02: Quinto sábado

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Creo que se volvió rutinario que mi jefe me descontaría el 20% de mi sueldo todos los sábados, cuando Jimin hacía sus presentaciones. O al menos esto fue hasta que tuvo que contratar a otra joven, Jennie. Resulta que desde que el pelinegro inició con sus presentaciones, el bar recibió un destaque en el pueblo; las mesas se llenaban los sábados por la noche. Esta vez, contábamos con algunas jóvenes de secundaria que parecían encantadas con el pelinegro, algunas parejas y, bueno, se podría decir que clientes que nunca pensé ver en el bar. Aunque me gustó demasiado la idea de que el lugar se tornaría aún más acogedor.

El hecho es que, con 3 meseros, teníamos 40 minutos de descanso que podíamos usar juntos o entrecortados. Y con mi nuevo amigo, Jimin, el quinto sábado tomamos la decisión de tomar el descanso juntos y sentarnos afuera del bar, en el área de estacionamiento, donde hay un muro de piedras que es particularmente cómodo y privado.

Saqué un cigarrillo mientras me sentaba en el muro, lo puse en mi boca y lo prendí. Pocos segundos después, vi cómo Jimin salía por la puerta trasera del bar y caminaba hacia mí; le sonreí.

La escapada perfecta para que pudiéramos hablar sin que el señor Min nos descontara de nuestros sueldos. Al fin y al cabo, estábamos tomando nuestros 40 minutos de descanso, pero juntos. El límite eran dos en descanso juntos. Yoongi y Jennie concordaron en el trato de que nosotros tomaríamos nuestro descanso juntos, y ellos el suyo, juntos.

Resulta que parecen tener una relación muy cercana, después de que se fueron juntos a casa hace una semana.

El pelinegro se sienta a mi lado, en el muro de piedras. Me río cuando veo que sus pies no alcanzan el piso, a diferencia de los míos.

ーNo te rías.
ーEres un enano.

Su mueca de ofendido fue la tercera cosa más linda que vi esa noche. La primera fue su sonrisa cuando entró en el bar hace unas dos horas, y la segunda fue cuando lo vi en el escenario.

ーNo soy enano, tú eres muy altoー. Me río y niego con la cabeza. Me sorprendo cuando recibo un golpe en mi brazo y lo miro. Él entrecierra sus ojos. Otros lo llamarían violento o tal vez bipolar, pero fue la primera vez que nos tocamos y solo podía pensar en lo suave que se sintió su piel.

ーBien, soy muy alto... ーse me escapa una risita antes de seguir hablandoー para vos.

Y ese segundo roce en forma de golpe no sucedió, porque sostuve su muñeca con mi mano y le saqué la lengua, burlándome. Hoy me pregunto cómo mierda actué tan normal cuando acababa de sentir la piel más suave y cálida entre mis dedos.

Él se rió y se alejó de mi toque. Me encantaría haberle dicho que no se alejara, pero sinceramente sonaría como un loco. Él me tenía loco.

Vuelvo mi mirada al frente y parece que un silencio un poco incómodo nos rodea por unos momentos. Me preocupa haberlo incomodado o tal vez lo agarré muy brusco; su muñeca se sentía demasiado pequeña en mis manos, demasiado delicada.

Hoy agradezco el hecho de que él habló antes de que le preguntara si lo lastimé, porque nunca había tocado algo con tanta delicadeza como su piel. ¿Cómo se supone que le habría lastimado?

ー¿Puedo probar?

Lo vuelvo a mirar, sorprendido. Tomo el cigarrillo entre mis dedos y lo levanto, preguntándole con una expresión si se refería a eso. Él asiente e intenta tomar el cigarrillo entre sus dedos, pero lo alejo antes de que lo haga. No lo dejaría tocar esa cosa mugrienta y asesina, aunque me matara. Mi fantasma lo alejaría aún así de cualquier cigarrillo. No podría permitir que se hiciera tremendo daño a sí mismo.

ー¿Por qué no?ー me pregunta cuando niego con mi cabeza. Se ve realmente confundido y lo entiendo; le decía que no y no podía decirle que era porque era malo, porque yo lo estaba disfrutando.

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