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—Sal conmigo.

—Shuhua...

—Necesito distraerte, me preocupa como has estado y creo que es buena idea.

Soojin se cruzó de brazos mientras desviaba la mirada con inquietud—: ¿A dónde iremos?

—Conozco un lindo lugar que estoy segura te encantará.

La mayor comenzó a moverse sobre el columpio azul, de adelante hacia atrás.

—No es necesario, Shu...

—Quiero hacerlo— musitó la menor —. Y no me vengas con tus mierdas de que estás bien y que no me preocupe por ti. Sabes que de todas maneras lo haré.

Soojin suspiró.

—No trates de salvarme...

—¿Salvarte?— espetó Shuhua con un ahora claro enojo en su voz—. No sé a que te refieres con salvarte, pero realmente estás mal, Soojin. Comprende lo que te digo.

—¿Cómo que estoy mal? ¿Uh?

—Joder, no te hagas la desubicada. Ambas sabemos cómo ha sido tu comportamiento últimamente, y déjame decirte que no es nada normal en ti.

La mayor bajó la mirada a sus Converse desgastados y murmuró casi inaudible—: No valgo la pena, no te mortifiques...

Autoestima. Autoestima es algo que Shuhua se había dado cuenta que era algo que a Soojin le faltaba, y demasiado. Siempre en sus pláticas salían frases de ese tipo: «No te preocupes por alguien como yo».

Y es que en su cabeza no cabía el por qué era así. Es decir... Era Seo Soojin. Realmente para Shuhua, Soojin era la definición de lo indefinible. Contradictorio, pero cierto. Era de una forma tan indescriptible, inefable. Además, la tipa era realmente apuesta; sus pequeños ojos, gruesos labios en forma de corazón, la gran altura con la que contaba, además de rasgos extremadamente... Extremadamente perfectos. Si ella quisiera, la pondría frente al espejo y le señalaría poro por poro su belleza, la externa que tantas veces veía y la interna, que tantas veces le mencionó.

—Deja de decir eso.

Soojin se encogió de hombros—: Es la verdad.

Shuhua rodó los ojos y tras el ultimo trago de su leche de fresa, se levantó del columpio rojo.

—Dame tu dirección.

—¿Para qué?— cuestionó la más alta.

—Mañana, ocho de la noche, me gusta la puntualidad, ¿sabes?

—No estás hablando enserio...

—Por supuesto que sí, estaré afuera de tu casa y te llevaré a una cita.

—Se supone que soy yo quien te invita— se burló la mayor.

—Tu auto es un desastre y sigue en el taller. Deja de hablar y anota tu dirección aquí.

Shuhua le extendió su teléfono y Soojin rodando los ojos pero con una expresión divertida, anotó su calle en la aplicación de notas.

La menor sonrió satisfecha, con una sonrisa de pan—: Gracias.

Y sin más, se fue del parque, ésta vez yéndose antes que Soojin, quien seguía fumando el sexto cigarrillo de la noche, el cuál se supone sería el último.

[♡]

—Mamá— llamó Shuhua desde la sala a su madre, quien cocinaba la cena—. Mañana saldré con Yuqi, ya sabes, para que no me esperen en la noche, tengo mis llaves.

La mayor se asomó desde la puerta y le sonrió de manera dulce, como siempre hacía—: Está bien, solo recuerda tener cuidado. No me gusta cuando sales de noche, hija.

—No es nada realmente, Yuqi me cuida muy bien— mintió, ella asintió y volvió a su tarea que no podía descuidar si no quería que la carne al horno se sobre-cocinara.

El teléfono de la casa de los Yeh sonó anunciando una llamada entrante. Shuhua se levantó del sillón donde veía su celular desinteresada y contestó.

—¿Sí?

¿Shuhua?— se escuchó del otro lado de la línea.

—¡Oh! Buenas noches, Señora Song.

La voz de la persona al otro lado no era desconocida para la chica, de hecho, era la madre de Song Yuqi.

Yuqi, la chica que se sentaba al fondo del salón. Gran parte del alumnado -chicas y chicos- estaban interesados en ella. Apuesta, una personalidad muy única y además, el mejor consuelo para alguien, digamos... Necesitado.

También era popular debido a su fama de ser buena en la cama, y vaya que muchas personas querían comprobarlo. Sin embargo, ella no le daba el gusto a cualquiera. ¿La razón? Simple. Su corazón le pertenecía a la mismísima Minnie Nicha Yontararak, y era correspondida. Nada del otro mundo.

Por su parte, para Shuhua, Yuqi le era indiferente, el sentimiento era recíproco entre ambas chicas. El único inconveniente era que la familia Yeh y la familia Song eran buenos amigos y socios, eso era casi un sinónimo de que tendría que haber amistad -o algo más - entre ambas chicas al ser hijas únicas.

Pero no la había. Yuqi y Shuhua se habían puesto de acuerdo tiempo atrás a fingir salir, no en un ámbito amoroso, sino como amigas. Entonces, ahí era cuando Shuhua se escapaba con Soojin al parque mientras que Yuqi y Minnie se comían la boca en la casa de la tailandesa a escondidas de sus padres.

Ese pequeño trato de cubrirse la una a la otra las beneficiaba a ambas, en eso estaban más que de acuerdo.

Y por supuesto, todo eso a escondidas de ambas familias.

Hola, querida. ¿Se encuentra tu madre?

—Claro, espere un segundo.

Tapó el micrófono del teléfono y exclamo al aire esperando que su mamá la escuchara desde la cocina.

—¡Mamá, te llaman!

Ella se quitó los guantes para sacar el molde de vidrio del horno y salió a la sala, luego con una sonrisa a su hija le hizo una seña para agradecer que le avisara. Shuhua le dio un beso en la mejilla y subió a su habitación ya que no quería entrometerse en la llamada.

—¿Hola?— contestó la mujer.

Necesito hablarte sobre tu hija, Yeh.

[♡]

La de cabello oscuro caminaba por su habitación mientras escuchaba música y se reprendía a sí misma el invitar a Soojin a una cita sin tener nada preparado antes.

—Vaya idiota... - murmuró para sí misma.

Encendió su computadora y buscó lugares ideales para una cita; quería que su mayor se divirtiera un poco. Últimamente daba aspecto deprimente, y sabía que era peligrosa esa actitud en alguien como Soojin. ¿Por qué? Por que, aunque la peliazul se mostrara indiferente ante situaciones que le perjudicaran, Shuhua era consciente de que su mayor se destruía más y más. Sólo quería sacarla un poco de su entorno.

Se atrevía a decir que Soojin tendía a la autodestrucción

Buscó lugares un tanto lejos de su hogar para poder pasar el tiempo. Su búsqueda se vio beneficiada al encontrar una especie de pradera, en las fotos se veía pacífica, además, si se caminaba por los alrededores, se podía hallar un centro comercial y restaurantes. Nada mal...

Revisó si aún tenía dinero de su mesada y sonrió.

Strawberries & Cigarettes | sooshu ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora