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Apretó los puños ante la impresión. Su mamá nunca estaba despierta en la noche, regularmente se iba a la cama temprano estuviera ella o no en casa. La miró. Cruzaba sus piernas y tomaba un vaso de whisky en esos vasos especiales, le daba vuelta con la mano haciendo sonar los hielos al chocar levemente entre ellos. La observó expectante de lo que hiciera con esos ojos indiferentes que mostraba cuando algo no le agradaba. Pasó su mano por su cabello arrastrando un mechón hasta hacerlo quedar tras su oreja.

Apenas pudo tragar saliva cuando se adentró a la casa y cerró la puerta detrás suyo, con manos temblando de nervios, o miedo.

—¿Eres consciente de que te ausentaste casi un día completo? ¿Qué hacías, eh?

Su voz logró intimidar a su hija, porque aunque era dulce y de volumen normal se sentía como un golpe.

Nuevamente le miró a los ojos, dejó el vaso de whisky en la mesa arriba de el portavasos y se levantó haciendo sonar sus tacones mientras se acercaba a ella. No sabía qué decir, así que optó por quedarse callado antes que nada.

—¿Estuviste tomando?

Shuhua asintió en silencio mientras formaba una línea con sus labios juntos. Sinceramente no estaba en posición de negar algo del día anterior, de todas formas ella se daría cuenta. Acomodó la chaqueta negra que envolvía el delgado cuerpo de Yeh y volvió al sillón mediante pasos lentos.

—¿Por qué me has mentido durante semanas?

Mierda. Sabía a dónde se dirigía.

Yuqi se lo dijo, le advirtió que su madre sospechaba pero Shuhua no hizo nada respecto a la suya. Tragó saliva nuevamente.

—Ma...

—No hables.

Bajó la cabeza. No podía estar pasando esto, suficiente tenía con la culpa que sentía al escaparse de casa. Se sentía indefensa y totalmente como una estúpida.

—La señora Song encontró a su hija con otra chica que claramente no eras tú. ¿Dónde te has estado metiendo todo este tiempo?

«No puedo, no diré nada. Me quedaré callada así sea necesario».

—Llamó ésta tarde muy molesta explicándome todo. ¿De verdad Yuqi y tú creyeron que lograrían engañarnos más?

Silencio...

—Mañana a primera hora irás a su casa a pedir perdón por los inconvenientes sin quejarte ni rechistar.

Había algo que lograba inquietarle en demasía, tenía un cigarro entre sus dedos. Sacó un encendedor y tras prenderlo lo llevó a sus labios. Su madre no fumaba. El ruido que hacía con su zapato era estresante. No entendía nada, la confusión la comía por completo, sin embargo, no dijo nada. Tan solo esperaría el sermón de su deplorable comportamiento, que no era el correcto para una chica como ella, que sería castigada por veinte años.

Nada.

No dijo nada.

Resignándose levantó la mirada tras un par de segundos. El silencio de su parte la estaba matando. Para ser sincera, comenzaba a tenerle miedo a su mamá.

—Lo lamento...— fue lo único que logró articular.

No lo lamentaba. No lamentaba mentir a sus padres, ni saltar por la ventana para salir corriendo con Soojin. No lamentaba no amar a Yuqi, ella tampoco la amaba. Pero... Tal vez si se disculpaba las cosas se harían más fáciles.

—¿Con quién pasas el tiempo? ¿Con esa chica de cabello azul, no?

Y entonces, Shuhua estuvo a punto de caer de rodillas ante el suelo frío.

Sintió su mundo reducirse considerablemente en un segundo. Sus piernas se debilitaban y en cualquier punto sus ojos se enrojecerían, sabía de lo que ella era capaz. Podrían hacerle algo a Soojin, alejarla. Algo.

La miró fijamente y ella solamente sonrió cínicamente.

Entonces recordó cuando le dijo a Soojin que ella no tenía un miedo, o al menos no lo conocía aún. Y era cierto, no había encontrado algo a lo que temerle, nada le causaba ese sentimiento de querer salir corriendo hasta alejarse ni llorar. Sin embargo, justo ahora, a la luz de la lujosa y tenue lámpara que iluminaba parte de la sala, los ojos de su madre sobre ella mientras expulsaba humo por sus labios, se dio cuenta fugazmente de que, probablemente su peor miedo fue revelado.

Perder a Soojin.

No sabía cómo se había aferrado tanto a ella. Ni siquiera sabía si ella sentía lo mismo que Shuhua. Porque al final del día siempre podría solamente resultar un enamoramiento pasajero o que en verdad no le guste, si fuera así, sería algo muy decepcionante, pero no, Soojin no era así. Soojin si gustaba de ella.

—Tu silencio me hace las cosas tan fáciles, hija— mencionó ella acomodando un fino anillo que se encontraba en su dedo anular, su estúpida sonrisa no se iba —. Me parece interesante el hecho de que hayas osado mentirnos, no solo a tu padre y a mí, sino que hasta a la señora Song aún sabiendo los negocios que tenemos con su familia— soltó un suspiro de falso cansancio.— Vaya, y pensé que Yuqi era una buena chica...

¿Qué estaba haciendo ahí? ¿Por qué no se largaba de una buena vez? ¿Por qué a los padres les gusta obligar a las personas a hacer cosas que no les gustan? La situación lo estaba consumiendo tan rápido y tan devastadoramente.

Apagó su cigarrillo y dejó el vaso con la mitad del licor en él, se levantó y acomodó su vestimenta.

—Escúchame bien, Shuhua— espetó ella, se acercaba y casi podía sentir su mano estampándose en su propia mejilla, en cambio depositó un suave beso en ella, como cuando era una niña pequeña y llegaba la hora de dormir— Yo me entero de todo, quieras o no. No eres la único en esta familia, hay negocios y relaciones, ¿o no sabes con qué financiamos cada una de las cosas que tenemos?— Shuhua tragó saliva—. Así que... No esperes ser reconocida como mi hija, nunca más.

Porque el mundo tiene prioridades, para sus padres siempre sería el dinero, ante cualquier persona, cualquier cosa.

Ante ella misma.

Strawberries & Cigarettes | sooshu ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora