Capitulo 2

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El olfatear de un perro lo despertó, lo cegó temporalmente una luz, era el sol. El perro lo lamió al ver que se despertó. Pedro lo vio, tardó en reconocerlo, era Max, un perro que tuvo cuando tenía 16 años, que vivió con él en casa de sus padres por 5 años, hasta que murió atropellado. Pedro se levantó, lo abrazó tan fuerte, podía sentir su pelaje, y todos los recuerdos con él llegaron al momento, dándole una sonrisa. Entonces recordó, que el perro debería estar muerto. Lo soltó y se preguntó "¿por qué lo estoy viendo?". Entonces, prestó atención a su alrededor. Se encontraba sentado en pasto y rodeado de árboles grandes y frondosos.

- ¿Dónde estoy? – pensó en voz alta.

Sen levantó y el perro se sentó. Pedro volteó a todas direcciones para buscar algún rastro de vida. Pero no lo divisó, volteó a ver a Max, le acarició la cabeza, se hincó y le preguntó.

- ¿Cómo estás amigo? – dijo aguantando un sollozo y con la voz un poco quebrada mientras recordaba cómo era estar con él.

Max fue el mejor amigo de Pedro. La adolescencia para él, fue un momento muy difícil en su vida, siempre fue excluido por los demás por tener 'unos kilos demás', era de bonitas facciones, moreno, cabello negro, ojos cafés, en realidad pesaba 125 kilos y medía 1.67, por lo que estaba robusto y gordo, ciertamente fue la razón por la que nunca tuvo pareja. Y eso lo orilló a la depresión, incluso pensó en suicidarse varias veces, de hecho, esto fue lo que lo hizo darse de baja en la escuela, pero siempre se detenía por pensar en su perro. ¿Quién le daría de comer?, ¿Quién sería el que lo sacaría a pasear?, ¿Quién sería el que cuidaría de ti? Todas esas preguntas se hacía mientras abrazaba a su perro, mientras lloraba y pedía perdón por pensar todas esas cosa. Sin embargo, siempre sonreía, siempre fue lo que quiso ser, un buen hijo, trató de verle el lado bueno a la vida, pero hubo un problema, seguía estando gordo, eso le mortificaba demasiado, y mientras estuviera así, quizá nadie se interesaría en él. Fue entonces que intentó bajar de peso, algo que le costó demasiado tiempo, pero lo hizo, bajó de peso, tardó 20 meses en bajarlos, y ahora sólo pesaba 69 kilos. Y se sentía cómo la mejor versión de él. De pronto todo parecía estar bien en su vida, incluso estaba tratando de tener novia, aunque casi ninguna chica le interesaba, como ya no estudiaba, era muy raro toparse con chicas. Y cuando menos lo espera, llega un día después de trabajar, y sus padres le dicen, que Max se había salido atrás de él en la mañana, y un carro que pasaba, no alcanzó a frenar, y lo atropelló. Simplemente no era algo a lo que estuviera preparado, no podía creerlo, cayó en depresión otra vez, pero esta vez no llegó a pensar en suicidarse, sólo que se sentía solo y volvió a subir de peso. Ya no estudiaba, tenía pocos amigos, pero fue con uno, con Alex.

Alejandro era todo lo que esperas de un buen amigo, amable, empático, sabía escuchar y aconsejar en los problemas, aunque en realidad, Pedro conoció a Alex en una de las ocasiones que sacó a pasear a Max, ambos estaban paseando a sus perros, así que estos se empezaron a gruñir y ladrar, tratando de atacarse. Pedro le pidió perdón a Alex, y este a su vez le pidió perdón. Empezaron a platicar y quedaron de verse después. Así lo hicieron, hasta que su amistad agarró peso. Cuando murió Max, Pedro fue a verlo, a llorar en su hombro, y pedirle consejos, Alex lo recibió y le brindó su ayuda. Desde ese momento Pedro sintió que Alex era más que su amigo, que él siempre estaría con él en las buenas y en las malas. Así fue. Ellos fueron muy buenos amigos, y se apoyaban entre ellos. Hubo un momento en que Pedro llegó a sentir celos porque Alex no compartía momentos con él, que ya casi no se frecuentaban, se dio cuenta que le gustaba, entonces en una llamada, le dijo que lo amaba, pero Alex no sentía lo mismo, simplemente eran amigos. Pedro cayó en cuenta, que había arruinado una amistad, ahora Alex cuando se lo topaba sacaba la vuelta o simplemente no le dirigía la palabra. Eso hizo sentir miserable a Pedro, y se resignó a estar sólo. A los 25 ya lo había olvidado todo, y trató de hacer su vida de nuevo, incluso trató de tener novia, pero nunca pudo, y así por años, teniendo una monotonía en sus actividades diarias y casi sin diversión. Nunca quiso aceptar que quizá no era ese su destino, porque siempre se dibujaba impedimentos, y a veces, hacía problemas pequeños tan grandes que simplemente le tenía miedo enfrentarlos, pero poco a poco fue lidiando con esos problemas, y saltando todo tipo de barreras imaginarias que se ponía. Y siendo tan feliz, pero lo hizo muy tarde, casi a los 30. De hecho, después de eso, vivió una de sus mejores etapas, disfrutaba todo lo que hacía, era feliz, cualquier cosa tan pequeña, le parecía asombrosa, todo era genial en esos momentos. Un día conoció a una chica, que lo hizo sentir el amor que siempre pensó en compartir con alguien. Y eso le ayudó bastante, aunque la chica no duró mucho tiempo con él, y eso lo devastó, e hizo que todo volviera a la monotonía que sentía, su vida se sentía vacía, y faltaba llenar un hueco, que nunca se pudo llenar, su corazón necesitaba afecto. Él necesitaba que alguien lo quisiera y lo apoyara en todo momento, pero también quería que la otra persona lo quisiera así.

- ¿Dónde estamos? – volvió a preguntar con la voz quebrada.

El perro se levantó, sacudía su cola de lado a lado, y se apartó de Pedro, caminando a través del bosque, se detiene, lo voltea a ver. Y le ladra. Fue entonces que Pedro entendió que quería que lo siguiera. Caminó atrás del perro por varios minutos, hasta que llegaron a un claro, por el cual pasaba un río. Max atravesó el río y se sentó del otro lado del río mientras ladraba. Pedro vio que el río tenía una corriente fuerte, y que sería imposible tratar de cruzarlo, pero sin embargo el perro la había cruzado sin problemas, tal vez la corriente no era tan fuerte como él creía. Metió un pie y sintió el agua demasiado fría. Sacó el pie y se quejó, pensó por un momento, metió el otro y ahora sintió el agua hirviendo, aunque no se veía salir vapor, gritó, sacó su pie y maldijo el agua. Trató de pensar un rato.

- "¿Cómo se supone que voy a llegar al otro lado?" – pensó.

Entonces vio a su perro, y trató de pensar en una forma de cruzar. Se forzó demasiado, y la corriente empezó a incrementar, a ser más fuerte y violenta. El perro le empezó a ladrar y a correr en círculos del otro lado, esto hizo que Pedro se preocupara porque la corriente se llevara a Max. Entonces la corriente comenzó a tranquilizarse, a hacerse más pausada y tranquila. Fue entonces que cayó en cuenta que el río dependía de su estado de ánimo. Cerro sus ojos, respiró, y puso su mente en blanco, se dijo así mismo "Estoy bien, eres una persona capaz de todo, te quiero". Se repitió varias veces lo mismo, y metió un pie al agua, el agua estaba tranquila, y tenía una temperatura reconfortante. Fue entonces que pudo pasar por el río. Una vez afuera, se sintió orgulloso de él. Y volteó a ver a Max, el perro movía su cola de un lado al otro. Y volvió a caminar por el bosque.

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