No reconocía a ese hombre, jamás lo había visto.
Conocía a todos los amigos de mi madre pero no a este.
Me extrañaba muchísimo que mi mamá invitará amigos a casa, ella no suele hacer eso casi siempre se ve con sus amigos en algún café o en un centro comercial pero jamás trae amigos o amigas a casa.
Steven llegó a casa con unas bolsas de ropa, seguro había ido de compras.
—Hijos—hablo mi madre.
Cuando comenzaba hablar así de cariñosa era porque seguramente nos diría algo que no nos gustaría mucho que digamos.
—Les presento a Robert, mi novio.
Me quedé atónita al escuchar eso, habían pasado siete años desde que mi madre y papá se separaron así que me era extraño ver a mi mamá con otro hombre.
—¿Qué?
—Ya ha pasado mucho tiempo desde que estoy sola, aún soy joven y tengo derecho de enamorarme una vez más.
Stev no decía absolutamente y yo solo los observaba a los tres.
—Di algo Stev—le empuje suavemente.
—Mhm, felicidades.
—Oh, gracias cielo.
—Mamá, ¿Podemos hablar?
—Claro cariño.
Mi madre camino en dirección a mi habitación y yo hice lo mismo.
Nos sentamos en la cama para así poder hablar.—¿Qué sucede cielo?
—¿Por qué no me habías contado de Robert?
—Es que... No sabía cómo lo ibas a tomar.
—Mamá debías decírmelo, obviamente me molestaría al principio pero estoy muy feliz por ti.
Mi madre me tomó entre sus brazos y me apretujo.
—Gracias hija, enserio.
—¿Se quedará hoy?
—No lo sé, creo que sí.
—Él no tiene casa o qué?—Hablo Stev entrando a mi habitación.
—Perdió su casa por no pagar a tiempo,
ahora no tiene donde vivir.—Ese no es nuestro problema.
—¡Steven!
—No seas maleducado, mamá tiene derecho de ser feliz.
Sabía perfectamente que Stev no estaba de acuerdo con Robert, solo en el instante en el que lo vio pude notar su desprecio enseguida.
Quizás es porque una figura paterna o otro hombre en la casa le incomodaba.—Claro, que sea feliz—se marchó de la habitación dando un fuerte portazo.
—No te preocupes mamita, yo hablaré con el.
Sin decir nada ella asintió, me dedicó una sonrisa y se marchó de mi habitación.
Mierda sofía, olvide que la había dejado en el salón.
Salí de la habitación y la tomé del brazo.
Entramos de nuevo en mi habitación y nos sentamos en la cama.
Me quedé allí con Sofí, intentamos olvidar lo que había sucedido.
Comenzamos hablar de cosas del instituto, con las clases y su nuevo trabajo.Sofía tenía pensado buscar un trabajar por las mañanas y retirarse del instituto para así poder pagar el alquiler, aunque la convencí de no hacerlo.
Ella quería ser una reportera y para eso debía estudiar, claramente yo quería que cumpliera su sueño y verla feliz así que le dije que podía quedarse en mi casa el tiempo que quisiera.
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Solo tú lo sabes
Novela JuvenilElizabeth Collins Una adolescente de 17 años que sueña en convertirse en una famosa escritora, no le va mucho el rollo de escribir sobre romance hasta que conoce a Kevin Harper, aquel lindo guitarrista que le hace aparecer las famosas mariposas a el...