Es el mejor amigo de mi papá, el doble de viejo que yo... y es mi guardaespaldas.
Un joven en apuros, un militar con un objetivo, un romance prohibido.
Jake Norton necesitaba protección y la necesitaba ahora. Con sicarios tras su cabeza, amenazas en...
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JAKE NORTON
Jake lo notaba, cada vez que su padre volvía a casa parte de él se quedaba allá.
Poco a poco, pedazos de su padre se perdían con cada partida y cada vez quedaba menos de él al volver.
Lo notaba en su mirada pérdida en el recuerdo, lo notaba en el temblor de sus manos, en el mover y torcer de su cuerpo al dormir.
Su memoria lo atormentaba despierto y las pesadillas lo torturaban dormido.
A Jake le dolía, incluso antes de entender conceptos como la muerte y el peligro, sabía que algo no andaba bien con papá y quería hacer lo posible por ayudar, salvarlo, ser un héroe para él tal y como él lo era para Jake.
Por eso cuando lo encontró en el lavamanos de su baño, con sus manos temblorosas aferradas a la orilla de la porcelana como si estuviera aferrándose a la realidad para no ser jalado por la oscuridad en su mente para ya no volver, Jake se quedó ahí, haciéndole compañía, a sus seis años, no había mucho más que pudiera hacer.
-¿Papi? -Jake llamó, pero su padre no respondió, su mirada seguía pérdida en su propio reflejo.
Una toalla en la cintura y el cabello mojado, el hombre acababa de darse una ducha. Había vuelto esta mañana de apoyar a la marina en una misión a pleno mar abierto, Jake se preguntó si el agua de la regadera había tenido algo que ver con su estado actual.
Incluso así, vulnerable y con heridas frescas, su padre seguía imponiendo, seguía viéndose inderrumbable, una de las muchas cosas que siempre admiró de él.
Sólo es cuestión de curar a papi. Jake pensó. Si las heridas se van, el dolor también.
Entonces Jake tuvo una idea.
Corrió directo a su cuarto y regresó al baño con su lonchera especial entre sus brazos. La dejó sobre la tapa del retrete y la abrió sacando tantas estampitas como pudo. Esta era una emergencia y ameritaba toda la ayuda posible. Comenzó a esparcirlas por la espalda desnuda de su padre.
Aplicó unas cuantas de corazones sobre su piel, para que sintiera todo su amor.
Aplicó una de curación para sanar cualquier herida visible e invisible.
Aplicó varias de valor, no que su padre las necesitara, pero nunca estaban de más.
Y aplicó muchas más sólo para estar seguro de que su padre volvería a ser el mismo de siempre.
Retrocedió con sus deditos entrelazados entre sí, esperando que surtieran efecto, que todo se resolviera dentro de su padre y pudieran continuar con su día.
Jake tragó saliva cuando vio lágrimas caer por la mandíbula de su padre.
Quizás usé demasiadas estampitas. Se planteó Jake.
