De Maestros

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Puedes pensar que soy metiche como jamás podrás haber visto. ¡Qué hombre más chismoso! Me parece escucharte decir, más cuando lo pones en esta forma.
Admito que quizás sea un poco chismoso, pero no puedo dejar de decir lo que me parece bueno y criticar lo que veo malo y feo. Es un dulce vicio que me deja vacío de disgustos y bien servido en el alma de mil dolores, mejor eso creo que caer en la borrachera o en la tristísima adicción a una droga que tantas vidas arruina, mejor es este vicio al chisme.

Este rinconcito por ti leído es quizás sólo una muestra de chisme de vida ciudadana, con mente caribeña y que si puede llegar a servir verdaderamente como chisme o como enseñanza mucho mejor todavía. Si te entretiene o aprendes aunque sea sólo un poquito te doy las gracias por apreciarse, como mismo aprecio yo un buen café con chocolate caliente como fuego durante un dia que sea frío.

Cuando he pasado, y esto lo digo como un profesor y un eterno estudiante. La Habana y esas ciudades cosmopolitas de Sudamérica donde he estado se han llenado de cientos de academias, de escuelitas y hasta colegios elegantes que se han llenado de profesores de las más diversas ramas, y esto no digo que los requisitos académicos hayan variado las asignaturas, sino como por experiencia, especialmente en Cuba he conocido colegas que casi no tienen vida con su sueldo y se dedican a enseñar los más diversos oficios desde diplomados de periodismo y literatura o cocina hasta lenguas extranjeras.

Para nada me atrevería a decir que es malo que existan estas opciones de aprendizaje, todo oficio es necesario y las lenguas extranjeras ayudan en la vida especialmente en un oficio que tenga que ver con extranjeros o naciones de lenguas foráneas.

El problema no es que las personas aprendan estas cosas, es el que pasan dos situaciones que son igual de reprochables que si de un crimen contra la sociedad se tratará. Y estas son las malas pagas de los maestros públicos y privados que quedan tan por debajo de sus necesidades más básicas de vida que se tengan que poner a trabajar dos y tres oficios, atendiendo cientos de alumnos para apenas llegar a fin de mes. La segunda lógicamente nace de la primera y es no que exista mala calidad por algún maestro que enseñe sin saber su oficio o al menos el que dicen saber enseñar (que los hay) sino el que un sólo maestro deba llevar sobre sus hombros una carga de lo que deberían ser desde media docena hasta a veces decenas de personas sobre sus propios hombros y todo por negarse a pagar a los profesores lo que merece su esfuerzo. Eso no es para decir que es un trabajo a veces muy ingrato, tanto por los antiguos estudiantes que olvidan a sus maestros que tantos desvelos tuvieron formandolos como los que fueron estudiantes y ahora padres, siempre toman la parte del niño, muchas veces sabiendo que no tiene la razón, o que media docena de profesores les explican sin cesar sus fallos, viendo al pequeño a veces no tan pequeño como ese bebé inocente recién nacido y sin pensar en sus faltas y hacen la vida de maestros más difícil y pobre favor a sus hijos a los que creen defender al educarlos de la realidad de un mundo que les será exigente y no será de lejos tan comprensivo como sus profesores y padres.

Pienso que los maestros son la espina dorsal de nuestra sociedad moderna, digamos que todos los oficios los aprendemos de un maestro y desde el más humilde de los oficios hasta el más complejo y científico viene por una línea ininterrumpida de educandos que han dedicado su alma a pedagogía y al oficio y que su trabajo formará a los herederos del mañana así que aunque me digan metiche no puedo dejar de decir que los maestros se merecen algo mejor que la simple palmada en la espalda y un buen hecho cuando graduan a una centena de alumnos cada año y todos y cada uno de la sociedad es responsable con su actitud, indiferencia e indolencia de su situación.

La pistola meticheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora