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El príncipe Sunghoon y el príncipe rojo viajaron a esa desconocida ciudad a principios de navidad. Las calles estaban cubiertas de nieve, la gente se reunía en la plaza alrededor de un árbol de navidad y todos compartían galletas navideñas. Se desplazaban entre la gente con sus manos juntas, pues Sunghoon estaba muy nervioso y se sentía más cómodo si Jake lo guiaba.

─ ¡¿ME ESTÁS DICIENDO QUE HAY UN MUNDO DIFERENTE AL NUESTRO?! ¡¿ME ESTÁS DICIENDO QUE ESAS PUERTAS ERAN LA ENTRADA A ESTE LUGAR?! ─gritó para ser escuchado entre tanta música navideña que salía de cada tienda que dejaban atrás a su rápido andar.

La gente a su alrededor reía, conversaba y salía con bolsas de regalo de diferentes tiendas. El ambiente olía a chocolate caliente.

─ ¡Tú mismo lo estás viendo! ─le respondió Jake, mirándolo por encima de su hombro y riendo travieso. ─ ¡Eres a la primera persona que se lo enseño! ¡Lo descubrí cuando era muy pequeño! Tenía ocho años, miraba por la ventana y luego sólo sentí que algo en el bosque me llamaba. Corrí como loco hacia ese algo, y terminé en ese hueco. ¡Es magia!

─ ¡Oh, no! Estoy muerto, estoy muerto, estoy muerto y sólo te estoy soñando y todo esto... ─respiro Sunghoon agitadamente sin soltar la mano de Jake. Ambos corrían por las calles torpemente.

Sunghoon estaba teniendo una crisis nerviosa.

─ ¡Todo esto es cierto! ─Jake detuvo su paso de golpe, haciendo que Sunghoon se estrellase contra su espalda.

Se volteó abruptamente, encontrando el rostro de Sunghoon desde muy cerca.

Las mejillas de ambos estaban rojas por el frío, así como también sus narices. Ambos respiraban dificultosamente, mirándose a los ojos.

─ Soy real. ─le susurró Jake.

─ ¿Lo eres? ─respondió él.

─ Lo soy.

─ Igual si no fueras real, si nada de esto fuera real y yo estuviera en un coma, si yo estuviera muerto o lo que sea... De todos modos me gusta. ─confesó.

Jake sonrió, todavía sosteniéndole la mirada. Sunghoon también lo miraba de una manera intensa.

─ He pensado lo mismo desde que descubrí este lugar. ─le contó─. No he dejado de visitarlo, sin estar seguro de que sea real o no... He llevado una doble vida... Porque aquí puedo hacer lo que yo quiera hacer.

Luego de exponerse ante Sunghoon, señaló con su dedo índice hacia su derecha, sonriendo con un cariño inmenso en su mirada.

Sunghoon llevó sus ojos hacia donde señalaba y se encontró con un local con grandes puertas, un cristal que dejaba ver hacia dentro y un cartel de madera que anunciaba: Librería y Café.

─ Trabajo aquí los miércoles, jueves y viernes. ─explicó Jake al ver su mueca de sorpresa─. Los dueños, una pareja de ancianos muy amables, me quieren como a un hijo y siempre han sido muy buenos conmigo.

─ ¿Le has dicho de dónde vienes...? ─indagó Sunghoon.

─ No. He querido, pero... No he podido hacerlo. No quiero que piensen que he perdido la cabeza.

─ Entiendo. ─asintió Sunghoon, sonriendo con algo de ternura.

─ Desde hace un tiempo, cada navidad, le dan alimento y regalos a niños de la calle. Siempre ayudo. ─sonrió y miró hacia la fachada del lugar. ─ ¿Quieres venir?

─ Claro, príncipe rojo. No tengo nada mejor que hacer. ─Sunghoon lo miró y advirtió que sus ojitos brillaban de una manera muy especial.

─ ¿Qué pasa con tu cena de compromiso?

─ Yo no quiero casarme con tu hermano. ─respondió, y se sintió tan bien poder decir eso en voz alta. ─ No le quiero. No le conozco de nada.

─ Eso está bien, si no quieres casarte no lo hagas. Nadie tiene que casarse si no le interesa hacerlo. ─Jake le dijo suavemente, tomando su mano una vez más. ─ Entremos.

─ Mi mamá siempre ha pensado que todos deben casarse para haber realmente triunfado en la vida, tener una familia y...

─ Mi madre también, pero yo no soy ella. Yo soy dueño de mi vida, que es totalmente separada a la suya. Puedo elegir por mí mismo. ─Jake se encogió de hombros. ─ Por cierto, llámame sólo Jake ahí dentro. ¿Okey?

─ Okey, Jake. Jake, Jakey-Ah.

─ ¿Qué? ─Jake estalló en risas mientras tiraba de él hacia la entrada de la biblioteca/café.

─ No sé, mientras veníamos escuché que la gente se llama de formas raras. Como apodos raros. Quiero verme más normal.

─ Pero si tu mismo lo dijiste, es raro. ─Jake se carcajeó.

─ Jakey-Ah. ─lo molestó Sunghoon.

Ambos rieron al mismo tiempo, sus risas melodiosas se mezclaron y fue como si estuviesen hechos para reír juntos.

Cuando Jake empujó las puertas y las cruzaron para entrar de la mano en el lugar donde Jake trabajaba, seguían riendo.

Gracias por leer, perdón por estar inactivaa, de todas formas cualquier error que vean por favor avísenme
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♯ 𝐒𝐈𝐍 𝐂𝐎𝐑𝐀𝐙𝐎́𝐍  | sungjakeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora