prólogo

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          UNA GOTA DE SUDOR BAJÓ lentamente desde su frente hasta su mentón, agotando la poca paciencia de la adolescente

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          UNA GOTA DE SUDOR BAJÓ lentamente desde su frente hasta su mentón, agotando la poca paciencia de la adolescente. Y es que con tanta presión sobre ella... hacía que sus niveles de estrés se dispararan y, sumando a eso su desastrosos problemas de ira, no era algo que todos pudiesen soportar, llevándola a buscar lugares donde la gente sensible no la molestase.

Por lo que, tirando de sus cabellos despeinados hacia atrás, buscó pensar en cosas bonitas y felices para distraerse, de esas cosas que siempre le suben el ánimo en menos de dos segundos mientras borran todo rastro de ira, angustia, estrés o tristeza para que sólo quede su yo "feliz".

No le funcionó.

—¡Princesa Iris!

La hermosa joven de prístinos cabellos tan esponjosos como nubes llevó sus delgadas manos a su rostro, gimiendo con una mezcla de angustia y disgusto. Odiaba su vida, ¿por qué nació como mujer en un lugar como este?

Jura llegar al fondo de todo y cobrar venganza.

—¡¿Princesa Iris?! —Una adorable joven de innumerables pecas cubriendo su rostro corrió en busca de la princesa, sintiéndose como si su vida estuviese en peligro... ella estaba en peligro, ¡si no lograba llevar a la princesa, su cabeza, su preciosa cabeza, rodaría separa de su cuello!

La princesa rebelde, Iris, se apiadó de la inocente joven que, tal y cómo una heroína trágica sufrió miles de millones males, quedó atrapada en este lío ocasionado por los estúpidos nobles que se creían la gran cosa.

Bueno, ahora mismo, ella tenía una generosa parte de la culpa.

Porque en este momento todos deseaban poder domarla y obtener su poder.

—Estoy aquí, dame un segundo —murmuró la hermosa princesa una vez que entró en el campo de visión de la ansiosa sirvienta, Iris estaba tan segura de que todo esto fue planeado... tenía tantas ganas de acabar con toda la farsa, acabar con todo.

Oh, lo haría.



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—Me niego. —Iris observó con desagrado la lista ridículamente larga de pretendientes que no se molestó en leer; estaba más que firme en su postura, nadie podría obligarla a cambiar de parecer —Padre, cada día eres más tonto, ¿los tés extraños que tomas tienen algo que ver?

Jaider se atragantó con el té.

Y, mientras el emperador buscaba recuperarse, la madre de Iris tomó la palabra.

—Querida, ¿por qué no lo piensas un poco más? —Belle Giordano, la proclamada 'mujer más codiciada del imperio', tomó las manos de Iris y les dio un firme apretón para mostrar un poco de apoyo por la terrible situación en la que se encontraba —Después de todo, si no llegas a poder amar al pobre de tu futuro cónyuge... bien podrían tener un acuerdo en el que sólo lo buscas para tener se-

—¡Madre! —gruñó con furia Iris, pero... más que furia, había decepción y miedo: decepción porque su madre aún tenía tal punto de vista sobre las relaciones y quería que fuese igual a ella, miedo porque temía que su futura yo se volviese de tal manera. Iris sólo pedía enamorarse de alguien y luego formar una familia con tal persona, pero... —Eres una vergüenza, una mancha en mi historia.

Belle sonrió sin verse afectada por las palabras de su hija, ¿como podía tener una reacción negativa cuando creció escuchando esas cosas? Además, ella... entendía los sentimientos de su bebé. Pero debía saber que su sueño era imposible, Iris de Secramise jamás tendría un final feliz.

—Hija —llamó la atención el emperador, el brillo de tristeza en sus ojos violetas detuvo todos los movimientos bruscos de la princesa adolescente —, se que anhelas el amor, pero debes entender mi punto de vista; no deseo entregarte a nadie, sin embargo, entiendo y que todo gobernante necesita un heredero. Por eso te pido que busques un compañero tú misma, yo... no creo ser capaz de lograrlo, no después de eso.

Iris tembló en silencio mientras pensaba en la idea de tener que estar con un hombre y su convicción que, ahora, estaba tenue e inservible debido a tantas reprimendas... brilló con una ira segadora mientras sus ojos de colores desiguales mostraban una pizca advertencia al notar su breve momento de corazón débil ante su afligido padre.

No. —Iris se mantuvo firme, incluso cuando su corazón tembló al momento de notar la decepción en el semblante de su padre —Me niego a usar a los hombres de una forma tan... repugnante, ¡no somos bárbaros! No usaré a un hombre para que me dé un heredero para luego desecharlo, tampoco los usaré como juguetes para satisfacer mis "necesidades". Es... es un comportamiento patético, no es digno de la princesa heredera.

Los brillantes ojos colores desiguales de Iris resplandecían como los de un dragón furioso que luchaba contra su impulso innato de matar, oh, su magia rogaba por sangre.

El emperador sólo pudo suspirar con una sonrisa que desbordaba un dulce cariño que sólo un padre puede trasmitir, ignorando deliberadamente como su esposa temblaba con miedo al no poder manejar la pesadez del aura de Iris.

Iris de Secramise era una bestia sedienta de sangre que todos temían.

Y él, cómo su padre y emperador, no podía estar más que orgulloso de su adorable bestia.

porque al final...




...lo hizo bien


Iris era fuerte

Iris era fuerte

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I DRINK WINE; the princess' jewelry boxDonde viven las historias. Descúbrelo ahora