--INTERLUDIO--

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Stella caminaba por las calles de la capital real, usa su capucha para cubrirse del sol, le dificulta caminar por la acera, producto del gran tumulto de personas que habitan la ciudad.

Algunas carretas tiradas por gigantescos dragones de tierra circulan por las calles, caballeros de resplandecientes armaduras son una vista común por la capital y aventureros de diversos gremios se reúnen en cada esquina.

«Solo fui un lastre en aquella misión... ¿Lo he sido desde un comienzo? Aún cuando el me defendió contra el ogro yo no hice nada, después en la mazmorra, yo deseaba huir de ese lugar, pero, me obligué a quedarme a mí misma.»

Fue entonces cuando las palabras que le dijo Izalith antes de salir del castillo volvieron a su mente:

"Si tanto te preocupa la gente que te rodea, hazte más fuerte por ellos. Deja el miedo que tengas atrás y sal a la capital para fortalecerte."

Dejando su expresión de desanimo atrás, Stella se despojo de su capucha, deslumbrando a todos a su alrededor, con aquellos ojos carmesíes y cabellera tan blanca y pura como la nieve.

«Pero ¿Por dónde empezar?»

Se detuvo en el exterior de una herrería, vislumbrando algunas espadas a través del cristal.

«¡Eso es! Solo tengo que aprender a usar una espada, con eso ya podre valerme por mi misma y podre ayudar en combate.»

Cuando se disponía a ingresar, una mano se poso en uno de sus hombros. Esto la hizo paralizarse y voltearse lentamente para observar de quien se trataba.

—¡No nos veíamos hace un tiempo! —. Dijo York, con una cálida sonrisa.

Y viendo el lugar donde se encontraba, el muchacho rubio preguntó.

—¿Vienes por un arma? ¿Sabes usarlas?

"En absoluto"

Respondió Stella, ruborizándose.

—Ya veo, en ese caso, yo te enseñare todo lo que. Después de todo, un aventurero que se respeta al menos debe saber lo mínimo de como defenderse —. Comentó York, con una sonrisa en su rostro.

Stella asintió enérgicamente, emocionada por su nuevo maestro.

Después de unos minutos, la muchacha de cabellera blanca poseía una espada y procedió a envainar en su cintura.

—¡Ahora sí! Cada vez pareces más una aventurera, ahora iremos a un lugar tranquilo y comenzara la clase de esgrima —. Exclamó York, observando como Stella no paraba de mirar el arma que había comprado, como si de una niña pequeña con un juguete nuevo se tratara.

Trestia poseía muchos atractivos turísticos, enormes cascadas a las afueras de la ciudad, restaurantes con la mejor comida y una infraestructura victoriana digna de admirar, no obstante, si por algo destacaba, era por una increíble academia de hechicería.

Isekai QuestDonde viven las historias. Descúbrelo ahora