capítulo 02: reuniones

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         MOVIÓ SUS DEDOS envueltos en la suave tela de los delicados guantes que protegían sus manos, aquellas manos que arrebataron vida tras vida con una facilidad atroz. Manos que fueron alabadas por las abrumadoras victorias de rastro carmesí, manos que no debieron ser vistas como salvadoras, pero que eran consideradas como una gracia para aquellos que fueron abandonados por sus dioses mientras caían en la locura del dolor y la codicia.

Porque al final del día, Iris, no era nada más que un monstruo glorificado como un héroe. Como si hubiese llegado al mundo con la misión de engrandecer al imperio y traer paz a las almas atormentadas de sus enemigos cuando había nacido para ser quien atormenta a los demás. Pero la veían como un ángel, una bendición, la enviada de los dioses... Iris de Secramise era alabada como la santa emperatriz.

No podían estar más equivocados.

—¿Iris?

La monarca dejó sus pensamientos de lado y observó con atención el rostro teñido de preocupación de su hermano menor, aquel que abandonó la seguridad del imperio para seguirla a la guerra. Aquel que abandonó la pureza que iluminaba su alma para obtener su grandioso título de "Dios de la Guerra".

Iris había fallado como hermana mayor.

—No te preocupes, solo estaba tratando de distraerme. —Iris estiró su brazo con la intención de poder darle un par de palmaditas en la cabeza, pero en cambio su mano terminó siendo tomada por su hermano quien tiró de ella en un apretado abrazo —¿Ares?

Su hermano, Ares de Secramise, colocó su mano izquierda en la parte de atrás de la cabeza de Iris y, teniendo cuidado con las joyas, la presionó un poco para que estuviese pegada a él. Iris podía lucir molesta, enojada, desinteresada, burlona, distante, amenazante y demás pero ellos la conocían; conocían como sus propios sentimientos y pensamientos la consumían poco a poco, conocían una parte de la pesada carga que llevaba sobre sus delgados hombros... lo sabían y no podían hacer mucho, porque Iris creía en llevar todo sola.

—Sólo... te extrañé mucho. —Ares inhaló un poco del dulce aroma característico de su hermana mayor, aquel que seguía igual que en su infancia. Oh, aquellos bellos recuerdos que solían darle calor y voluntad para seguir sobreviviendo, para seguir ganando, para poder volver y llegar a recostarse en el regazo de su hermana mayor, estar a salvo, estar feliz, estar... con su familia. —Extrañaba poder abrazarte, poder sentir tu aroma y escuchar tu voz.

Iris no dijo nada, se guardó el comentario de que ahora él es más grande que ella, que él sosteniéndola así le hacía imposible a otros verla. Sólo podían decir que estaba con una mujer debido a la falda pomposa de su vestido, pero no más allá de eso. Y quedó como otro detalle más que fue guardado en su corazón, prefiriendo brindar todo el consuelo que pudiese al niño que sufría aferrado a ella.

I DRINK WINE; the princess' jewelry boxDonde viven las historias. Descúbrelo ahora