Capítulo 3

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Caminaron por minutos a través del bosque, esta vez no se sentía como un bosque, se sentía como un parque, los árboles ya no eran tan frondosos y en cambio, estaban cada vez más separados, hasta llegar a un claro, una pradera. El perro corrió y corrió hasta perderse de la vista de Pedro, y este trató de alcanzarlo, pero nunca lo hizo, ahora la pradera era demasiado grande, sin ningún árbol a la vista. Caminó por minutos en la pradera sin rastro de vida alguna. De repente vio como se empezaba a oscurecer, pero tan rápido, que de repente la oscuridad se sentía tan viva, no se podía ver en ninguna dirección. Esto empezó a generarle miedo a Pedro. Las estrellas iluminaban, pero no eran de mucha ayuda. El miedo empezó a gobernar la mente de Pedro. Empezó a escuchar pisadas, volteó en dirección de donde se oían, tratando de ser valiente gritó.

- ¿Quién anda ahí?

No obtuvo respuesta y simplemente las pisadas cesaron.

- "Ojalá no estuviera solo" – pensó.

Volvió a escuchar pisadas y otra vez gritó.

- ¿Hola?

Sólo que esta vez, si obtuvo una respuesta.

- Hola.

Escuchar eso, le heló la sangre, y tuvo tanto miedo que se echó a correr. Aquella voz le gritó.

- Espera, no te vayas.

- ¿Quién eres? ¿Qué es lo que quieres? – gritó Pedro, mientras se iba deteniendo.

- Me llamo Iván, estoy perdido aquí, eres la primera persona que veo en mucho tiempo. – dijo la voz.

Pedro dudaba de lo que la voz decía, pero sonaba tan sincera, tan amable, que le creyó, y se regresó a verlo. Se acercó y fue verdad, era un chico, de tes blanca, cabello negro, y ciertamente guapo a la vista, delgado y un poco más grande que Pedro, casi de la misma estatura.

- Perdón por asustarte - dijo el chico.

- No te preocupes – respondió Pedro.

¿Tanto quería él la compañía de alguien, qué este lugar se lo había materializado, o en realidad era alguien más aquí?

- ¿Ya sabes por qué estás aquí? – dijo Iván.

- ¿Cómo? – preguntó Pedro.

- Sí, hay una razón, por la que estamos aquí. – dijo, pero su voz sonó diferente.

- No, no lo sé – respondió Pedro.

- Cómo crees, yo estoy a... - dijo Iván mientras desaparecía frente a él.

Pedro se aterró por lo que vio, y se alteró. El miedo lo gobernó otra vez, y esta vez, pudo sentir que un impulso por correr lo había inundado. Se giró y corrió por minutos, y minutos, pero seguía sin poder ver nada, sin ninguna compañía, y la verdad muy sólo. Se cansó de correr, agitado y respirando rápidamente se detiene a tomar aire. Entonces piensa unos segundos.

- "Siempre he estado solo, ¿Por qué le tengo miedo a eso?" – pensó.

Se tiró de rodillas al piso, y empezó a llorar, nunca se había sentido tan solo, siempre estaba rodeado de personas, aunque fueran compañeros de trabajo, pero por lo menos interactuaba con alguien, pero ahora estaba completamente, estaba solo, tan solo cómo jamás se había sentido. Mientras lloraba, pensó en él. En cómo había conseguido todas las cosas que tenía, gracias él mismo, cómo era que tenía pocos amigos, pero eran amigos que lo querían y lo estimaban demasiado, que sin importar qué, aunque él no tuviera pareja, no se sentía sólo, porque disfrutaba vivir su vida, aunque reconoció que los últimos meses estuvo con pensamientos negativos, y eso hacía que se pusiera de mal humor y que todo se volviera muy difícil de sobrellevar, aunque estos días ya no se sentía así, ya estaba superando esa etapa. Cada uno de los logros que consiguió, lo hicieron sentirse mejor, y comenzó a amanecer. El sol se volvía a poner en lo más alto. A lo lejos se escuchó venir el perro, Max lo vio en el piso y comenzó a lamerlo. Pedro se levantó del piso y caminó atrás del perro. El bosque se volvió a poner frente a ellos, y pronto mientras caminaban Pedro empezó a llorar, se sentía feliz de todo lo que había logrado, que eso no le había impedido seguir con su vida y se sintió muy feliz.


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