Capítulo 23

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—Lou, tenemos que hablar.

Sergio estaba sentado en una de las sillas de la cocina, con su chaqueta de chef aún puesta y semblante serio.

—¿Esto no será el típico "no eres tú, soy yo"? —Louis dijo de forma graciosa pero igualmente tomó asiento enfrente del otro omega.

—Me mudaré con Dilan.

Fue una declaración demasiado fuerte como para que Louis mantuviera la boca cerrada. Sus ojos, de igual manera, miraron desmesuradamente al rubio. No sabía bien que decir, su boca se abría y cerraba de forma graciosa intentando dar con algo pero simplemente atinó a reír.

—¿Qué dices?

—Eso... nos mudaremos juntos a una de las habitaciones de la universidad —Sergio tomó sus manos sobre la mesa y le sonrió— sabes que te adoro y que estoy muy agradecido por todo lo que hiciste por mí, pero es hora de que tengas tu espacio. Harry prácticamente vive aquí, y me encanta que tengas a un alfa como él, por eso lo mejor es que me vaya.

—Sabes que siempre contarás conmigo —una fina lágrima escapó de los ojos celestes. Últimamente Louis estaba más sensible de lo común, probablemente por el tratamiento hormonal que había comenzado con el doctor Conan.

—Y tú conmigo, eres mi héroe y siempre lo serás.

Se fundieron en un fuerte abrazo, al fin y al cabo habían sido casi nueve meses los que habían convivido juntos y ambos ya se habían acostumbrado a la presencia del otro. Sin embargo, Sergio tenía razón. Harry se la pasaba en el departamento, incluso la mayoría de sus cosas ya estaban allí y en cierto punto podía encontrarle sentido a que les quisiera dar su espacio.

—Debes traer a Dilan a cenar antes de irte —murmuró aún sobre el hombro contrario.

—Trato hecho, tendremos una cita doble.

Ambos rieron mientras intentaban controlar las lágrimas. El lazo que habían creado era tan fuerte que llegaba incluso a doler el estar separados. Habían sanado juntos, y todavía continuaban haciéndolo.

Decidieron que dedicarían el resto de la tarde a una maratón de películas y en la noche Louis prometió hacer una pijamada. Sergio rodó los ojos cuando Louis se negó a desinvitar al alfa.

—¡Pero no puedo dormir en la misma cama que él! —chilló el rubio.

—¡Claro que no! por eso, nosotros dormiremos en mi cama y tú en el suelo.

Sergio abrió la boca indignado antes de entrecerrar sus ojos y asentir a regañadientes. No le quedaba otra.

Harry irrumpió en el departamento, con el juego de llaves que Louis le había brindado hace un tiempo. Llevaba unas bolsas de lo que parecía ser comida china en una mano y su maletín de trabajo en la otra. Besó la frente de Sergio, escuchando un pequeño gruñido a cambio, y luego los labios de su omega.

Louis le sonrió en grande, su alfa lucía más descansado y feliz. El color había vuelto a sus mejillas y las ojeras violáceos lo abandonaron. Habían sido días complicados pero por fin sentían que un poco de calma llegaba.

—¿Cómo te fue? —Louis inquirió mientras abría una de las bolsas. Se le hizo agua la boca cuando el aroma llegó.

—Bien, estamos con un nuevo caso de secuestro.

Harry dejó tres copas en la mesa y un vino que había encontrado en una de las alacenas de arriba. Louis no perdió el tiempo de acurrucarse contra su costado a la vez que Sergio repartía porciones en los diferentes platos. Se sentía bien, cálido y hogareño.

I know your secretDonde viven las historias. Descúbrelo ahora