Epifanía ✧*:.。. XXIII

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Nueve mensajes y dos llamadas perdidas que provenían de James y Chris

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Nueve mensajes y dos llamadas perdidas que provenían de James y Chris. El nombre de mi padre  vuelve aparecer en la pantalla y vuelvo a cortar.

—¿Podrías contestar o simplemente apagar tu teléfono?— pregunta Derek llegando al salón.

Desde que los chicos se fueron y pasó la tensión del incidente de Beatrix, ahora está la tensión entre él y yo. Ninguno dijo nada sobre lo que pasó hace unas horas en el bosque y creo que así es mejor.

Antes de que mi mente vuelva atrás, intento pensar en algo más. —Lo tengo en silencio.

—Vibraciones, lo tienes en vibraciones. Por si se te olvida tengo sentidos sobrenaturales.

—Que lastima.

—¿Sabes que es mi casa en la que estás justo ahora, no?

—¿Me echarás?

—Ganas no me faltan.— exclama mientras se sienta en el sillón y yo aún sigo de pie afirmada en la mesa. —Solo apagalo, por favor.— exclama y vuelvo a mirar mi celular, esta vez era Chris.

Suspiro y decido hacerle caso. claro no porque él me lo pidió, sino porque me canse de ver el nombre de mi padre y tío en la pantalla. —¿Feliz?

Lo veo voltear los ojos mientras pasa su mano por todo su rostro ¿está frustrado?

—¿No deberías estar escondido en vez de vagar por el bosque?— preguntó recordando que hacía en bosque por la noche. Él me mira confundido. —Eres nuevamente un fugitivo bajo sospecha.

—Bueno, aún no han buscado aquí. Después de que Beatrix se recupere, me iré.— me mira fijamente haciendo que mi cuerpo se tense ¿cómo es que este hombre puede ponerme nerviosa?

—¿Qué?

—¿Debería preocuparme de tener a una cazadora en mi casa?

—¿Piensas que te mataré?— le doy una sonrisa de burla intentando esconder mi nerviosismo.

—Aun que lo intentaras no lo lograrías.— sus ojos muestran algo de desafío y me encantan los desafíos.

Muevo mis dedos dentro de la manga de chaqueta mientras le sostengo la mirada, y le lanzó una pequeña navaja rozando su mejilla dejando un ligero corte en ella.
—¿Decías?

Sonríe mientras camina hacia mí, automáticamente mi cuerpo se pone recto e intento caminar hacia atrás, mala suerte para mí, olvide por completo la mesa en la que me afirmaba.

—Juegas con fuego. Estás sola en la casa de un hombre lobo.— llega hacia mí y deja sus manos afirmadas en la mesa quitándome el paso para salir, mi respiración se vuelve más agitada.

—No te tengo miedo.— mi voz titubea.

—Eso ya lo sé. No me tienes miedo, pero si te sientes nerviosa con mi presencia. Casi puedo decir que no me odias como dices.

Destino ๑ [Vol. 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora