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Ya era un nuevo día, Shuhua se levantó con desgano a las 2:37 p.m. Era sábado así que no debía preocuparse por arreglarse o algo parecido. Peinó hacia atrás con sus manos la cabellera que se atravesaba por sus ojos y finalmente salió de su cama.

Bajó las escaleras y se dirigió a la cocina, todo estaba solo ya que su madre iba con sus amigas a tomar el té y hasta se quedaba a cenar fuera. Su padre, por su parte, nunca sabía a donde iba, regularmente ni aunque estuvieran todos en el mismo lugar se notaba su presencia, el señor Yeh era alguien reservado, así que aunque le preguntaran a donde se ausentaba, probablemente sólo lo ignore para seguir leyendo la sección de finanzas en el periódico.

¿Conclusión? Estaba sola en lo que quedaba del día.

Suspiró y se dispuso a tomar un cereal para luego darse un baño. Tal vez podría ir afuera a tomar fotos nuevamente aprovechando la luz del día. Asintió para si misma emocionada por la idea y subió nuevamente a ducharse y ponerse ropa más decente que ese pijama de ositos.

Una vez lista, tomó nuevamente su cámara polaroid color menta que una tía lejana le regalo años atrás y, después de ponerse una chaqueta café afelpada que combinaba con sus pantalones de mezclilla, salió de casa.

Había encontrado como su pasatiempo ideal el tomar fotografías a cosas de su alrededor mientras llevaba puestos sus audífonos. Simplemente le era relajante y divertido. Caminó un par de calles en busca de algo interesante que captar en su cámara que no haya visto antes. Cuando por fin encontró un árbol de una calle nunca antes visitada por ella, que era pintado por colores cafés y naranjosos debido al otoño, se dio cuenta que ya no tenía papel.

Bufó y rápidamente pensó en donde podría conseguir, ya que la cámara ya lo tenía incluido y nunca tuvo que recurrir a reponerlo. Entonces a su mente llegó el recuerdo que en aquella tienda de conveniencia que visitó antes con Soojin logro ver paquetes de ese específico papel. Algo acobardada, quiso mejor volver a casa y ver películas; honestamente le daba miedo que la vayan a asaltar o algo por el estilo, ya que su madre le inculcó que no debía salir de su barrio debido a que de aquel lado sólo había ladrones y demás delincuentes.

Dispuesta a dar la vuelta sobre sus talones y volver, sintió un tacto ajeno en su hombro.

—¿Qué haces? Es muy temprano.

Shuhua tembló en su lugar, pero aquella voz la hizo aliviarse un poco.

—Son las 5, no es temprano, Soojin. Además tú sólo vienes en la noche, ¿Qué haces?

—¿Ahora también controlas mis horarios? Eres increíble, Yeh Shuhua.

—No controlo nada, sólo eres muy dramática.

Soojin sólo se encogió de hombros y sonrió—. Lo sé, sólo vine a pasear un poco.

La menor no se movía de su lugar, la peliazul tampoco, sólo se veían mutuamente. Esta vez, Shuhua pudo apreciar más a detalle las facciones de la mayor; era muy delgada en general, en sus ojos resaltaban las ojeras y una pequeña cortada bajo su labio. Llevaba los mismos jeans negros y las converse desgastadas, pero un suéter verde oscuro ahora era víctima de los constantes pellizcos que le daba la mayor a la manga larga.

—Soy linda, ¿Cierto?

La castaña salió de ese trance al escuchar la voz de Soojin, quien veía con diversión como era escaneada por su profunda mirada.

¿Linda? No lo iba a negar, a pesar de esas ojeras que reposaban debajo de esos ojos que reflejaban constante preocupación, demacrado rostro, lucía realmente apuesta, podía asegurar que jamás vio a alguien así, jamás.

—Lo eres.

Soojin rió y rodeó sus hombros con su brazo y comenzaron a caminar a paso lento.

—Acompañame a comprar unos cigarros.

—¿No estás molesta conmigo... Por lo de anoche?

—No, pero creo que debes dejar de preocuparte por mí. No valgo la pena.

Algo en el pecho de Shuhua dolió.
Es decir; ¿No valía la pena? Realmente Soojin era una tonta.

—Creo que deberías dejar de decir tonterías, Soojin.

—¿Enserio? Que lástima, es lo que más me gusta hacer— respondió con una sonrisa mientras veía el cielo nublado.

Tal vez era idiota o algo así, Shuhua no encontraba una palabra para descubrir a Soojin de pies a cabeza. Aparentaba ser alguien como cualquier otro, pero la castaña en el fondo sabía que con la peliazul no era así. Nunca conoció a alguien como ella, le generaba tanta curiosidad conocerla, desmenuzar cada pensamiento que que salía de su boca y analizar todas sus acciones, como cuando sonreía y se marcaban sus hoyuelos, cuando miraba al cielo sin ver nada a la vez.

—¿De dónde eres?

—¿A qué te refieres?

—Estoy segura de que no vives aquí, mi madre me ha llevado a cada casa de este barrio visitando a sus amigos y jamás te he visto.

Soojin tocó su barbilla simulando pensar—. Tienes razón, jamás nos habíamos visto, ¿De dónde crees que soy?

—No respondas mi pregunta con otra pregunta.

—Ya, Shuhua. No te enojes desde tan temprano... Soy del barrio de al lado.

—¿Quieres decir que eres del barrio donde me obligaste a llevarte para comprar tu encendedor mientras fingías no conocerlo?

—Efectivamente.

Shuhua rió—. Eres increíble.

—Lo sé.

—Entonces... ¿Por qué siempre vienes aquí?

La peliazul volvió a mirar al cielo, posiblemente pensando una respuesta.

—Creo que es lindo tu barrio, el parque está bien cuidado y no te roban tus pertenencias.

—¿Y por qué siempre te vas cuando suenan las campanas? Sólo estás aquí media hora.

—No creo necesitar más tiempo para sólo fumar. Además, si alguien de esas casas me ven y no me reconocen como de alta sociedad, así como tu familia, probablemente me echen y jamás podría volver aquí. Por eso sólo vengo en la noche.

Shuhua asintió.

Soojin tenía razón sobre que la echarían al no ser de ese barrio. Años atrás, había un tipo de unos 30 años que entraba y vendía comida para mantener a su esposa enferma, los vecinos de la calle de al lado notaron que era un indigente y se encargaron de llamar a la policía. El tipo fue encarcelado y los vecinos se aliviaron de que ya no habría escorias por ahí.

Una gran mierda si le preguntaban a ella.

Entonces llegaron a la tienda, nuevamente se separaron ahí, Soojin pidió al chico que atendía unos Marlboro rojos y Shuhua fue por el papel fotográfico. Pagaron y la menor iba a dirigir su paso a su barrio, pero Soojin jaló un poco su brazo.

—¿Vas a volver allá?— preguntó la mayor.

—¿Tú no?

Soojin suspiró—¿Quieres divertirte un poco?

—¿Divertirme?

—Haces muchas preguntas, ¿Quieres o no? Confía en mí.

La cabeza de Shuhua era un dilema; si se ausentara, nadie en su casa lo notaría, pero jamás había salido en compañía de una desconocida, y menos a divertirse sin saber a qué se refería. Probablemente Soojin podría ser una asesina linda que atrapaba a sus víctimas con sus encantos, o probablemente sólo exageraba un poco.

—Está bien.

Strawberries & Cigarettes | sooshu ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora