Capítulo II "Ángeles"

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II

Ángeles

Seis tonos de teléfono suenan en el despacho de Miguel Salazar. Cinco segundos después, cuatro tonos más.
Unos pasos ágiles y firmes hacen vibrar el suelo de madera.
- ¿ Sí? Aquí Salazar.
- Hola...soy Mónica, tenéis que venir antes que la policía nacional meta las narices.
- Bien, tranquila, ¿Donde está ahora?
- En el depósito de cadáveres del hospital.
- Salimos para allá.

Una vieja estación de ferrocarril sirve de refugio a un grupo de soldados que no son útiles para el sistema policial actual, hace doscientos años los vitoreaban en la plaza del pueblo. Los colmaban de regalos y enseres. Hoy en día, nadie cree en ellos y si no fuera por las subvenciones concedidas por todos aquellos a los que han ayudado y todos esos mecenas, personajes con demasiado dinero y pocos escrúpulos a los que les gusta coleccionar todo tipo de especímenes raros. Hubieran perecido o estarían trabajando de sicarios o mercenarios.

En los sótanos del hospital, donde expira el ruido. En la parte más apartada, salas abandonadas llenas de mesas de acero e instrumental de cirugía que más recuerdan a mataderos que a modernas salas de autopsias.
El cuerpo sin cabeza de Raúl reposa sobre una fría y metálica mesa de disecciones, tapado con una sábana blanca. Su cabeza a diez pasos de su cuerpo, yace sobre una gran balanza de pesos, los músculos de Mónica están rígidos, no soporta el hedor de la muerte y la descomposición.
A pesar de ver el cuerpo sin vida del vampiro tiene la sensación de que va a levantarse de la mesa y agarrarla fuertemente por el cuello con sus manos huesudas, el pánico toma el control de sus actos y de un tirón le arrebata la sábana blanca que lo cubre.
Raúl es más alto de lo que Mónica recuerda, un cuerpo blanco casi translúcido, posee unos músculos blandos como gelatina, piernas y brazos inusualmente largos. El cuerpo de un vampiro.
Mónica horrorizada entorna los ojos, cree ver visiones, fija la mirada en el torso delgado de Raúl y ve en la piel del vampiro como envejece, parece descomponerse rápidamente.
Entran en la habitación de disecciones tres hombres; Miguel Salazar, Rafael López y Uriel Rodríguez.
- ¡ Oh, Dios mio! Que pronto habéis venido, - Mónica abraza fuertemente el cuerpo torneado de Uriel.
- ¿ Tú sola has hecho esto?- Los iris de Uriel se ensanchan al observar la habitación -Que rápido aprendes. - sonríe.
- Se ha hecho mayor - dice tras él, Rafael .
- Sin burlas- y le dio un beso en la mejilla a Miguel - Hacía dos años que no veía a uno de estos.
- ¿ Y la cabeza?- pregunta Rafael.
- En la balanza- señala Mónica sin mirar .
Uriel ya está jugando con los dedos, dentro de la boca de Raúl - Sí, sin duda ninguna es un vampiro.
Entre sus dedos se desliza un aguijón del tamaño de un dedo índice, del aguijón cuelga una vena ensangrentada de la que gotea un líquido amarillento.
- ¿ Y de dónde ha salido este?
- Estaba persiguiendo a una niña. La tengo refugiada en casa.
- ¿No será demasiado fácil encontrarla en un piso de alquiler, en mitad de la ciudad?
- No, no en esa casa, me refiero a la casa de Santa Cruz.
- ¡ Bien pensado, mujercita!
- Los lobos se lo pondrán difícil si consiguen encontrarla - Uriel introduce la mano en el pecho abierto de Raúl y saca un corazón seco y arrugado, algo parecido al corazón que se sacaría a un cuerpo momificado si tuviera uno.
- ¿ Y la niña esa, de dónde ha salido?
- No lo sé, dice que se llama Anna pero creo que no es cierto, no lleva nada, ni carnet de identidad ni dinero, nada.
- ¿ Por eso la perseguía el vampiro?
- No. No lo creo, los oí hablar, el tono de voz que utilizaba con ella era fraternal, ya la conocía, a parte, creo que hay más buscándola y no van a desistir, hasta que no la encuentren.
- Creo que necesitamos unos días libres, ¿No crees Rafael?
- Creo que nos vendrá bien el aire de la montaña. -responde - Me he comprado un visor recién recibido de Alemania. Tendré que probarlo.
- Trato hecho, nos vamos a tu casa.
- Voy llamando a los demás. -
Uriel hace un leve guiño a Mónica, sabiendo que siempre que se reunían en el monte no sólo gozaban de una cacería segura sino de días de comida casera y ropa limpia.
- Gracias chicos, sois mis padrinos mágicos .

Anna "Desde la sangre "Donde viven las historias. Descúbrelo ahora