brindo por los nuevos comienzos, porque nos animemos más a jugarnos por nuestros sentimientos y por Lucas, porque se recupere pronto y esté brindando con nosotros. —Dijo Hugo.

No podía evitar pensar en las cosas que me había dicho Benja y sentía un nudo en el estómago cada vez que lo miraba.

No podía evitar pensar en las cosas que me había dicho Benja y sentía un nudo en el estómago cada vez que lo miraba

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