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Chapter 8. Freedom


Cerré los ojos cansada mientras me agachaba para tomar a Douma con cuidado entre mis brazos para no despertarlo, saliendo de la habitación con cuidado de no hacer ruido, avanzando por los pasillos de puntillas para que la madera no crujiera al dejar caer mi peso sobre ellas.

Ayudándome de mi olfato para poder esquivar a las pocas personas que estaban despiertas a pesar de que aun no había amanecido para poder llegar hasta la entrada sin ningún tipo de inconveniente.

—¿A dónde vas, ___?— preguntó Anzu con voz seria tras de mí, logrando que me detuviera.

Girándome lentamente, mirándola con una sonrisa gran sonrisa de oreja a oreja en la que pretendía parecer inocente.

—Douma me ha estado contando todo este tiempo que he estado a su lado que quería ver el exterior, conocer un poco de lo que había a su alrededor— expliqué tranquila, acercándome a ella—. Así que... como mañana es su cumpleaños, pensé que era una buena idea salir y mostrarle los alrededores, entiendo que mañana querréis pasar el día con él. No iremos muy lejos después de todo.

—Entiendo lo que quieres hacer ___, pero aun así no puedes salir solo, tendrías que ir con alguien del culto. Ya sabes por... por si ocurre algo.

No era miedo por si le hacía algo, era miedo a que me marchara de allí de manera permanente y me llevara conmigo conmigo al menor. Que desmontara con tanta facilidad todo ese entramado de mentiras que habían hecho para engañar a los más ingenuos.

—No nos pasará anda, de verdad— sonreí, ladeando levemente la cabeza con los ojos entrecerrados—. Te prometo que estaré de vuelta antes de que anochezca. Solo va a ser unas cuantas horas.

—Lo siento mucho, pero no puedo permitir que salga ___-sama— dijo mientras su ceño se fruncía, mirándome a los ojos en un intento de mostrarse segura e intimidarme.

—Anzu, he dicho...— gruñí, acomodando a Douma para poder sostenerlo con una sola mano, mientras que la libre la posaba en su mejilla—. Que vamos a salir los dos solos. ¿Lo has entendido?

—Pero...

—Siempre puede venir su marido con nosotros, aunque no prometo que no vaya a pasar nada entre nosotros— dije en un tono más bajo, mientras mis ojos brillaban en ese llamativo color rojizo momentáneamente—. Ya se me insinuó una vez y lo rechacé porque respeto mi compromiso y vuestro matrimonio, pero no sé pasará si quedamos a solas una segunda. ¿Lo entiende?

—Está bien, como usted ordene ___-sama— bajó la mirada, juntando sus manos frente a ella—. No me seguiré interponiendo en su camino— hizo una reverencia rápida, antes de girarse y adentrarse hacia el interior del lugar.

—Anzu, un momento— se detuvo en seco tras mis palabras, observándome de reojo—. No te tomes a mal mis palabras, de la misma manera en la que tú quieres alejar a todas las mujeres del culto de tu marido, yo quiero pasar tiempo completamente a solas con Douma, sin nadie que nos escuche.

—Así que lo sabías.

—Claro que lo sabía— reí levemente, acomodando mejor al menor—. Sois bastante obvios, pero he preferido dejarlo pasar que acabar teniendo problemas con vosotros— parecía sorprendida por mis palabras. Así, quizás, lograba que creyera más en mí y me viera como una más del culto.

Y me dejaban tranquila de una vez.

—Si alguien pregunta por nosotros, diles que nos has dado permiso para salir, ¿queda claro?

Blood [Kimetsu no Yaiba]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora